lunes, 29 de junio de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 8 - El comienzo de una nueva vida

Estaba tan cansado, que no soñé nada. Apenas fue cerrar los ojos, y darse cuenta de que ya te habías dormido, y despertado. Y que por lo tanto, era una estupidez seguir con los ojos cerrados. Así que los abrí, y me deslumbré. Me sorprendió ver arriba la cama de Rick, que dormía en la litera de arriba. Por la noche no me había fijado. Me levante, y me di cuenta de que no estaba, la puerta estaba entreabierta, y la persiana levantada. Me puse unos pantalones, y antes que nada, me volví a asomar a esa ventana, esa ventana que tanto me gustaba. La abrí, para que me diera el aire. Y fue fantástico. Me dio un chorro de aire fresco en la cara, al borde del abismo. Abajo, a lo lejos, se veían los coches, los rascacielos más bajos... Y yo estaba arriba. Ya serían las 10, viendo el sol. Había aprendido a saber la hora por el sol mirando por la ventana en las clases. Era lo más entretenido que podía hacer. Casi sin darme cuenta, me pasé un cuarto de hora en la ventana, a medio vestir. Pero entonces sentí algo detrás. No, algo no, sino alguien.
Ella era de mi altura, y supuse que también de mi edad. Tenía el pelo largo, y ondulado. Y era castaña, desde un castaño claro hasta casi el negro. Tenía una cara sana, no estaba gorda pero no se le notaban los huesos. Y el resto del cuerpo igual. Tenía la tez pálida, pero se le empezaba a notar que le daba el sol. Me di cuenta de que parecía un antivirus, analizándola tanto. Aunque ella hacía lo mismo. Y no sabía si llevaba mucho tiempo allí. Yo seguía sin camiseta, tal vez por eso me mirase tanto. Me miré a mi mismo. Solo se me notaban los huesos, y los músculos, aunque algo menos. Estaba demasiado delgado. La verdad es que se me hizo normal comer menos cuando se fueron Tina y Clara, estaba depresivo. ¿Por qué tendría que importarme la comida? Dejé de mirarme, y me di cuanta de que ella era Niyebe.
-Buenos días, Niyebe, ¿no?
-Sí, Niyebe. Buenos días, Albus. Acabas de despertarte, ¿no?
-Sí. Llegué hecho polvo. Bueno, y tú también, ¿no?
-Claro. Nuestra huida fue peor que la tuya. Peor y más larga. No me hagas entrar en detalles. Yo me levanté hace un rato, supongo que antes que tú.
-¿Supones?¿Y cuanto tiempo llevabas mirando en la puerta...?
-Desde que te diste cuenta de que había alguien detrás. Tienes un buen sexto sentido.
-Ah, perdona.
-Yo habría pensado lo mismo, no te preocupes. Quería conocerte.
-Pero, si ya me conoces, ¿no? Eres la chica esa que salió en mi sueño, hace unos días – se quedó con la boca abierta.
-N-no... -se puso roja-¿Tú también soñaste eso?
-Claro. Si hablaste conmigo.
-Sí, pero pensaba que solo había un sueño mio, y resulta que nos hemos comunicado...
-Gracias por animarme a seguir.
-De nada – dijo, aún algo nerviosa.
Hubo un silencio, mientras nos observábamos el uno al otro. Entonces me acordé del otro chico.
-¿Y como está el otro chico?
-¿Nil?
-Sí, supongo que será él.
-Todavía esta cansado. Tu estabas preparado para huir, y él no. Es un buen chico. Ya le conocerás luego, ahora vamos a desayunar, me muero de hambre.
-Espera.
-¿A qué?
-Quiero seguir hablando, de nosotros.
-Vale, pero yo no sé que decirte.
-A mi me ayudó a escapar Ithin. ¿Y a ti?
-Jane. Fue una huida fácil.
-¿Más que la mía?
-Mucho más, sin duda. Ten en cuenta que, a medida que sacamos a gente, se pone más seguridad y se hace más difícil. En mi huida Jane se hizo pasar por policía, y dijo que tenía que llevarme a comisaría por razones de seguridad. Y me trajo aquí.
-Entonces, la de Nil tuvo que ser horrible...
-Sí. Lo reconozco, fue duro hasta para mí. Y estoy preocupada por él. Debe de haber pasado mucho miedo.
-Yo también pase miedo.
-Pero tu estabas preparado. Él no. A él le costó dejar atrás su vida allí. Pero al final comprendió que allí no le iba bien, solo eran ilusiones suyas, solo era su optimismo... Me da pena. Está destrozado. Tenéis que hacer migas con él. Nos necesita.
-Pero, ¿cómo fue la huida?
-Yo me infiltré en un helicóptero. Era un helicóptero que llevaba cargas para abastecer el edificio del internado. Después pasé al edificio, y llegué al piso en el que estaba Nil. Estuvieron a punto de pillarme, por lo que tiré una bomba de humo... y provoqué un incendio. Llegué a su habitación y se lo conté todo, era ahora o nunca. Al final se convenció. El pobre se tenía engañado. Saltamos por la ventana, mi mochila tenía una especie de parapente plegable, que sirvió para planear al edificio de enfrente. Corrimos, y saltamos a otro con el parapente. La policía nos rodeó, y nos llevó a comisaría en helicóptero. Nos interrogaron duramente, casi una tortura -hizo una pausa.- Durante varias horas. Se hizo de noche, incluso noche cerrada. Intenté mentalmente que dejaran de interrogarnos, pero no tengo suficiente poder. Luego hablaremos de eso. Pero Esteban mandó una intensa señal al cerebro de Nil. Le entró un fuerte dolor de cabeza, pero al final su “sonar” se activó, y dejó atontados a los guardias. Cogí la mochila, y saltamos por la ventana. La caída era de 300 m. Al parapente se le rompió un ala. Ladeo, y acabamos descendiendo muy rápido, pero conseguí llegar al otro edificio. Estaba en obras, y rompimos el techo de las escaleras que llevaban a las azoteas, y caimos un piso por las escaleras. Bajamos por el hueco del ascensor, por que era más rápido, descendiendo por la cuerda. Abajo, nos limpiamos el polvo y cogimos un taxi. Resulta que el conductor era u policía, y estaba armado. Saltamos del coche, y echamos a correr, parando toda la circulación. Pero un coche no paró, y nos subimos al techo. Se dio cuenta de que estábamos arriba tras unas manzanas, y giró bruscamente y nos tiró en una esquina. Ya era de madrugada. Echamos a correr otra vez, durante un buen rato, y como vimos que no nos seguían, seguimos andando, en dirección al piso franco, por donde me guiaban Esteban, Drake y Jane. Andamos muchas horas, muchos kilómetros. Amaneció por el camino. Al mediodía llegamos al edificio del piso franco. Pero está vigilado. Es un edificio de servidores, ¿sabes?. Nos colamos en el edificio más cercano haciéndonos pasar por el técnico del agua. Pero eso solo daba acceso para la planta baja, no podíamos subir por el ascensor. Así que subimos 50 pisos por las escaleras. Ya en la azotea, Drake y Jane bajaron a una planta del edificio de enfrente y abrieron la ventana. Nos pasaron una cuerda. Yo pasé primera. Pero Nil, pasó rompiendo el cristal del piso de abajo. Tuvimos que curarle en el ascensor. Luego dormimos. Y no he entrado en detalles...
No supe que decir. Así que cambié de tema, con una expresión fría.
-Vamos a desayunar.
-Sí.
Salimos de la habitación, hacia el salón. Se me hacía agradable esa casa, llena de vida. Siempre había alguien yendo de algún lado para otro. Era un poco raro para mí ir a desayunar así, a medio vestir. En el internado las reglas eran claras, había que ir ya vestido. Pero aquí había libertad total.
Todo el mundo iba en pijama o a medio vestir al salón. Así que me acostumbré pronto. Niyebe iba en un pijama de mangas cortas y pantalón largo, que era de motivos vegetales. Rick iba sin camiseta, como yo, y con unos pantalones cortos. Ithin llevaba una camiseta de tirantes y pantalones cortos. Drake llevaba unos pantalones anchos largos, y una camiseta corta. Jane llevaba unos shorts y una camiseta corta, que enseñaba el ombligo...
Cuando llegamos, había comida en la mesa, algunos platos estaban ya sucios, otros por utilizar. Y nos sentamos con Drake y Jane a desayunar. Los demás estaban en el sofá, viendo la televisión, y comentando la serie. La verdad es que todo parecía maravilloso, un abril de primavera en un lugar lleno de amigos, y sin obligaciones... Pero eso estaba enturbiado por que tenía dudas, muchas dudas. Dudas que, o no me podían responder, o no les podía preguntar.


-¿Vamos a la azotea o qué?- saltó Rick, de pronto.
-¡Sí!- respondió Clara casi al mismo tiempo. Yo no entendía nada.
-Pero, ¿y Nil?- dijo Niyebe.
-A mí no me importa quedarme con él- contestó Ithin.
-Pues entonces, podemos irnos, ¿no?- dijo Rick, ya preparado para moverse.
-Creo que me debéis una explicación – les dije yo.
-Tienes razón. Verás, nosotros vamos a la azotea para entrenar, para estar en forma. Aunque a veces también vamos por dentro del edificio, es hasta divertido. ¿Sino como quieres que rescatemos a la gente? Drake dice que dentro de poco no solo entrenaremos físicamente, sino también psíquicamente, pero no sé a que se refiere- Me dijo Tina como respuesta.
-Él también nos debe algunas explicaciones. Vale, vamos a la azotea. Pero luego le preguntamos.
Hubo un breve silencio, mientras íbamos al ascensor y nos separamos de Ithin. Niyebe empezó a hablarme.
-Oye, Albus, que cuando decimos entrenamiento, no es un entrenamiento tan serio. Solo nos conservamos, y hacemos lo que tenemos que hacer en las huidas.
-Entonces, ¿qué se supone que hacéis?
-Jugar al escondite- me dijo Tina.
-¿En serio?
-Sí, de verdad. -prosiguió Niyebe- al fin y al cabo, nos escondemos, corremos y huimos, e intentamos encontrar a los demás. Es parecido. No sabes la de posibilidades que hay dentro de un mismo edificio. Además, es divertido.
Me pareció algo muy raro.
Pero no me arrepentí. Fue como volver a la infancia que nunca había tenido, y supe que yo jamás hablaría de una partida al escondite en pasado. Una simple partida al escondite con tus amigos es algo demasiado bonito como para dejarlo atrás. Y ese escondite en concreto era genial. Además de algunas azoteas, como ese era un edificio de servidores, los servidores eran más grandes que armarios, te escondían mucho, y escondían a los demás. Además, algunas habitaciones ocupaban dos o tres pisos. Y las habitaciones tenían ventanas y puertas a otras, por lo que si saltabas por una ventana a otra habitación, bajabas un piso. También eran muy divertidas las escaleras. Desde entonces subo los escalones sigilosamente y de dos en dos. De tantos saltos y carreras, si que se aprendía algo para pasar por los edificios, por raro que parezca. Además, jugábamos con las luces. Procurábamos no encender ninguna, para que nadie supiera que se estaba por allí. Pero a veces no quedaba más remedio que encenderla. Además, íbamos subiendo y bajando pisos constantemente, pero no cogíamos el ascensor, porque nos detectaba. El resultado fue que a la hora de comer, estábamos todos cansados, hambrientos, y sudorosos. Tuvimos que montar en el ascensor para volver, pues habíamos bajado unas 20 plantas sin darnos cuenta.
-Es genial... una partida al escondite... ¿no?- dijo Rick, respirando aún entrecortadamente.
-Sí... sabes que yo nunca he jugado demasiado al escondite. Nunca pensé que una cosa tan tonta pudiera ser tan divertida- le respondí, mirándole a los ojos.
-En muchos libros antiguos, los protagonistas añoran este tipo de cosas... dicen que echan de menos su infancia -dijo Niyebe, y sacó una sonrisa algo tímida.- Que tontos. En vez de echarlas tanto de menos y lamentarse, deberían decirle a sus amigos que jueguen al escondite.
Nos sacó a todos una sonrisa, con mueca cansada, pero una sonrisa.


Comimos como si no lo hubiéramos hecho en varios días. Nil ya se había despertado, comió con nosotros. No habló mucho. Estaba tan triste que incluso disipó nuestra alegría. Ese chico me da pena... Ha vivido la misma situación que los demás pero... No, no estoy siendo justo. No ha sido igual. Nosotros no teníamos nada que perder, pero él intentaba aferrarse a su vida, triste y solitaria, pero su vida. Él sí había perdido a sus amigos... o a los que creía sus amigos, por que creo que se enfadó con ellos antes de su huida.
Después de comer, algunos nos duchamos. Era increíble como la tensión del escondite si iba por el desagüe... Pero no mi creciente preocupación. Seguía preocupado por Nil, e incluso por nosotros. Nos estamos metiendo de lleno en una historia, que a decir verdad, no parecía tener mucho sentido. Tenía que hablar con Drake y Jane. Y con Esteban, al que apenas conocía...


Llamé a la puerta y entré en la sala de los ordenadores, donde estaban Drake, Jane y Esteban. Los demás estaban escuchando, detrás de la puerta. Pero claro, me iban a utilizar a mí para hacer las preguntas:
-Quiero hablar. Con todos vosotros.
-Pues adelante – me respondió Drake.
-A ver... ya sé que no nos obligasteis a estar aquí. Pero tengo miedo. Tenemos miedo. No sabemos en que no hemos metido, que es lo que vamos a hacer... ahora que tenemos algo que perder... - Jane inspiró profundamente antes de contestar.
-Os estamos guardando secretos, es verdad. Pero por el momento es mejor que no los sepáis. Solo os preocuparíais, y probablemente, os meteríais en algún lió del que no pudiéramos sacaros.
-Y, entonces, ¿qué es lo que se espera de nosotros? - esta vez es Drake el que me contestó.
-Bueno, esto deberían ser unas “vacaciones” para todos, sin preocupaciones. Lo primero que tenéis que hacer es no preocuparos, queremos que seáis felices. El problema es que no estamos todos. Serán vacaciones en cuanto rescatemos a los demás. Es lo que hacemos todo el día en esta sala, buscamos y preparamos la huida. No sé si lo sabes, pero no os dejamos solos en las misiones. Niyebe se comunicaba constantemente con nosotros para la huida. Aunque claro, también cuenta su opinión en algunas cosas. Como la de cualquiera que vaya a colaborar en una huida.
-Vale, hasta ahí tenía la idea, pero, y luego, ¿qué?¿Nos vamos de vacaciones eternamente? - y, como si tuviera la respuesta preparada de antemano, me contestó Esteban.
-No, porque nos descubrirían al cabo del tiempo. Esto es una dictadura. Tienes derechos, sí, y todo podría ser peor. Pero eso no quita que sea una dictadura. No se puede cambiar en nada la forma de gobierno, incluso para algunas cosas que nos parecen injustas. El gobierno quiere que la gente crean que son libres. Pero no lo son. Nosotros luchamos para evitar eso. No sabemos cual será el siguiente paso, pero irá en esa línea. Y no te voy a mentir, correréis peligro. Pero la vuelta atrás supondría básicamente lo mismo, vivir esa vida muerta y libre a base de mentiras. Puedes salir de aquí, claro que sí. Siempre y cuando tengas en cuenta que nos perderás a todos si lo haces. Si te quedas, solo tienes ese riesgo.
Tardé en reaccionar. Es duro, pero es la verdad. De todas formas, tenían razón. Y no me va tan mal. Tal vez me esté preocupando demasiado. Aún así, se me ocurre una última pregunta:
-¿Por qué nosotros? Es decir, ¿por que no otra persona cualquiera? - Drake es el que me contestó, como con prisas.
-Una de las razones es que vosotros mismos no estabais a gusto con vuestra vida. Pero hay más. Sí, es uno de esos secretos. Solo os puedo decir que los iréis sabiendo. Pero a partir de cuando estemos todos. Y otra cosa. Si tienes dudas... Si tenéis dudas, no dudéis en preguntar. Haremos lo posible por buscaros una buena respuesta. Pero no podemos responder todas, de momento. Lo siento.-
Hubo un silencio corto, pero algo tenso. Fui yo el que lo rompió:
-Ya no me quedan más preguntas. Os dejo.
-Hasta luego – me respondieron todos, y salí de esa habitación llena de ordenadores, pantallas, y luces.
Nada más cerrar la puerta con los demás mirándome atentamente, como buitres. Antes de que me dijeran nada, les dije yo, mientras iba al sofá:
-Si os habéis quedado con dudas, vais y preguntáis vosotros. Yo de aquí no me muevo.-
Eso pareció relajarles un poco, ya no parecían buitres mirándome. Nil parecía ser de nuevo al que más le habían chocado las palabras. Creo que tenía una idea parecida en la cabeza, pero temía que fuera verdad. Los demás, o yo por lo menos, teníamos una idea tal vez más optimista, pero no nos chocó tanto lo que habíamos escuchado. En todo caso, necesitábamos comentar lo que habíamos oído.
-Estoy preocupada. Ahora son vacaciones, sí, pero, y luego, ¿qué? - pregunta Clara, a nadie en concreto.
-Tendremos que enfrentarnos al gobierno... Pero por lo que han dicho, parecen tener planes, y saber lo que hacen. Sino, no estaríamos aquí. Además, nos consultarán cuando se vaya a llevar a cabo una misión. Creo que lo mejor es hacerles caso, disfrutar de estas vacaciones. - le contestó Niyebe, con el tono tranquilizador que la caracteriza.
-¿Y cuales serán esos secretos?¿Qué tendremos nosotros de especial? - preguntó Rick, seguidamente.
-Yo no tengo nada de especial... - contestó Nil, con la mirada perdida.
Hubo otro breve silencio. Sinceramente, no entendía como este chico podía estar tan triste. Se estaba ahogando en su propia tristeza... Fue Tina la que intentó responder a la pregunta de Rick:
-No lo sabemos. Pero creo que, si descubrimos algo, si se nos ocurre algo, o tengamos cualquier duda, tenemos que decírnoslo. Tenemos que estar unidos.-
Pensé que Tina tenía razón. Pero yo necesitaba reflexionar. Y para ello, estar solo. Así que me despedí, y me fui a mi cuarto, cerré la puerta, y me tiré en la cama.
La verdad es que esa tarde, era como de verano. Los colores eran cálidos, el cielo azul, y había un ambiente mágico. Cerré los ojos, y mis pensamientos se iban desviando hacia las últimas conversaciones, mientras me quedaba en trance, medio dormido.
No pensé para nada en lo que nos depararía el futuro, pues no me serviría para nada. Pero, ¿qué secretos nos estarían guardando? La verdad es que solo nos habían dado información muy general de las cosas. Supuse que no se atrevían a entrar en detalles, cuando aún no estábamos todos, y ahora que, posiblemente, no quisiéramos continuar, nos largáramos de nuevo al internado, donde, tal vez, fuera la lengua. Todo eso era secreto. Y además, ¿qué teníamos de especial? Pensé y pensé, pero no me encontré nada, salvo que sin ningún aparato de música encendido, yo escucho la música en mi cabeza con claridad. Pero eso podía ser, simplemente que se me de bien la música y tenga buena memoria.
Tal vez, si pensaba en el pasado, lograba averiguar alguna pista. Debía recapitular. Fue entonces cuando tuve una de las mejores ideas de mi vida. Escribirlo. Abrí los ojos de golpe, encendí el ordenador, y me puse a escribir. Y poco a poco fui contando la primera parte, mientras que aprendía a escribir un poco mejor.

miércoles, 24 de junio de 2009

Tú (carta secreta a alguien o a nada)

Tú. Sí, tú. Que eres la persona que más odio precisamente porque eres la unica persona a la que querré. Que eres la persona en la que más he pensado, y ni si quiera se si te conozco. Tú, que no eres más que una mentira... o más bien un engaño benéfico. Tú, que no lo has pensado nunca, pero que eres como una de esas canciones que tanto me gustan... como Maggie May... Que haces que sea raro lo normal. Que me confundes y me pierdes. No das más que dudas, y por el momento, ninguna respuesta. Tendré que esperar. Pero solo por mi, porque necesito encontrarte... de una vez por todas. Si es que existes, claro.
Asi concluiré algo para un blog semiabandonado, por tener una historia más alegre de lo que puedo continuar escribiendo, o porque solo he tenido tiempo para pensar en ti y en poco mas.
Como para celebrar que llevo dos meses si escribir nada... o para celebrar que voy a seguir escribiendo... Como un regalo para ti. Como ese que tal vez me hayas hecho, pero que suena demasiado bonito para ser verdad...