sábado, 25 de abril de 2009

Historia sin nombre - Niyebe (descripción)

Tenía cara de chica normal, de chica de su edad. Y aparentaba unos catorce años. No destacaba por su altura, medía casi un metro setenta. Tampoco parecía muy delgada o muy gorda. Simplemente parecía normal.

Su pelo lacio, u ondulado si no se peinaba, caía de su cabeza hasta su pecho. Era castaño, parecido al color del pino. Y no lo llevaba demasiado peinado, nunca. No se le veía ninguna raya, ninguna trenza, ninguna orquilla, nada, siempre llevaba el pelo suelto, algún día más despeinado que otro.

Su cara era un poema. Siempre estaba abstraída, pensando en quien sabe el qué. Era normal, tampoco le hacían mucho caso. Solo hablaba cuando alguien le hablaba antes. Pero cuando hablaba, lo hacía por los codos. Movía sus labios carnosos y te contaba mil cosas. Y se acababa teniendo una conversación. Siempre te miraba a los ojos, con sus ojos marrones, que parecían dos lunares en su cara pálida, su cara ovalada. Tenía una nariz recta, y no era muy grande, pero tampoco muy pequeña. Tenía una voz que se parecía al olor de una fresa, pero nunca se echó una fragancia de fresa, ni nada parecido. Simplemente, tenía voz de fresas.

Le gustaba vestir de colores, no le gustaba la monotonía de las modas. Y siempre andaba rápida, y ligera, como una pluma. No se la oía al andar. Le gustaba andar rápido, porque le gustaba correr, y tenía las piernas largas.

Era una de las pocas cosas que le gustaban. La otra, sin duda, la música del siglo pasado. Le gustaba el jazz, el soul, y sobre todo, el rock. No lo aparentaba, pero en el fondo, ella era una rockera de los sesenta y de los setenta.

Parecía huraña. Siempre estaba en su mundo, escuchando música, dibujando, escribiendo… Pero en el fondo, le gustaba la compañía. Su problema podía ser que pasaban de ella. Y si ella intentaba que le hicieran caso, le decían que era una pesada. Y eso que a la gente le gustaba hablar con ella, pero tenían que empezar ellos la conversación, no podía ser al revés. Y a ella eso la ponía triste.

Solía estar triste.

Y, eso, que en el fondo, era la chica más normal del mundo. Tenía sus hobbies, le gustaba la compañía, aunque la pobre no tenía demasiada, buscaba a un chico… Lo que haría cualquier chica de su edad. Probablemente sea por eso mismo por lo que le digan que es rara.

sábado, 11 de abril de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 7 -

-¿En serio... voy a vivir aquí? - pregunté, emocionado.
-Claro, que pensabas, ¿acompañarme y volver al internado? - me respondió Ithin en tono sarcástico.
-¡No! Si he llegado hasta aquí vivo, allí me matarían. Además, con la de oportunidades que he tenido de matarme, y no lo he conseguido... estarán decepcionados.
El ascensor era grande, y amplio. Tenía pantallas, con imágenes de bosques, montañas, y paisajes preciosos, y espejos, que daban una sensación de inmensidad y belleza. Sonaba una canción, que probablemente tendría en mi biblioteca, porque me sonaba. Pero no averigüé cual era, porque me vino una pregunta a la cabeza.
-Aquí no... -me sonreí- ¿aquí están Rick, Clara y Tina?
Ella me sonrió, y con eso me bastó para entender que me estaban esperando. Tenían tantas cosas que contarme... y que contarle yo a ellos. Pero, ¿por qué se fueron? Esa duda se me clavó como una espada, durante el viaje en ascensor, que duraría unos minutos, pero se me hizo larguísimo.
Me impacientaba, quería verlos, tenía tantas ganas...
El ascensor empezó a frenar, se paró, y se abrió la puerta. No me dio tiempo a dar un paso para salir del ascensor, algo se había lanzado a mí. Al poco, descubrí que eran Tina y Clara, abrazándome, y me puse rojo como un tomate. Mientras intentaba quitármelas de encima, le vi. Allí estaba, él, sonriendo como siempre con su sonrisa picarona, apoyado en la pared cuan alto era. Su pelo rizado y rojizo había crecido. Pero Rick estaba igual que siempre.
Por un momento, dejé de moverme, y al momento siguiente, me las quité de un salto de encima y me lancé hacia Rick, para darle un abrazo, al fin. Cuando terminaron los abrazos, que duraron lo suyo, me di cuenta de donde estaba. Estaba en una especie de salón, con mesitas y sillones. El suelo era de madera, como en el internado. Había también muchas habitaciones, como indicaban las puertas. Y las paredes también eran blancas, como en el internado, pero había una gran diferencia. Habían espejos, pósters, y sobre todo, cuadros, de paisajes, o bien abstractos. Y empezamos a hablar, todos a la vez.
-Te hemos echado de menos – dijo Rick, mientras Clara y Tina decían algo parecido.
-Yo más aún, no paraba de recordaros...- me acordé del rotulador de Rick- ¡Ah, Rick, te debo esto! Le he dado un buen uso.
Él me sonrió - ¿Qué clase de uso?
-Una pequeña venganza... antes de huir, lo planeé, para que no se quedaran tan anchos... ya te contaré. Hice mi venganza justo antes de huir de allí, aunque habría huido de allí, sin que la chica del sueño... - me di cuenta entonces- ¿No estará aquí la chica de mi sueño?
Rick se calló un momento, y luego me preguntó, con esa sonrisa pícara que tantas veces sacaba a relucir.
-¿Qué clase de sueño, Albus? Me la tienes que presentar.
Intenté aguantar la risa, sin demasiado éxito. Él estaba igual que siempre.
-No seas bobo, Rick – y Clara saltó entonces.
-Albus, espero que no hayas soñado con... nada raro – me pareció que Rick le había contagiado esa sonrisa suya, y yo les respondí, aguantando la risa.
-Iros los dos a la mierda – se rieron un momento, y seguí – Lo digo en serio, esa chica fue la que me animó a seguir.
-¿En serio?- Dijo entonces Tina- Deberías conocer a... - No le dio tiempo a terminar. En ese momento, por una de las puertas entró una mujer joven, de unos 25 años. Era alta, tenía el pelo hasta los hombros, y era entre rubio y castaño. Vestía de negro, y estaba en una especie de chándal, y fue cuando me fijé que todos llevaban ropa de deporte. Pero no me dejó tiempo a sacar conclusiones, porque empezó a hablar.
-Bienvenido, Albus. Si quieres, esta será tu casa, pero aún puedes volver al internado. No puedo darte más información antes de preguntarte esto, lo siento.
Tardé un momento en contestar.
-¡Claro que me quedo!
Ella sonrió, y entonces empezó a hablar, con más detalle.
-Genial. Yo soy Jane, y también vivo aquí. Esto es largo de explicar, te daré una versión resumida. Todos estamos aquí, porque no nos gusta como es la vida en la ciudad, como van las cosas. Bien, aquí siempre viviremos bien, sin problemas. Pero si no nos gusta la vida fuera de aquí, es por algo, y es por como está organizado todo, es decir, por el gobierno. Yo y Drake, luego lo conocerás, llevamos muchos años luchando por un mundo más justo. Pero básicamente, solo hemos obtenido información, más adelante os contaré como. Esa información, es que todo, absolutamente todo, lo controlan montones de máquinas, tal vez controladas por humanos, o tal vez una mezcla...
-¿Una mezcla?¿A que te refieres?- pregunté, extrañado.
-Pues eso, una mezcla, ni son humanos, ni máquinas. Sabemos que ellos estaban en contra de las inteligencias artificiales, porque se temía una revolución desde que en la ciencia ficción se inventaron los robots. Entonces se llegaron a inventar unos seres entre humanos y máquinas. Pero tampoco se les aceptó. De este modo, se avanzó poco en inteligencias artificiales. Nosotros hemos intentado avanzar algo, pero somos pocos, y no somos buenos científicos. La cuestión es que ellos son capaces incluso de utilizarlas, con tal de controlarlo todo, aunque no les guste. Ya sé que es muy confuso, pero es difícil conseguir información, y también entenderla. La cuestión es que la ciudad funciona como una máquina, y está dirigida por máquinas. Pretenden que los humanos funcionemos como máquinas. Y lo están consiguiendo. Pero nosotros no estamos de acuerdo, en algún que otro punto. Intentamos cambiar esta situación, hacer del mundo algo distinto, en el que los humanos podamos ser felices, y ser humanos. Y ellos, parece que han seguido la misma forma de manejar las cosas durante mucho tiempo, no sé cuanto, no sé a que año estamos. Pero están cambiando, y a peor. Pronto, las emociones serán cosas del pasado. Y será así, porque a esas máquinas no se les dotaron de sentimientos, no sienten lo que nosotros. Pero los humanos están dejando de sentir. Hacen lo que ellos dicen. Por eso, pronto todo acabará funcionando como un ordenador gigantesco. Y nosotros somos el virus.
-Entiendo... o más o menos.
-Pues a eso nos dedicamos. Ahora estamos reclutando gente, y obteniendo información. Es una decisión difícil... pero para llevar a cabo todos nuestros planes, puedes correr peligro... mortal.
-No hay problema, creo que me estoy empezando a acostumbrar. Y no puedo volver atrás.
-Cierto. Tu habitación es la misma que la de Rick. La casa es amplia, tiene muchos dormitorios, intercomunicados, salones,  etc., pero ya te habituarás. Te aviso: tienes dos normas, no son gran cosa, pero más te vale que las obedezcas:
*No rompas la casa, la necesitamos. No me digas que estoy loca, algún día de estos tendrás alguna bomba entre tus manos.
*Se feliz. Y eso es lo más importante. No me importa como lo hagas, pero tienes que serlo, o no conseguirás nada.
>>Y no tengo nada más que decirte. Te queda casa por explorar, y gente por conocer-
Salió por la misma puerta que por la que entró. Me quedé pensando en lo que había dicho Jane. No medité nada, Tina, Clara, Ithin y Rick se encargaron de ello. Después de llévame por algunos pasillos, llegamos a una habitación. Por la conversación que tuvimos poco después, descubrí que era la de Tina y Clara. Estaba absolutamente desordenada, Había ropa por todos lados, y sobretodo, muchas imágenes. Pósters, de personas que yo no conocía, de cosas con algún significado metafórico, de lugares maravillosos... El suelo también era de madera, las paredes de un amarillo muy claro, que daban sensación de atardecer. En una esquina había una litera, al otro lado, un escritorio, con más cosas aún, y su ordenador. Me acordé que el mío estaba en la mochila, y al fin, me la quité y la dejé en el escritorio. Nos sentamos en la cama, y hablamos lo que deberíamos haber hablado antes, de todo lo que no habíamos hablado y habríamos querido decirnos. Yo les conté todo. Desde el día en que se fue, a Rick, hasta cuando se fueron Tina y Clara. Les conté la venganza, y las huidas. Y con todo lujo de detalles. Acabaron con una expresión sombría. Y aún me tenían que contar por qué se fueron, sin mí.
-Ahora os toca a vosotros. ¿Por que os fuisteis? ¿Por qué sin mí? - Rick se adelantó a Clara.
-Albus, por favor, no nos lo eches en cara. Todo el tiempo que tú me has estado echando de menos yo he estado lamentándome por no haberte podido sacar de allí. Verás, una de las tardes en las que a ti te castigaron y a mí no, vi algo por la ventana. Ese algo resultó ser Jane. Me contó todo. Venía disfrazada de policía, así que me sacó de allí sin que nadie preguntara, y para que nadie dijera nada. Y me trajo aquí. El plan era rescatarte a ti también, pero habríamos tenido que preguntar varias veces, y podrían haberla descubierto, el disfraz tampoco era muy bueno, solo intimidaba a la gente y evitaba las preguntas. Y sería muy sospechoso que nos escapáramos los dos a la vez... Lo siento...
-Vale, te perdono. Pero no entiendo porque soy yo el que para huir se mete en mierda... Y vosotras, ¿como habéis salido?
-Pues verás... - empezó Tina- Yo estaba estudiando, en mi habitación. Y también vi algo por la ventana. Esta vez fue Rick. Hice la maleta apresuradamente, para irme con él, que me ayudaría a bajar. Pero entonces...
-Entonces aparecí yo -continuó Clara- y me fui con ellos. El plan era que solo fueran dos personas, para más seguridad. Pero igualmente lo conseguimos, con una huida parecida a la tuya, pero más sencilla. Y nosotras y Rick no cogimos por las alcantarillas, cogimos por los conductos de la basura, que tampoco eran muy limpios...
-Y al final llegamos al metro antiguo, y llegamos hasta aquí como tú. Lo siento, pero no pudimos llevarte con nosotros, y eso que Rick estuvo a punto de ir a verte...
-Bueno, vale, no me queda más remedio que perdonaros. Un momento... ¿a qué día estamos?No sé cuanto tiempo ha pasado...
-Hoy es sábado, pero, ¿que más da? No tienes que ir a clase. Y, por cierto, te explico, lo que hacemos por la mañana es ir a entrenar, saltar por las azoteas, y esas cosas. Hay que mantenerse en forma, cualquier día de estos rescataremos a alguien más. También estarán Jane y Drake, si no están en los ordenadores. Pero sino, dejan solo a Esteban y ya está.
-¿Esteban? ¿Quien es?
-Se nota que no lo conoces bien, sino no habrías dicho “quien” tan seguro. Verás, creo que es una especie de máquina que se parece a un humano, o algo así. No estoy muy seguro, pero es una especie de androide, pero aún no tiene demasiados sentimientos, están intentando terminarlo. No sé, tampoco he preguntado mucho.
-También tienes que conocer a alguien más -dijo Ithin de pronto.
-¿A quien?
-Ahora está dormida -prosiguió Tina-. Bueno, están dormidos. Llegaron un rato antes que tú. Ella se llama Niyebe. Él no lo sé. Verás, llegaron hechos polvo, se fueron directamente a la cama. Hoy está siendo un día movidito.
-Niyebe... Tendré que conocerla- dije pensando en que podía ser la chica de mi sueño.
-Te caerá bien- me dijo Clara-.
Seguimos hablando, y poco a poco, el sol se fue cayendo. Me di cuenta de que estaba muy, muy cansado. Normal, pocos días eran como aquel. Me fueron explicando como era la casa. Consistía en un gran rectángulo, que era el salón, la cocina y el ascensor de entrada. Tenía una puerta, que daba a la sala de ordenadores, que en verdad era un pasillo lleno de ordenadores. Una parte estaba ocupada por un cuarto de baño, que hacía esquina, y también daba a otro pasillo. Ese pasillo también daba al salón, y tenía puertas a tres habitaciones. Una, la que estaba más cerca del cuarto de baño, era la de Esteban. Las otras dos eran de Drake y Jane, pero a veces dormían juntos. El pasillo hacía esquina con otro cuarto de baño, pero había un pequeño pasillo que estaba entre el cuarto de baño y el salón, y que daba a otro pasillo. Tenía un cuarto de baño bastante grande junto al otro cuarto de baño, y otras tres habitaciones, que eran para nosotros. Al fondo de ese pasillo, se iba a otro, que tenía más habitaciones y una puerta al salón, y el pasillo terminaba e otro cuarto de baño. Era un poco exagerado 4 cuartos de baños, pero de momento vivíamos 10, aunque no estaba seguro de si Esteban tendría que ir al baño alguna vez. Toda la casa tenía el suelo cubierto por ese parqué de madera sintética. Las paredes del salón y los pasillos estaban llenas de cuadros y pósters, como los que vi nada más entrar.
Dejé mis cosas en la habitación de Rick, que era la que hacía esquina. Me di cuenta entonces de que las habitaciones también estaban intercomunicadas, como en el internado, pero estas daban a todas las habitaciones de alrededor. Le pedí algo de ropa, pues la mía se había hecho trizas en el viaje, y no pensé en traerme más que una camiseta de repuesto y poco más. Me fui al cuarto de baño del fondo, y me di una ducha muy larga, con la mente perdida.
Me fui al salón, pero antes de hacer nada, nos llamaron a comer. Todo el mundo se puso a poner la mesa, que era muy grande y parecía más bien la de una sala de reuniones. Yo miré de donde sacaban los cubiertos, que estaban en cajones de la mesa, igual que los vasos. Me di cuenta de del ascensor llegaban platos de comida. Mary debía de haberlos cocinado. Había una gran ensalada de pasta, un revuelto de tortilla de varios huevos con chorizo, y albóndigas. Me gustó mucho como cocinaba Mary, comida tradicional, o a veces más moderna, pero siempre deliciosa.  Parece mucha comida, pero éramos muchos, y teníamos hambre, sobre todo Ithin y yo. Niyebe y el desconocido siguieron durmiendo, debían de estar verdaderamente cansados. Esteban no cenó, el no debía de cenar.
Durante la cena estuvimos viendo una película antiquísima del lejano oeste. Me encantó, yo nunca había visto ninguna. Al terminar de cenar, dejamos las cosas en el ascensor, y Mary se encargó de llevárselo todo .Nos fuimos yendo a los sofás, a ver la gran pantalla en la que se veía esa película, pues al ser tan antigua, costaba mucho transformarlo en un holograma. Y al fin y al cabo se disfrutaba igual aunque no se viera tan bien. La película se fue terminando, y Drake y Esteban se fueron a dormir. Jane se quedó un rato hablando con nosotros de la película, contándonos que era una de las del siglo XX, como la mayoría de las que le gustaban. Pero al cabo del tiempo, se fue a la cama. A mi me entró sueño, así que me fui a mi cuarto. Ithin estaría acostumbrada a hacer más ejercicio, pero yo no.
Apenas me había fijado en mi cuarto. Había varios pósters que debía de haber pegado Rick, y algunos cuadros que debían de gustarle. A mí también. Había imágenes del sol poniéndose en un día gris, y coloreando el agua de un lago, otras del sol de medianoche, de bosques... Lo mejor, es que entonces estaban iluminados los pósters y los cuadros, pero no la habitación. Debía de haber sido Mary, me gustó eso de que se tomara molestias con las cosas pequeñas, te hacía sentir muy bien. La habitación tenía un aire mágico así. Además, por la ventana se veía la noche, todos los rascacielos, todas las luces, las vistas, y mucho mejor que desde mi antigua habitación, pues este edificio no estaba rodeado de tantos rascacielos. Me quedé mirando por la ventana, y Mary hizo algo que me sorprendió, y me encantó. Lo que por la ventana se veía negro, siguió negro. Pero las luces, fueron cambiando poco a poco de color. Solo era un efecto del filtro de luz de la ventana, pero era realmente bello. Cambiaba suavemente, pasando por todos los colores. Era impresionante cuando las luces eran blancas, algo siniestro cuando se pusieron violetas, y me dio la sensación de estar en el fondo del mar cuando la luz se puso azul.
Me llevé un rato, mirando, y escuchando baladas y canciones suaves pero bellas, que vinieron a mi cabeza, y que no había escuchado nunca. Pero el sueño me invadió de nuevo, esta vez más fuerte. Pensé en todo lo que me había pasado. Había bajado a saltos de un rascacielos, me había quedado inconciente, había conocido a Ithin y hice unas cuantas pruebas. Había vuelto a huir de otro edificio, a punto de morir varias veces, corriendo y saltando, esquivando a los policías, y pasando por un contenedor de basura, las alcantarillas, y una estación abandonada de tren. Había llegado a mi nuevo hogar sano y salvo, había conocido a nuevas personas, y había reencontrado a otras. Había tenido miedo, y había sido feliz. Eso no pasa todos los días.
Me quité la ropa, y la dejé de cualquier forma por ahí, son fijarme donde la había dejado. Me senté en la cama, y me metí dentro. Mary bajó la persiana. Y entró Rick.
-Hacía tiempo que no dormíamos en el mismo cuarto. Ya lo echaba de menos. Me da igual que los demás sigan hablando, yo me voy a dormir sin esperarles, porque tú llevas esperándome más tiempo.-
No dijo nada más. Se subió a la litera de arriba, y al dejar de oírle moverse, cerré los ojos, y me fui de viaje al mundo de los sueños.