domingo, 22 de noviembre de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 12 - La noche de las 3 estrellas.

Nos habíamos pasado el día hablando con los nuevos. Les contamos un poco todas nuestras vidas. Fue entonces cuando me enteré de que Ithin y Niyebe habían estado en el mismo internado, y que llegaron a la vez que Rick. Me parece una estupidez no habérselo preguntado antes, pero es lo que pasa cuando uno tiene tantas preguntas por hacer.

Ellos nos contaron que eran los mejores amigos, los unos de los otros. En su internado siempre estaban juntos, y también estaban en desacuerdo con todo el sistema. Opinaban que cuando terminaran los estudios, todo lo que les ocurriría, su trabajo, e incluso tal vez su familia, estuviera ya programado, hecho de antemano, por el gobierno. Se sentían acosados, no sabían que hacer. Yo, sin embargo, me he metido en la boca del lobo arrastrado por los demás, sin estar del todo convencido. Yo no me había planteado todas esas cosas hasta entonces. ¿Cómo demonios se me iba a ocurrir todo eso?

Estábamos en el cuarto de Niyebe... y bueno, también de Gael, porque lo compartían. Y después de hablar de todo eso, salimos a otra parte del edificio, mientras les contábamos como jugábamos nosotros al escondite. Manau lo aceptó todo con una sonrisa, al parecer de acuerdo. Eudora se mostraba sorprendida, pero impaciente por empezar. A Gael fue al que más le impresionó que jugáramos al escondite. Al principio puso alguna pega, pero acabó jugando. El resultado fue que, a la hora de comer, o mejor dicho, a las cuatro, cuando al fin comimos, todos estábamos satisfechos después de varias intensas partidas al escondite. Gael, Nil y Eudora estaban muy sorprendidos, entre la partida que tanto les había acabado por gustar, y toda la comida de la mesa. A mí también me causó gran impresión cuando llegué por primera vez. No es que la comida que nos dieran antes fuera poca, o mala, sino que esta era mejor, esta no estaba pensada como alimento de miles de niños.

Me di cuenta de que estábamos todos muy contentos, casi felices. Y escribo todos refiriéndome a que no había nadie más por esperar. Ya estábamos siendo felices, o más o menos, ¿no? Me pregunté, una vez más, que vendría después.


Cuando terminamos de comer, todos nos revoleamos por los sofás; padecíamos la insuperable flojera de después de comer. Pero mientras, Drake salió al pasillo. Yo decidí seguirle, quería preguntarle una cosa.

-Eh, Drake, espera.

-¿Qué pasa, Albus? - por un momento le noté preocupado, pero no por algo desconocido, sino por mí. Supongo que yo era el que más preguntas le hacía.

-Sigo preocupado. Nunca pensé que llegaría a decir esto, pero... cuando terminemos, o incluso durante lo que sea que tengamos que hacer, ¿no me harán falta los estudios que me estoy perdiendo? - Drake sonrió.

-No puedo saberlo a ciencia cierta, Albus, pero es muy probable. Verás, no pienses que no hemos pensado en esto, y hemos dejado que si queréis estudiar, lo hagáis por vuestra cuenta. Simplemente hemos pensado que, para que estudiéis mejor y seáis más felices, debéis llegar antes a la conclusión de que queréis seguir estudiando. ¿Has llegado a esa conclusión?

-Sí. Mejor prevenir que curar, ¿no?

-Bueno, cuando quieras empezamos. Aquí el sistema que tenemos pensado para que aprendáis es mucho más fácil y rápido. No hacemos tantas actividades, ni exámenes. Pero tomamos la lección continuamente. En serio, seguro que sois unos chicos listos. Sois 10 alumnos, y somos 3 profesores. Nos podemos centrar mejor en lo que no entendáis, y una vez lo entendáis bien, seguimos avanzando, pero repasando lo aprendido. Con tres horas o menos al día, seguramente recuperareis lo que os habéis perdido y avanzaremos más que en el internado en unas semanas.

-Pero, ¿no nos vamos a... “algún lugar lejano”?

-Sí, -me contestó sonriendo más- pero en ese lugar lejano podéis seguir estudiando, y cuando terminéis lo que teníais que estudiar en este curso, empiezan las vacaciones. Así que el comienzo de las vacaciones dependen de vosotros. Aunque claro, tú de momento estás de vacaciones, hasta que empieces a estudiar.

-Pues entonces, cuanto antes empecemos, mejor. Por lo que dices, en ese lugar, ¿las vacaciones deben de ser estupendas, no?

-No voy a contarte nada del lugar, Albus, pero yo diría que sí. Y estoy de acuerdo, cuanto antes te quites todo eso de encima, mejor.

-Otra cosa. ¿Cuándo nos vamos? - Él sonrió aún más.

-En cuanto todo esté preparado para ir. Y no me refiero al equipaje, eso es lo de menos. Me refiero al viaje. Como comprenderás, no nos vamos a mover por métodos... legales. Dudo que adonde vamos esté permitido ir, pero, ¿qué mas da? Tu deberías estar en tu internado estudiando, y resulta que estás aquí, mucho mejor, y vas a estudiar igual. Esta noche, durante la cena, lo hablaremos todos. Podemos empezar mañana mismo a prepararlo – Y esta vez sonreí yo.

-Bueno, ¿empezamos ahora a estudiar?

-Vale, trae tu cuaderno electrónico y tu ordenador. Pero por favor, déjame ir de una vez al cuarto de baño.

-De acuerdo – le dije riendo.


En cuanto cogí mis cosas, y el salió del cuarto de baño, nos pusimos a estudiar, en el escritorio de mi cuarto. Tardamos sobretodo en matemáticas, y en ciencias, aunque igualmente lo hicimos más rápido que en clase. Pero, como predijo, en un par de horas o tres, ya habíamos terminado con todas las asignaturas. Habíamos repasado lo que había dado en los últimos tiempos, y aprendido lo nuevo. Así, en esas dos o tres horas, avancé hasta mas o menos lo que debería de estar dando en el internado.

El truco era que las actividades eran normalmente orales y cortas. Además, el no se descentraba, y evitaba que también lo hiciera yo.

Les conté a los demás lo que había estado haciendo. Los que tenían la conciencia más torturada, como Nil, Tina, y Eudora, decidieron que mañana mismo empezarían a seguir con sus estudios. El resto, a los que el Pepito Grillo de los demás les hacía gracia porque a ellos les dejaba en paz, no tenían tanta prisa.

Ya eran las siete. Volví al escritorio de mi cuarto, y escribí lo que había pasado últimamente. Tardé alrededor de una hora y media. Estaba yendo a la ducha, cuando...

-Albus, ¿Cómo pasas el tiempo aquí? Tantas horas... deben de hacerse eternas – Me dijo Gael, en mitad del pasillo.

-Sí... ahora me estoy acostumbrando a una vida más lenta. En el internado, siempre estaba que me faltaba el tiempo. Ahora, escribo lo que nos pasa. Y parece una historia interesante, ¿no? Aparte de eso, hasta ahora, me pongo en el ordenador, escucho música, y estoy con los demás... pero sí, es poca cosa. Aunque, a partir de hoy, retomo las clases.

-Yo, en cambio -me dijo en un tono más bajo, más preocupado- no hago más que comerme el coco, pensando en canto tiempo estaré encerrado aquí, que haré que será de nosotros...

-Lo sé, a mí también me pasa, Intento olvidarlo, pero es imposible. De todas formas, creo que dentro de poco vamos a salir de aquí. Me lo dijo Drake, durante la cena vamos a hablarlo.

-Espero que durante la conversación se resuelvan muchas de las dudas que me invaden la cabeza, y no me dejan pensar en otra cosa.

-Me muero de curiosidad, quiero saber donde vamos a ir... ¡o llegar ya! Qué impaciencia...

-Saber a donde vamos a ir... esa pregunta no se marcha de mi cabeza ni a mamporros.

-Espero que no lo hayas comprobado, ¿verdad? -le dije riéndome.

-Demasiado tarde, de eso ya se ha encargado Eudora.

-Con lo tímida que parece...

-Sí, como bien has dicho... “parece”. Pero tiene la mano ligerita, no veas como zurra, es mejor no sacarla mucho de quicio.

-Lo tendré en cuenta. Esta información militar me será muy útil, seguramente, en algún plan de asalto...

-Yo lo tendría en cuenta, desde luego. Pero es que no sé, me encanta sacarla de quicio, es una de las pocas cosas que más me divierten de este lugar.

-Pues apúntate a dar clases también con nosotros, así te aburrirás menos. Apenas llevas un día aquí y ya te estás desesperando... Aunque a lo mejor te viene bien un descansito después de tantas clases.

-A dar clases... supongo que eso es mejor que nada, me vendrá bien distraerme un rato, acepto.

-Pues mañana mismo empiezas, con los demás. Aunque Drake dijo que mañana también podemos empezar a preparar el viaje... Tengo la sensación de que no vas a volver a aburrirte en un buen tiempo.

-Bien, me alegra oír eso. Bueno, ¿qué hay de cenar? Tengo tanta hambre como los mismísimos cocodrilos del Nilo al comenzar el día. -Me reí ante su ocurrencia.

-No sé... Mary es la que cocina, la robot, pero es impredecible. De todas formas, va a estar buenísimo igualmente. Yo me voy a la ducha, que ya es hora.


…Y todos los instrumentos del grupo sonaban, mientras yo tocaba el mejor solo de guitarra-bajo que se haya tocado jamás. Una gloriosa improvisación de Rock n' Roll. El agua de la ducha caía sobre mi mientras el tiempo pasaba perezosamente. Y cuando le puse un final a la canción, recuperé la conciencia, y empecé a secarme. De repente, alguien llamó a la puerta. Era Ithin, diciéndome que cerrara ya el pico, y que me saliera, porque ella aún se tenía que duchar. Riéndome por dentro, me sequé lo más rápido que pude, y cuando me puse los pantalones, y la camiseta del pijama, salí.

Casi todos estábamos listos, la noticia de que hoy íbamos a hablar del viaje en la cena se había extendido como la pólvora. Me senté en el sofá, con los demás, mirando sin ver la tele. Esperando el comienzo de la cena. En apenas cinco minutos todos estábamos ya preparados, y cuando Esteban y los demás entraron en el salón, aumentó nuestro nerviosismo, mientras ellos se reían por ello.

-Bueno, no os vamos a hacer esperar más. ¿Cenamos? -dijo Drake.

-Sí – respondimos todos a la vez.

Pusimos todas las cosas en la mesa más rápido de lo normal, y nos sentamos, sin que se nos pasara por la cabeza empezar a comer.

-¿Cómo vamos a salir de aquí? -dije, sin pensármelo dos veces.

-Ya no tiene sentido esperar más a decíroslo. Vamos a salir por donde hemos entrado; por el antiguo metro -comenzó a decir Drake.

-Creemos que a unos cinco kilómetros de aquí, siguiendo la vía de la estación sobre la que estamos, la vía pasa cerca de una vía aún más antigua que esta. La distancia es de decenas de metros, si cavamos un túnel, podemos llegar hasta allí. Esta vía, en su época, servía para entrar y salir de la ciudad. Y nosotros vamos a salir.

-En primer lugar, nos hace falta cavar ese túnel, y en segundo, una especie de tren, con todo el equipaje y para llevaros a nosotros. Además, no sabemos exactamente donde podemos acabar, tenemos que estar preparados.

-Pero eso llevará mucho tiempo, y hará falta mucha mano de obra – dijo Gael.

-No, apenas unas semanas. Mañana mismo podemos hacer una especie de tuneladora, y poner un sistema de alumbrado en la zona donde vamos a empezar a cavar el túnel. La tuneladora no es muy grande, y sabemos como montarla. Si nos ayudáis, en unas horas está hecha. Además, siempre se puede cavar a la antigua, a pico y pala -le contestó y argumentó Drake.

-Así de paso me pondré cachas, porque con tanto pico y pala... -le contestó Gael, que alivió un poco la tensión que había en el ambiente.

-Bueno, siempre es mejor ser positivo. Aún así, podríamos dividirnos en dos. Algunos que se queden ayudando a la tuneladora a hacer el túnel, siguiendo su trayectoria, ensanchando su túnel y quitando escombros. Los demás, pueden montar el “tren”, organizar que llevarnos, y preparar todo eso – dijo Esteban. Parecía que había pensado toda la preparación del viaje de antemano.

-Parece que todo está muy preparado, ¿pero tenéis una idea de como hacer la tuneladora y el “tren”? -dijo Manau, con su voz grave, que hasta ahora no había apenas oído.

-Sí, y tenemos algo aún mejor; los planos. O al menos de la tuneladora, quedan por hacer los del tren. -le contestó Jane.

-¿Y como hacemos el plano? -continuó Manau.

-Eso es lo de menos. En cinco minutos lo tengo listo, si queréis -dijo Esteban. Claro, si es mitad máquina, lo podría hacer perfectamente y en muy poco tiempo.

-Adelante, Esteban - le dije yo.

-Veamos, será una especie de coche alargado, que cabrá en las vías del tren. Aunque las ruedas es lo ultimo que vamos a ponerle, porque no sabremos el ancho de la vía que vamos a utilizar hasta que lleguemos a ella. Funcionaría a pedales. Sí, no me miréis raro. Aparte de proporcionar energía de movimiento, a través de una dinamo conseguiremos almacenarlas en unas baterías. También vamos a llevar placas solares, que pueden funcionar durante el viaje. Y toda esta electricidad la utilizaremos para la comida, y para ir más rápido. Veamos, tenemos una máquina que a partir de materia, con energía, puede hacer casi cualquier alimento. A vosotros ni se os ocurriría una máquina así, y menos su funcionamiento, porque seguís teniendo la mentalidad que el gobierno quiere que tengáis, la del siglo 21. Pero no cambiemos de tema. Combinando la energía almacenada con la de los pedales, iríamos a una media de 30 km/h. Eso significa que, si pedaleamos 9 o 10 horas al día, llegaremos en una semana o menos. Ya sé que parece mucho, pero creo que podemos hacerlo, si tenemos 14 horas para descansar, comer y dormir.

-Vale, acepto lo que has dicho, no lo voy ha discutir. Pero aún así, hay que hacer el plano -dijo Niyebe. Y Esteban le contestó, sonriente.

-No te preocupes, lo he hecho mientras hablaba. Mirad – la serie que estábamos viendo se cortó, y aparecieron dos planos, uno eléctrico y otro mecánico. - No se pueden entender de un simple vistazo, pero son perfectos para ir haciendo el tren poco a poco. Os explicaré que significan las cosas, y como montarlo.

-¿Cuándo empezamos? -dijo Rick, entusiasmado.

-Mañana, a las once de la mañana, en la estación – Le respondió Drake.

Ahí comenzó la cena, y seguimos hablando, pero no recuerdo bien esa conversación. Como todos, estaba emocionado, pensando en el viaje a quien sabe donde.


Sería cerca de la medianoche. Recordé mi intención de volver a la azotea. Yo estaba en pijama, pantalones largos y camiseta de mangas cortas. Cogí una sudadera y me la puse encima, y me fui a la azotea en zapatillas sin preocuparme para nada por mis pintas. Apenas abrir la puerta de la azotea, el frío aire de la noche me azotó en la cara y me devolvió a la realidad. Me acerqué al borde.

Ahí estaba el abismo, cientos de metros mas abajo. Las luces se extendían infinitamente hasta el horizonte, llenándolo todo de colores, y dejando el cielo mas negro de lo normal. Yo estaba sobre la cumbre de a ciudad, en la azotea. Todos los edificios de alrededor eran más bajos, los más altos estaban a lo lejos, como torres de luz que partieran el cielo. Y era bonito. Me quedé un rato allí, curioseando las formas de los edificios. La azotea se veía en total oscuridad, negra, y yo andaba sobre ese vacío. Hasta que se me ocurrió que alguien entrara por la puerta y nos pusiéramos a mirar las estrellas. No, claro que alguien no, una chica. Y una en concreto; quería que viniese Tina. Y así, mirando la ciudad y las estrellas, (además de la puerta, de reojo) me quedé esperando a que viniera.

Probablemente pasaría cerca de una hora. Pensé que me gustaría quedarme allí toda la noche, y que Tina viniese, pero me resigné a lo que parecía más lógico. Entré en el ascensor, algo deprimido, cuando Mary me preguntó si no querría pasar la noche arriba. Le dije que sí. Me dejó de nuevo en la azotea, y a los pocos minutos, el ascensor se abrió con un colchón y unas mantas.

Puse el colchón pegado al borde de la azotea, donde había una baranda para evitar que alguien cayera. Me acosté. Estaba muy a gusto con las mantas. Entonces me puse más contento. Y hasta que me quedé dormido, imaginaba que Tina venía conmigo, triste por que no viera, sin darme cuenta de que era casi feliz solo con imaginar que venía y pasaba la noche en la azotea, bajo la luz de 3 estrellas, la ciudad infinita, y la Luna, que salió mientras me dormía.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 11 - El viento de las azoteas

-Rick, vamos, despierta de una vez. - Era ya la cuarta vez que se lo decía. - Venga, que nos vamos a perder la huida. - Perdí la esperanza al instante. También es verdad que yo había dormido algo más que él. Un poco enfadado conmigo mismo por mi crueldad, le dije:

-Rick, que sepas que lo hago por tu bien. Lo siento. - Él seguía sin responder. Cogí el ordenador, que había encendido para escribir lo que pasó por la noche, le puse los altavoces, y subí el volumen al máximo. Lo llevé a la cama de Rick. AC/DC empezó a atronar sus oídos. Por supuesto, se levantó de golpe.

-Creo que he aprendido la lección. No duermas cerca de Albus si te despiertas en una situación semejante.... - Me gruñó.

-Ja, ja, ja... -le dije, aguantando la risa.

Desayunamos algo. Yo llegué primero, Rick tardo un poco en levantarse. Y mientras esperábamos a que empezara la huida, cada uno iba a su bola. Acabamos hablando con Ithin, que también estaba allí. Todo empezó cuando Rick se sentó en la mesa a desayunar.

-Grrr... - Me “dijo” Rick, con los ojos rojos de estar recién levantado, y con cara de pocos amigos, nada más sentarse.

-Buenos días a ti también, Rick – Le contesté, aguantando la risa para no echar la leche por la nariz.

-¿A qué viene esa cara, Rick?¿No has tenido un buen despertar? - Dijo Ithin, siguiéndome la conversación, y aguantando un poco la risa, como yo.

-¿Os puedo ahogar en los cereales, o os ahogáis vosotros solitos? - Nos dijo Rick en tono amable, en contraste con su cara.

-Dos pueden más que uno, ¿verdad, Albus? - Siguió Ithin

-Cierto, pero me pregunto si Rick sabe nadar en cereales – le contesté. Hay un breve silencio que rompe Rick.

-Intentadlo si podéis.

-Sabes que podemos, Rick – Le contesté. Entonces, le cambio el rostro. Se le pasó el cabreo, y empezó a reírse, mientras nosotros le acompañábamos dejando de aguantar la risa. Y mientras nos tronchábamos, Rick se acercó a mí, y me dio un buen cate.

-¡Ay! - Dije, aún entre risas.

-Te lo mereces – Me contestó.

-Creo que esto va a dejar secuelas... -Comentó Ithin, riéndose nuevamente.

-Ah -Dijo Rick, dirijiéndose a Ithin. - Tu también te has ganado un premio, por seguirle la corriente.

Apenas le había dado un cate, (de tipo “Paff”) ella le respondió con un guantazo, (este de tipo “Zas, en toda la boca”) riendose todavía. Mientras, les dije, para que se calmaran un poco:

-Seguid así, si queréis acabar rodando uno sobre el otro por el suelo - Entonces, añadí sin pensar lo primero que se me ocurrió, riéndome: - Ah, y eso tiene un doble sentido opuesto...

Inmediatamente, me dieron los dos a la vez un guantazo, cada uno en un cachete, y seguimos riéndonos, sin más golpes. Apareció Tina por una puerta mientras nos seguíamos riéndonos, y le entró algo de risa solo de vernos reír.

-¿De qué os reís, jauría de descerebraditos? - Nos preguntó, dejando de reír.

-Preguntale a Albus.

-¿Y bien, Albus?

-Pues... verás, Rick tuvo un curioso despertar con AC/DC, y a partir de eso...

-Vale, -dijo en un tono irónico, sin dejarme terminar la frase- a partir de hoy me guardaré las preguntas, e intentaré olvidar esto último -

La conversación siguió en esa linea, hasta que poco a poco, cada uno fue tirando por su lado. Yo me fui a dar un paseo por el edificio, a perderme entre los pasillos. Acabé en la azotea. Mary me

preguntó si de verdad quería entrar, y al final abrí la puerta.

La altura daría vértigo a cualquiera, los coches parecían hormigas. Los demás rascacielos, estaban mucho más juntos que en el que yo estaba, pero entre todos ellos y este, había cierta distancia, pues los edificios eran más bajos. El cielo estaba nublado, repleto de nubes esponjosas, de un gris claro. Un viento helado y húmedo me azotaba la cara, y, de repente, el sol se abrió paso entre las nubes, por una zona menos densa.

Solo iluminaba la azotea en la que estaba yo, cuyo suelo brillaba un poco. Los demás edificios estaban a la sombra, pero se reflejaban las nubes en sus cristales. Así que, era luminoso, y parecía que habían nubes en todos los lugares de la ciudad. El gris se extendía hasta el horizonte, en todas sus tonalidades. Por un momento, el sol salió totalmente en un claro entre dos nubes, reflejando destellos en los cristales, que me deslumbraban, mientras mientras el viento de las azoteas azotaba mi pelo despeinado. El sol se escondió al poco tiempo. Y me di cuenta de que normalmente tendría el pelo más corto, ya me habría pelado en el internado.

Los rascacielos hacían que todo fuera aún más impresionante. Hacía algo de viento, que junto con el húmedo, me dejaba helado. Sin darme cuenta, había andado hasta la barandilla que había al borde del abismo. Apenas se veía el suelo, pues ese día era frío y húmedo, y más abajo había niebla. Pero de vez en cuanto se veían coches, muy muy pequeños, moviéndose en el suelo. ¿Tan alto estaba? Veía edificios que eran más alto que éste. Si saltaba... ¿Y si saltaba? ¿Me moriría? parecía algo tan simple pensar que no había nada después de eso... No, no podía haber nada, pero, era tan difícil de entender... ¿Cómo demonios puede ser eso?¿De verdad me puedo morir, tan fácilmente, dando un salto hacia delante? Estuve reflexionando un poco, pero luego bajé a casa. No podía perderme la huida. Mientras entraba en el ascensor, pensé que iría allí más a menudo.


Esteban parecía concentrado. Todas las pantallas estaban negras. En una apareció una palabra en blanco : “Ahora”. Inmediatamente después otra pantalla se encendió. Era una imagen, que debía de ser da la que se recibían las imágenes que ellos veían. Se veía a la chica albina enfrente, con ojeras, y con rosto preocupado, algo alarmado porque en su cabeza habría sonado “Ahora”. A la derecha se veía parte del pelo del chico rubio. Esa pantalla se quedó así. Y la tercera se encendió. Era un mapa de la planta del edificio en la que estaban ellos. El suelo era de un color azul oscuro, las paredes en un azul más claro, como los objetos. Las personas eran puntos verdes. Pero ellos tres eran puntos rojos, que se movían en una dirección, no como los otros, que parecían no tener rumbo. Después de subir algunas escaleras, y pasar por unos pasillos, se pararon ante una puerta. Entraron, y se aproximaron a lo que debía de ser la ventana. Pasaron unos momentos, hasta que por las tres televisiones, sonó lo mismo durante unos segundos, habían enviado el sonido de un helicóptero. En la pantalla de los mensajes, apareció abajo del otro mensaje: “Preparaos para saltar”.

Unos segundos después, una imagen sustituyó la anterior. En el cielo gris había una mancha negra varias decenas de metros más arriba. Era el helicóptero, que bajaba con la red colgando. Lo siguiente fue todo muy rápido. Había tensión en el salón. ¿Y si no lo lograban? Algo apareció en el mapa, fuera del edificio, enfrente de su ventana; el helicóptero. Un punto se movió. Llegó al helicóptero, pues no desapareció. Un segundo después, otro también lo hizo, mientras que en la pantalla de las imágenes apareció una nueva. Era desde sobre la repisa de la ventana, mirando hacia abajo. Daba vértigo. Y saltó. También llegó, afortunadamente. Todos suspiramos, aliviados, menos Esteban. Para él no había descanso alguno. La prueba era que en ese mismo instante, en la pantalla correspondiente apareció un nuevo mensaje: “Meteros en los barriles que están abiertos. Se cierran herméticamente desde dentro solo con tirar hacia abajo. “

Debieron de haberle hecho caso, pues las siguientes imágenes eran en casi total oscuridad. Cuando el mapa se actualizó de nuevo, se veía el helicóptero en el suelo, al lado del canal, donde había un barco. No podíamos ver a las máquinas moverse para transportar los barriles, pero sí veíamos como se movían los barriles donde estaban ellos. Todo parecía ir perfectamente por ahí, y por el barco, que tardó un buen rato en llegar al recolector. Mientras, Clara hizo la pregunta que todos estábamos esperando, pero, que sin saber por qué, no habíamos formulado:

-¿Cómo se llaman? - Jade le respondió al instante.

-La chica, Eudora, el chico negro, Manau, y el rubio, Gael. - Tuve una idea.

-¿Podéis poner los nombres sobre sus puntos? Así sabremos quien es quien.

-Buena idea, me respondió Drake. Esteban, ya le has oído.

No respondió nada, seguía ensimismado, mirando sin ver a la pared. Eso sí, por respuesta, los nombres aparecieron. Estaban en la parte trasera del barco, donde acababa la segunda fila de barriles. Gael estaba pegado a los otros barriles, Manau, en la popa del barco, y Eudora entre ellos dos.

En el recolector, otras máquinas debieron de ponerlos sobre el tobogán, también en el mismo lugar y orden. El mapa era sorprendente. El borde del recolector y el tobogán se veían en azul, pero había un gran circulo negro en medio. El recolector debía de ser muy profundo. Llegaron abajo, mandando el sonido que hicieron sus barriles al llegar al agua. Debían de estar acostumbrándose a eso, pues cada vez llegaban más sonidos e imágenes. Las máquinas parecían de películas de ciencia ficción, con muelles hidráulicos, unas garras diseñadas para coger los barriles, y varios leds. Aunque claro, costaba ver eso en algunas imágenes a través unas rendijas mojadas.

La siguiente parte por la alcantarilla fue más aburrida. Llegaron a la “acera”, desde la que llego una imagen de los barriles abiertos, entre las aguas verdosas, y a eso le siguieron unas cuantas horas de vueltas y vueltas por las tuberías. Horas en las que hablamos, y yo reflexioné.

Intentaba ser feliz sin más, pero siempre me venían las dudas a la cabeza. ¿Qué querrían de nosotros? ¿Qué le veían de malo al gobierno? Aquí no habían guerras, ni había apenas criminalidad... de hecho, si atendías en las clases de historia, descubrías que de entre todas las atrocidades que se habían antes, ahora no había ninguna. Simplemente, la gente no hacía preguntas. Y nosotros sí. No tengo vuelta atrás, así que, ¿por qué no pruebo a buscarles respuestas? Eso es lo que estaba haciendo. Pero tenía que esperar. Ya me lo han dejado claro. Primero tengo que ser feliz. Luego, haré las preguntas.

Hicieron la misma bajada que hice yo con Ithin en mi huida, aquella especie de tobogán repulsivo, en el inicio de mis aventuras. Entraron en la estación abandonada, e hicieron lo mismo que nosotros, pero cogieron otro de los vehículos. Ese era el último. Y cada vez llegaban más imágenes, tanto, que la pantalla de las imágenes estaba dividida en tres, y algunas veces parecían haber videos cortos. Los sonidos sonaban uno detrás de otro, a veces costaba entenderlos.

-Esos vehículos, ¿luego los mandaréis de nuevo allí? - Pregunté.

-Depende. Aún no estamos seguros de que vamos hacer después. Pero podríamos hacerlo. Llegarían, pero tardarían más.

Mientras, ellos estaban poniendo el vehículo en las vías. Me di cuenta solo entonces del aspecto de abandono que tenía la estación. La primera vez que la vi, no me sorprendió tanto, porque era la primera vez que veía una estación. Ya era la segunda vez que veía esa, con algo más de tranquilidad. Y además, había buscado en Internet fotos de las estaciones de ahora. No eran así. Eran más modernas. Y no tenían tanto polvo... A decir verdad, en el periodo que llevaba allí, no había ido a clase, pero había aprendido muchas cosas interesantes como esa. Comenzaron a pedalear. Ya, solo había que esperar. Y preparar un comité de bienvenida. Sería divertido.

Algunos nos levantamos del sofá, aburridos de esperar y esperar, ver siempre lo mismo. Esteban les decía que continuaban, seguía comunicándose con ellos. Pero nosotros no teníamos por qué hacerlo. Yo cogí mi ordenador, puse una pintoresca mezcla de músicas, y busqué información sobre las estaciones contemporáneas. Pensé que así podía entender donde acababa la ciudad. Fue imposible. Venían las paradas que hacían cada grupo de trenes de cada barrio. Y daba miedo leer la lista de barrios. Puse uno cualquiera. En ese barrio había varias paradas de tres líneas diferentes. Las estaciones eran muy pequeñas, para una sola linea, es decir, para un tren que va en una dirección y otro en la contraria. Parece que cada una de esas lineas atravesaban varios barrios. Y las otras lineas eran iguales. Con tantas lineas y estaciones, es completamente imposible imaginar el límite de la ciudad. Porque, tiene que tenerlo, ¿verdad...?

Fui a ver que estaban haciendo los demás. Rick estaba en el cuarto de Tina y Clara. Tina estaba leyendo algo en su ordenador, y Rick y Clara, mirando por la ventana. Por un momento pensé, ¿estarán juntos? Pero al momento respondí al pensamiento; estar juntos es algo más que mirar juntos por la ventana.

Estaba en el pasillo, iba a ver que estaba haciendo Nil, cuando Drake nos llamó. Habían llegado a la estación, dentro de nada iban a subir. En dos segundos, todos habíamos dejado lo que estábamos haciendo e íbamos corriendo por el pasillo hasta el salón. Estábamos esperando al lado de la puerta del ascensor, mirando las pantallas. Ahora, las cámaras los grababan. Estamos todos muy nerviosos. Tal vez algunos, estábamos más tranquilos porque somos así por naturaleza, como Nil y Ithin, que por efecto de los nervios tenían una sonrisa en el rostro, o incluso Niyebe y yo, que estábamos algo más nerviosos que ellos... pero los nervios estaban en el ambiente. Hasta los otros, que venían en el ascensor, estaban también nerviosos. Pasaron un minuto o dos, y me di cuenta de que en el ascensor sonaba la misma parte de la misma canción de cuando yo llegué, y seguí sin saber cual era.

Y de repente, sonó un timbre, el ascensor había llegado. La puerta se abrió, y entonces, todos nos callamos. Ellos estaban tan sorprendidos como nosotros al vernos. Solo Jane habló. Tranquila y sonriente.

-Hola. ¿Queréis toallas? - como cuando yo llegué, estaban empapados por la ducha en el ascensor.

Ninguno se atrevía a contestar, hasta que lo hizo Eudora ante la impotencia de los otros dos.

-Sí, por favor. -

Hubo un breve silencio de un segundo, que parecía que iba a alargarse porque no sabíamos que decir. Hasta que lo rompió Niyebe.

-Hola, yo soy Niyebe.

-Y yo Albus, encantado. -al fin reaccioné, y los demás reaccionaron en cadena, mientras se secaban, mirándonos aún sorprendidos.

-Yo soy Gael – dijo el chico rubio.

-Yo Eudora.

-... Y yo Manau.

-¿Quiénes sois, por qué estáis aquí? - Preguntó Gael, algo vacilante, y que sin duda lo había dicho porque llevaba todo el viaje haciéndose esa pregunta.

-Estamos aquí, porque, igual que vosotros, no estábamos de acuerdo con el funcionamiento del sitio donde estábamos antes. -Respondió simplemente Drake.

-¿Y de dónde venís? - Dijo Eudora.

-Hace algunos años, formábamos parte de equipos científicos de la ciudad. Ahora nos hemos independizado de ellos, investigamos lo que nos interesa por nuestra cuenta. - Respondió Jane esta vez. Y entonces, no pude resistirme a preguntar.

-¿En qué no estáis de acuerdo?¿Qué es lo que investigáis? - Se formó un silencio tenso; esas preguntas estaban más acordes a lo que pensábamos todos. Jane y Drake iban a responder a la vez, pero se miraron, sin saber que contestar. Y habló Esteban, que, supongo que con su mente semirobótica, podía razonar mucho mejor.

-Nos enfrentamos al sistema, porque creemos que deberíamos ser más libres. No nos referimos a que todo esté mal, no. No hay guerras, y apenas criminalidad, eso es algo a apreciar. Pero al fin y al cabo, estamos en una dictadura. ¿Sabéis como funciona el gobierno? ¿Quién es el que manda? … ¿Alguien en esta ciudad lo sabe? No, o al menos, que se conozca. Y lo queremos averiguar, el como y el por qué del funcionamiento de esta sociedad, que ha pasado en la historia hasta ahora, pues no sabemos casi nada desde el siglo 21...

¿Somos libres? ¿No está todo programado para que siempre haya un camino, estudiemos, encontremos una profesión, formemos una familia... para que seamos felices? ¿Así, sucesivamente, hasta el fin de los días? Sin un mínimo cambio en nada, sin saber realmente por qué son las cosas así.

-¿Y... eso implica quedarse en esta casa siempre...o hasta cuando? - Preguntó Niyebe nerviosa porque este era el momento de las preguntas y respuestas.

-No. No nos vamos a quedar aquí para siempre -dijo Drake, para alivio de Niyebe y todos nosotros.-Pero sí un tiempo. Sabemos que para cambiar el sistema no parece que estemos haciendo nada. Y es que también existe algo aparte de eso; por eso no vamos a quedarnos aquí. Vamos a ir a un lugar que ninguno de los que estamos aquí conoce. Un lugar muy lejano.-

Nil, audaz, preguntó:

-Y, ¿Eso está fuera de la ciudad? -

Drake, Jane y Esteban sonrieron, mientras nosotros seguíamos en tensión, y Eudora, Gael y Manau nos miraban atónitos a todos.

-Todo depende -contestó Jane- de hasta dónde llegue la ciudad.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Gala

En el espacio sideral va en busca de Urano. Ya ha hecho una acampada en Saturno, ahora se le apetece ir a Urano. Le gusta el azul. En su CPU todos los átomos forman su mente, que piensa al completo en música inexistente y que está creando en este momento que no tiene cabida en el tiempo, y por ende, tampoco en el espacio. Pero va a Urano, porque el paisaje le gusta para su música extravagante. Y no piensa en nada más. Ya no está programado así. Hoy no. Hoy no piensa así. Ha olvidado a los demás. A olvidado lo malo, ha olvidado a los humanos, a olvidado los problemas. La envidia, los sentimientos desagradables... No. No están. Y no lo estarán. No hoy. Porque está escuchando música. Porque la está creando. Y porque va a ir a Urano.

Pero se acabó la canción.

lunes, 3 de agosto de 2009

Como siempre, otra vez...

Era de noche. La luz entraba, tenue, y amarillenta, por la ventana que tenía delante. Delante de mis pies. La luz salía de una lamparita, colgada de la pared. La lucecita del porche. Al fondo, se veía la oscuridad. Aunque no los viera, sabía que eran pinos. Un búho sonaba en la distancia.

Veía Crepúsculo en la tele. Una noche más. La tele estaba en la esquina del salón, a la derecha. Mis primos también la veían, sentados, o tumbados, en sus sillas. A la derecha de mi cabeza, mi abuelo dormía en el sofá, tapado por la mesa. Como siempre. A mi lado, a la derecha, estaba la mesa. Desordenada, y llena de cosas. Igual que siempre, también. Más cerca de mis pies, en la mesa, estaba mi portátil. Tenía la pantalla apagada, pero estaba encendido. Estaba escribiendo, hacía un rato. Más cerca de mi cabeza, estaba mi piano de juguete. Sigue estando ahí. Y no se moverá en unos días. Entre el piano y el ordenador, mi móvil, sin llamadas, y sin mensajes. Y mi libro, claro.

Encima de la chimenea, el reloj. Medianoche, en punto. En el otro sofá, al lado de la mesa, hay alguien acurrucadito. Iluminado débilmente por la luz de la ventana, y no por la de la tele, como el resto del salón. Ese era yo. Y lo sigo siendo. Como siempre, miraba el suelo. Pensando. Que me sentía solo. Que, a pesar de mi familia, y mis cosas, faltaba algo. Que faltaba alguien. Que sigue faltando- [...]

Y tú... ¿Qué haces? ¿Donde estás...?


[…]


Acurrucado en el sofá, Bella sigue su vida, la luz me estará iluminando, y mi abuelo seguirá durmiendo. Pero, otra vez... ¿Y tú?¿Por qué no estás...?


[…]


Bella volvía a gritar. Le rompió la pierna. Temía por su vida. Otra vez... Gritaba. Un grito agudo, de dolor. O de furia. O de tristeza. Edward no estaba. Su Edward, no estaba. El sonido era agradable.

La madrugada se colaba por el reloj. En el porche, el búho ululaba a lo lejos, detrás de los pinos, debajo de las estrellas, que tampoco veía, pero que sabía que estaban... En el porche, la tenue y amarillenta luz se apagó.

viernes, 31 de julio de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 10 - Nuevas noticias

Me había despertado. Tardé un momento en darme cuanta de donde estaba, en mi colchón, en el suelo del salón, rodeado de mis amigos. Levanté el tronco y quedé sentado en el colchón. Abrí los ojos. Una luz cálida pasaba a través de la puerta del salón, y venía de la ventana de mi habitación. Estaba amaneciendo... Me volví a acostar, me tapé, y me quedé dormido, a gusto con mis amigos al lado.

El tiempo seguía transcurriendo así, perezoso. Con algunas noches sin dormir, otras tantas partidas al escondite, charlando con los amigos... Yo seguía escribiendo lo poco que pasaba. Aunque no era poco. Era todo lo que alcance tu imaginación. Montones de chistes malos (y no tan malos) por parte de Rick, y alguno más. Alguna escena como la que viví un día, mirando a Tina mientras se duchaba.... Así que, lo de que pasaba poco, es relativo. Porque pasaban tantas, tantas cosas, que me es imposible recordarlas. Simplemente, estábamos haciendo lo que nos dijeron que debíamos hacer, ser felices. No era tan difícil. Pero para un escritorcito como yo, contar estas cosas, es toda una odisea. Imaginad lo que queráis. Si el protagonista que imagines y sus amigos son felices unos días en una casa, y “solo” pasan todas esas cosas que pasan entre los amigos, es que lo has imaginado bien.

Estaba escuchando Sugar Magnolia, mirando una foto de un bosque, entre las muchas que había (y hay) pegadas a la pared de mi habitación. Era ya por la tarde. Bien metidos en Abril, la primavera a veces daba unos colores tan cálidos, que parecía que era verano. No habíamos descubierto nada más, salvo lo que yo escribí en mi diario. Se lo enseñé a los demás. Estuvimos de acuerdo, lo que simplemente hacíamos mentalmente era reflejar las ordenes que llevaban a nuestro cerebro, que era lo que nos decían que hiciéramos. Aunque nos costaban más algunas cosas que otras.
Algo nuevo. Reunión en el salón, lo antes posible. Y justo cuando acabó la canción. Me levanté, fui corriendo al salón, y me senté en un sofá.
Los demás ya habían llegado. Estábamos todos muy nerviosos, como asustados. Drake y Jane estaban de pié, delante nuestra. Esteban, estaba sentado en una silla, al lado de la mesa en la que comíamos. Era su estilo, siempre se hacía el interesante. Por supuesto, lo conseguía.
-Lo primero -comenzó Drake a decir- es tranquilizarse. No ha pasado nada malo, convocamos esta reunión para contaros que vamos a hacer ahora. -
Una vez todo el mundo estuvo más tranquilo, Jane continuó:
-Hoy mismo va a comenzar una huida. Mejor dicho, 3. Todo comenzará esta noche, en sus sueños. Porque van a soñar lo que nosotros queremos que sueñen. -Niyebe y yo nos miramos, comprendiendo.- También llegarán como algunos de vosotros, por el tren. Pero antes, por las alcantarillas. Eso sí, esta vez vienen solos, no va a ser necesario que vaya alguien a por ellos. - La cosa se ponía interesante, escuchábamos muy atentos.
-Creemos -siguió Esteban- que vosotros no tenéis por que quedaros sin saber nada. Es más, tal vez podáis ser de ayuda. Por eso, ahora mismo vamos a instalar unas cuantas pantallas en el salón. A las tres en punto de la madrugada empezará la operación, es decir, el sueño. En cada una de las tres pantallas, veréis el sueño de cada uno de los tres chicos que vamos a “rescatar”. Esos sueños, los veréis al mismo tiempo que ellos. Están hechos por ordenador, por nosotros, estos últimos días. Solamente se envían, al mismo tiempo, a las pantallas, y a sus cerebros. - Paró un momento, y Drake siguío hablando.
-Luego, por la mañana, si todo sale según lo previsto, harán lo que han visto en sueños. Alrededor de las 11:30, empezará la segunda parte. Las pantallas seguirán ahí. No mandarán lo que ven, ni mucho menos. Pero sí algunas imágenes, algunos sonidos. Y los radares y mapas, claro está, que con eso nos guiamos, nosotros y ellos. También saldrá la información que mandemos. En un texto escrito.
-Lo que habéis estado descubriendo últimamente, que es más o menos lo que pasa en la realidad, es lo que vamos a hacer. Nosotros escribimos en el ordenador lo que queremos que hagan. Hemos creado un programa que lo codifica de una manera que el cerebro humano lo entienda. Y lo enviamos. En el caso del televisor, no se codifica, así que lo podréis entender. - Explicó Jane.
-Vale. -Nil sacó sus conclusiones, y habló. - Me parece bien como habéis organizado, y creo que voy a ver la huida. Pero, ¿sabéis si ellos tienen la intención de salir de su internado? -
Esteban tardó unos segundos en responder; sabía que a Nil su huida le había afectado bastante.
-Sí. Hemos estado averiguando todo lo que hemos podido de ellos contactando con sus cerebros por Internet. Querían huir, lo habían estado hablando. Se conocen, son amigos. -
Nil se quedó sorprendido, algo contrariado. Por una parte, le parecía bien, pues era mejor para ellos. Por otra, se estaba dando cuenta de que no llevaba la razón, no a todos los demás les tenía que pasar necesariamente lo mismo que a él.
-Bueno, ¿alguna pregunta? - Preguntó Drake, sin recibir respuesta de nadie. - Pues eso, quien quiera ver el sueño, aquí a las tres. Y otra cosa. Las pantallas no se ponen solas... ¿Nos echáis un cable? -
Nadie dijo que no. El resultado fue que nos pasamos el resto de la tarde poniendo las pantallas. Estaban en unas cajas, muy al fondo del armario de la sala de ordenadores.
Tenían el polvo de varios años. Las dos pantallas eran del mismo tamaño que la que había en el salón, pero parecían más viejas. Estuvimos un buen rato limpiándolas, y, con el cachondeo, las abrimos. Por dentro tenían unos cuantos cables, algún que otro chip, y mucho, mucho polvo. Se lo quitamos con escobas, y en la otra hicimos lo mismo, por miedo a que con tanto polvo por dentro no fueran a funcionar. Luego, volvimos a buscar unas piezas aún más al fondo del armario, para encajar las dos pantallas al lado de la que ya estaba instalada en el salón, colgada del techo en una esquina. Con la ayuda de todos, lo encajamos, y subimos las pantallas entre muchas manos para dejarla encima. Y para hacer todo esto, eramos 10 personas. Cuando encajamos las pantallas, Jane y Esteban fueron a configurarlas con los controladores, y conectándolas con los ordenadores. Los demás, mientras, hicimos que el suelo fuera visible después de todo el polvo que habíamos sacado de las dos pantallas. Todo eso luego iba al ascensor, para que Mary lo tirara a la basura. El ascensor acabó con varios centímetros de polvo por el suelo. Nunca había visto tanto polvo junto. La verdad es que la tarde se pasó volando, era entretenido limpiar una máquina por dentro. A las 9 ya estaba todo listo. Nos dimos nuestras respectivas duchas (ganadas a pulso). El resto de la noche fue más o menos normal. No fue normal del todo porque vimos el video, pero lo fue, en parte, porque si lo vimos fue porque seguimos haciendo lo que nos daba la gana a una hora en la que sería lógico dormir, como siempre. Después de a ducha cenamos. Al terminar, yo escribí lo de la nueva huida. Estuve un rato con los demás, de cuarto en cuarto, charlando, jugando al cuarto oscuro (juego que se popularizó entre nosotros al poco tiempo). También hablamos de lo que acababa de pasar, de la nueva huida. Seguro que iban a ser personas interesantes de conocer. ¿Vivirían muy lejos? ¿Cómo sería su huida?
Algunos se quedaron por allí, pero otros nos fuimos a la cama sobre la una o las dos. Les dije que me despertaran a las 2:55.

-Albus, ¡despierta, corre, va a empezar!-
Abrí los ojos, medio despierto. No veía nada, había mucha luz... Había algo borroso sobre mí. No, no era algo, era alguien que me miraba. Por la voz debía de ser Niyebe.
-¡Apaga la luz! - le dije, casi sin voz.
Me hizo caso, fue entonces cuando la vi. Claro que era Niyebe. Me levanté, destrozado, casi sin haber dormido, y fui corriendo como pude al salón, que afortunadamente tenía como única luz las tres pantallas. Me hicieron un hueco en un sofá, y me senté agradecido. Se me cerraban los ojos, necesitaba dormir. Pero estaba decidido a aguantar. Apenas unos segundos después, Drake vino corriendo del cuarto de ordenadores. Se encendieron, a la vez, las tres pantallas. Eran las tres en punto. Era la hora.
En las tres se vio el mismo comedor, desde la misma mesa, por la mañana. Solo que se veían desde diferentes puntos de vista. Desde la pantalla de la izquierda, se veía a una chica muy, muy rubia, casi albina, y muy pálida, delante. Tenía los ojos azules, como el cielo al amanecer, donde acaban los tonos rojizos. A la derecha, había otro chico. No se veía muy bien, pero se veía que era rubio, aunque no tanto como ella. La pantalla de en medio debía de ser lo que veía la chica. A la izquierda veía al chico rubio, que tenía los ojos azules verdosos, como el mar en la playa. A su derecha, había otro chico, que era negro. Su pelo rizado era negro, y estaba pelado muy corto. Sus ojos eran grises. Debía de ser el que recibía las imágenes de la pantalla de la izquierda. La pantalla de la derecha era la del chico rubio. Delante estaba ella, la chica casi albina, y aprecié que tenía pecas. A su izquierda estaba el chico negro, que la miraba a ella. De repente, los tres miraron al reloj que estaba en la pared. Marcaba que eran casi las once y media. Los tres se levantaron, y salieron del comedor, hacia algún sitio. Como para que fuera más fácil de entender, el chico negro corría a la izquierda de los tres, en la pantalla izquierda. El chico rubio, en la de la derecha. Y la chica, corría entre los dos, en la del medio. Pasaron unos cuantos pasillos, y unas cuantas escaleras, y llegaron a una habitación. Se me cerraban los ojos...
Todos cogieron sus respectivas mochilas, y abrieron la ventana. ¿Qué clase de huida suicida habían pensado Drake y los demás? Probablemente habían varios cientos de metros de caída.
Desde el cielo bajaba un helicóptero. Llevaba una especie de red colgando. Bajaba lentamente. Los tres chicos saltaron, empezando por el de la izquierda, pero casi al mismo tiempo. Se habían agarrado a la red. Menos mal que las cuerdas que la hacían eran de unos dos centímetros de grosor, sino hubiera sido mucho más difícil para ellos. Subieron por ella unos cuantos metros, hasta llegar a una escotilla que entraba al helicóptero desde abajo. El helicóptero debía de ser automático, porque no había nadie dentro, menos ellos tres. Mientras se miraban los unos a los otros, y el helicóptero bajaba, se metieron dentro de unos barriles, que cerraron por dentro. Eran grandes, pero tenían que apretujarse un poco. Apenas tenían unas rendijas por las que entraba un poco de luz. Pero tenían un cristal. No tenía ni idea de por donde les llegaría el aire.
-¿Cómo pueden respirar ahí dentro? - Preguntó Ithin, cortando la pregunta que estábamos a punto de hacer los demás.
Jane respondió.
-Aunque no se vean, esos barriles tienen unos aparatos que se encargan de que entre el aire, pero no el agua.
Eso nos sorprendió más. Además, yo, que tenía la mente embotada por el sueño, no lograba pensar bien.
-¿Por qué tendría que entrar agua? -Preguntó Nil.
Jane iba a respondedle, pero se le adelantó Esteban.
-Mirad. - fue lo único que dijo.
El helicóptero debía de estar aterrizando, porque se veía que se movía menos, y se oía como aterrizaba. De todas formas, ellos en sus sueños debían de sentirlo, aparte de verlo y oírlo. De repente, todo cambió. En las tres pantallas se vio lo mismo, como el helicóptero aterrizaba sobre un barco de transportes, en uno de los numerosos canales de la ciudad. Pero no se veía como lo verían ellos, sino como desde algún punto del cielo. A veces eso se cortaba y se veía como lo veían ellos, desde las rendijas de los barriles. El resto del sueño iba a seguir siendo así. Era extraño, y no parecía tener sentido para ser lo que ve una persona por sus ojos. Pero eso era un sueño, y en los sueños las cosas no tienen mucho sentido.
El helicóptero dejó los barriles en los que estaban ellos, y alguno más. A continuación se elevó en el aire, y se fue. El barco empezó a moverse por el canal, doblando hacia otros de vez en cuando. Hubo un momento en el que en la pantalla solo salía un reloj, al que las manecillas se le movían muy rápidamente. Supuse que debía de indicar que pasaba un rato. Desde dentro de los barriles se notó que el barco paró. Desde fuera, se vio que había atracado en un recolector de aguas. Era un gran boquete en medio del suelo, rodeado de más rascacielos. La parte de arriba del boquete era un cono truncado bocabajo, que hacía que el agua de la lluvia cayera hacia abajo. Además, estaba repleto de tuberías abiertas, que por ahí expulsaban el agua de lluvia de varias zonas de la ciudad, para que cayera al recolector. El canal terminaba cerca del borde del cono truncado donde empezaba el recolector. Pero el agua del canal no iba allí, ni mucho menos, tenía un muro de hormigón que impedía que el agua cayera, y que a su vez servía de muelle. El canal no era muy profundo, lo suficiente para que pasaran barcos más bien pequeños. El que utilizarían en la huida no era más grande que un camión. Bajaron los barriles. Aún más cerca del borde del recolector, habían unas escaleras que subían un poco hasta un tobogán. Este tobogán, una vez acababa la parte del cono truncado, giraba, y se pegaba a la pared, descendiendo y dando vueltas, como una escalera de caracol sin escalones. Aunque claro, seguía quedando un enorme hueco en medio, pues el recolector tendría seguramente veinte metros o más de diámetro. Sé todo esto porque nos lo enseñaron en el internado. Aunque entonces no sabía para qué podrían servir los barriles...
Sus barriles fueron los últimos. Una vez llegaron a la parte cilíndrica del recolector, el tobogán era como un tobogán de agua, pues gran parte de toda el agua de las tuberías de más arriba caía sobre ellos. Tenían una forma especial para que los barriles no se salieran, y cayeran al fondo del recolector, rompiéndose por el impacto. Por las rendijas del barril, solo podrán ver el agua cubriéndolo, como si estuviera lloviendo. Y a medida que se iba hacia abajo, la oscuridad era creciente. Abajo se veía una pequeña luz, muy débil...
-Todo esto sería bastante divertido, sino fuera porque el recolector tenga seguramente más de doscientos metros hasta el agua, más todo lo que haya debajo de ella. -
Drake nos sorprendió a todos con ese dato.
-Yo creo que tiene que ser igualmente divertido. Además, al ser más profundo dura más tiempo. - Le dijo Rick. Yo me habría reído, pero estaba demasiado dormido para hacerlo. Además, me costaba mucho recordar las cosas que había aprendido en el internado acerca de los recolectores, y entender lo que pasaba, porque seguía estando atontado.
Pasado un poco de tiempo, llegaron abajo. Los barriles eran recogidos por una grúa, que estaba en una plataforma unos metros más arriba. Los suyos se quedaron flotando en el agua, siendo los últimos en ser recogidos. Había una compuerta, por la que pasaban los barriles por una cinta transportadora. Había más luz. Llegó a un punto en el que parte de la cinta se paro. Esa era la parte en la que estaban los tres últimos barriles. Otra grúa los cogió, y en ese pasillo en el que estaban se abrió una puerta. Dejó los barriles dentro. Era un ascensor.
Subió unos cuantos pisos, y una puerta se abrió, por el otro lado de por donde habían entrado. Una máquina los cogió, y los tiró al agua. Se cerró el ascensor. Había menos luz, y la poca que había era verdosa, por lo que tenía un aspecto fantasmagórico. No me costó mucho entenderlo.
-Aquí es donde empieza la parte de las alcantarillas, ¿verdad? - pregunté a todos en general, aún con poca voz.
-Eso parece. - Niyebe fue la que me contestó, que estaba sentada al lado mía.
En el agua, los barriles activaron unos propulsores, que les llevaron hasta el borde de la alcantarilla. Como una acera al borde de un gran lago.
-Los barriles en realidad deberían tener matarratas, para el mantenimiento de las alcantarillas. Además, limpiaban un poco toda la zona. Pero aguantarán un tiempo con ratas de más. -
Claro, a él, que no era de todo humano, no le desagradaban. Mientras, Niyebe me miró con cara de asco.
Mientras, ellos salieron de los barriles. Comenzaron a andar, giraron varios montones de veces. De repente, se oyó a Esteban hablando, pero no en la realidad, sino por las pantallas. Formaba parte del sueño. “No os vais a perder. El camino llegará a vosotros, a vuestras mentes...” No era un mensaje muy completo, ni tampoco explicaba demasiadas cosas, pero les decía que encontrarían el camino, y parte del método.
Otra vez el reloj al que se le movían las manecillas más rápido de lo normal. Llegaron al limite de la alcantarilla. Con una linterna, la chica iluminó la tapa que debían levantar para entrar en la estación. Fueron a los generadores, encendieron la luz, y cogieron el vehículo que funcionaba con pedales y batería. Y de nuevo, el reloj. Empezaba a irritarme, porque a partir de ahí conocía más o menos lo que iba a pasar, y el reloj salía cada dos por tres. Además, no podía conmigo mismo, me iba a quedar dormido en cualquier momento. Llegaron a la estación, guardaron el vehículo y fueron al ascensor. Salieron unas imágenes de la casa, y de nosotros...
Levanté la cabeza de golpe, me había quedado medio dormido. El sueño ya se había acabado. Ahora, en las pantallas, estaba un mapa en la del medio. Había dos puntos en una habitación. Uno se movió un poco. El otro fue hacia el otro punto. Los dos chicos debían de ser amigos. Y debían de dormir en la misma habitación.
-Parece que el sueño ha hecho efecto... se han despertado, están hablando. - Dijo Jane.
Los demás mirábamos atentos. Salieron por la puerta, y muy lentamente, avanzaron hacia una dirección, pegados a las paredes.
-Vale, es de noche, y no pueden hacer mucho ruido. Pero tampoco creo que sea necesario ir como espías, ¿no?
-Hay guardias. Ahora mismo mando les mandaré ondas a los alrededores para que se reflejen los guardias... Aunque también la de las demás personas. - Dicho esto, Esteban se quedó quieto unos momentos, para realizar la operación. Yo apenas había entendido lo que quería hacer, porque estaba muy atontado.
Era verdad. En las habitaciones de su alrededor había más puntos. Y también había puntos por los pasillos, andando lentamente. A veces tenían que dar rodeos, o incluso correr, para que no les vieran. Aunque claro, no veíamos eso, teníamos que deducirlo por como se movían los puntitos en el plano.
En una habitación, había un punto moviéndose, debía de ser alguien despierto. Ellos se pararon delante de la puerta. Mientras, un punto se acercaba por el pasillo. Debía de ser un guardia. Entraron en la habitación justo antes de que el guardia doblara la esquina hacia ese pasillo.
-Vaya, pues debe de haber salido todo bien, por que parece que son ellos tres y se están contando su sueño. - comentó Clara.
-Deben de estar decidiendo que hacer. - le dijo Niyebe.
-Voy a dejarles las cosas claras. - Dijo Drake. Jane, alarmada, le preguntó.
-¿Qué piensas hacer?
-Mandarles un mensaje. Les voy a decir que si de verdad quieren huir, esta es su mejor y única opción.
A todos nos pareció bien. Pero yo no entendía como se las apañaban para conseguir que todos nosotros nos escapáramos del internado. Y eso, que hemos tenido muchas dudas, como por ejemplo, todo lo que pasó con Nil. Mucha gente dice que quiere escaparse, pero no lo hace cuando tiene una oportunidad, por miedo.
En todo caso, Drake quería que tuvieran las cosas claras, se estaba preocupando de que no nos equivocásemos en el camino que cogíamos.
Fue lo último que pensé, en uno de esos momentos de lucidez que tienes antes de dormirte.

-¿Tan cómoda soy? - Me preguntó Niyebe, justo después de despertarme, antes de que yo mismo me diera cuenta de que estaba despierto. Tardé un poco en responder.
-Me he quedado dormido... sobre tu hombro. Lo siento.
-No pasa nada. - A ella también se le notaba el sueño en la voz.
Yo, que seguía con la vista desacostumbrada a la luz de la pantalla, no veía apenas nada.
-¿Qué hora es?¿Qué ha pasado mientras estaba dormido?
-Son las 4:30. Han estado hablando un rato, y como el guardia sigue afuera, curioseando, se han quedado todos dormidos hace poco en la habitación de la chica. -
En el salón ya solo quedábamos, si es que puedo incluirme, Jane, Esteban, que iba a apagar la pantalla, Nil, Ithin, Niyebe, y yo. Y nos íbamos a ir todos a dormir de un momento a otro.
-Me voy a la cama.-dije. Ellos se despidieron. Hice una parada en el cuarto de baño, y me fui a la cama, pensando en el interesante día que me quedaba por delante.

martes, 21 de julio de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 9 - Un día más, un día menos

Debía de haberme quedado dormido mientras escribía. Me dolia el cuello, la mesa no era muy comoda. Debían ser las 3 de la madrugada, Rick estaba ya en la cama, y el ordenador se habia apagado solo, guardando los archivos abiertos antes de nada. Yo estaba tapado con una manta. Nada más ver la manta, encontre la nota que Rick me habia dejado, y que me costó leer entre el haberme acabado de despertar, y la oscuridad. Ponía "tapadito, por cortesía de mamá Rick". Me hizo sonreir mientras me metía en la cama, agradecido a mamá Rick.

Me volvi a despertar. Debia de hacer un rato que habia amanecido. Tarde un poco en levantarme; Rick seguía durmiendo, y no queria hacer ruido y despertarle. Cogí el ordenador, y me fui al salon, que estaba en penumbra, pero más iluminado. Eran las 8:30, segun el ordenador, que podia equivocarse unas décimas de segundo, pues tenia la hora por internet. Escribí las partes que me quedaban por contar, que eran los últimos días. Mientras, Esteban entró en el salón.
-¿Qué haces?- me preguntó.
-Escribo - le respondí sin levantar la mirada del ordenador.
-Eso ya lo veo, pero, ¿qué escribes? - fue entonces cuando levanté la mirada.
-Mi historia hasta ahora mismo - le respondí.
-Interesante... ¿quieres encontrar pistas sobre lo que ha pasado, y lo que pueda pasar?
-Sí.
-Me parece bien. Pero ten en cuenta, que vais a tener las explicaciones, solo hay que esperar.
-Sí, pero no se cuanto, tenemos curiosidad, y creo que derecho a saber todo eso.
-¿Sabes que en realidad, no tienes ese derecho? El gobierno escribió bien las leyes para su beneficio... 4 o 5 meses. Algo así. No creo que sea tan horrible pasar el mejor verano de tu vida esperando un poco, ¿no?
-Es como en los libros, los veranos que guardan un misterio por descubrir.
-Tal vez. Haz lo que quieras. Pero tened en cuenta que las respuestas llegarán. -
Iba a irse, pero no lo dejé, se me acababa de ocurrir otra pregunta.
-Espera, quiero preguntarte una cosa. Jane y Drake... ¿Son novios, o algo así? - la pregunta le sacó una sonrisa, pero no le sorprendió.
-¿Sabes?, eres el último en preguntarme. Los demás han sido más cotillas - Eso me hizo sacar una media sonrisa - Bueno, son algo así, pero no sé si tú los considerarías novios - No entendí a que se refería entonces.
-Explícate, no se a que te refieres.
-Veras, entre una cosa y otra, llevan toda la vida juntos. Nunca se han declarado novios, ni nada asi. Pero al fin y al cabo, los enamorados de verdad, acaban compartiendo su vida, ¿no? Bueno, creo que los dos no han distinguido el enamoramiento de lo normal. Han acabado compartiendo su vida, pero en ningún momento se les ha ocurrido que estén enamorados, o que sean novios.
-Creo que lo entiendo. Pero, ¿tú cómo sabes todo eso? - Su sonrisa se amplió, pero, como todas las sonrisas de Esteban, me parecían que no eran sinceras del todo. No era como una sonrisa normal, de esas que simplemente son agradables y te dan más ganas de sonreir. No, era como mi media sonrisa llevada a lo más alto de su explendor. Era una sonrisa inhumana. Pero es curioso, porque Esteban era bastante humano. No lo digo refiriendome a ser de mi especie, no. Lo digo referiendome a lo contrario de lo que son muchos de mi especie, inhumano.
-También llevo una parte considerable de mi "vida" con ellos dos - No hice más preguntas.
Así que, dicho esto, se fue, mientras lo veia entrar en el cuarto de los ordenadores.
Cuando terminé de escribir, ya sobre las 10, me releí la historia. Corregí las faltas, se me pasaron las faltas... lo normal. En parte, me gustó como había escrito algunas cosas, tenían algo de estilo. Pero eché en falta las descripciones de los personajes, su personalidad... tendría que esforzarme en eso. Por otra parte, las dudas estaban claras, pero, con todo lo que pasaba a mi alrededor, era dificil recordarlas cuando quieres responderlas. Decidí apuntarlas, y dedicar esa mañana, y el tiempo que hiciera falta, a resolverlas, mientras, a la vez, describía más decentemente a los personajes.
Principalmente, encontré cualidades "mentales" de mis amigos:
  • Niyebe me dijo que intentó que pararan el interrogatorio mentalmente, y que después siguió por las calles que le guiaban Esteban, Jane, y Drake. Pero, ¿cómo? Además, ¿eso tendría que ver con lo de mi sueño?
  • También me dijo que Esteban mandó una señal intensa al cerebro de Nil, que activó su "sonar" y aturdió a los guardias. Bastante extraño.
  • Ithin también acabó aturdiendo a los guargias en nuestra huida, y ese manejo con los ordenadores no es normal.
Mientras se me ocurría algo, tendría que esperar, pues aún no se habían levantado ninguno de ellos. Niyebe dormía sola, tenía un cuarto entero para ella. Ithin también debía de dormir sola antes, pero ahora, duerme en el mismo cuarto que Nil. Tal vez sería mejor despertar primero a Niyebe, ya que no corría el riesgo de despertar a nadie más. Aunque claro, también podía esperar. Decidí explorar, ver quien estaba dormido, y quien no.
Fui primero a mi cuarto; Rick seguía dormido como un tronco (o bien, como había hecho a lo largo de toda su vida). Pasando al cuarto de al lado por la puerta lateral, Tina también seguía dormida, con expresión dulce en su cara morena. Como se suele decir, parecía un angel mientras dormía. Clara también seguía dormida, pero antes de que pudiera observar nada más, movió el brazo, dio un manotazo a la pared, y gruñó. Salí de la habitación aguantando la risa.
En la habitacion de Ithin y Nil, ambos dormían. Ella acurrucadita en la pared, parecía tan menudita... Nil, en cambio, se revolvia entre las sábanas, sudoroso, debía de tener pesadillas. Decidí ayudarle, el pobre estaba sufriendo mucho esos últimos días. Subí parte de la escalera, le desenrredé de las sábanas, y las aparté de él. Seguía moviendose, pero no tanto. Le di la mano. Entonces, se quedó quieto. Su rostro se liberó de la tensión. Quedó tranquilo, bocaarriba, en la cama, y salí de la habitación, pensando que, era como si se hubiera estado debatiendo entre la vida y la muerte, hubiera perdido las fuerzas y... la muerte le dio la mano, dejandole reposar en su lecho...
Casi sin darme cuenta, llegué al cuarto de Niyebe. Estaba tapada hsata el cuello. Tenía la mano izquierda sobre su pecho, la derecha entre las sábanas. Las rendijas de la persiana dejaban un poco de luz sobre su cara, también grisacea por la luz, totalmente tranquila. Me senté al lado de sus pies. Estaba tan guapa dormida... De repente abrió los ojos. La miel que había dentro de ellos, miraba en dirección a los olivos que había en el prado de los mios.
-Buenos días, Niyebe.
-Hola, Albus.
-Hoy me tocaba a mi mientras mirarte no te dabas cuenta - ella sonrió, moviendo sutilmente sus labios carnosos, en esa luz grisácea.
- Me estaba haciendo la dormida.
Me entraron ganas de abrazarla, sin razón aparente. Me contuve.
-¿Qué has soñado hoy? - le pregunté
-Creo que fue justo antes de despertarme. Había un chico mirando por las rendijas de la ventana. Parecía un angel. Se dio la vuelta. Y entonces, tú te sentaste en mi cama.
-Es curioso. ¿Qué crees que significará?
-No lo sé. Pero prefiero quedarme sin saberlo. -
Mantuve el silencio unos segundos.
-Oye, Niyebe.
-Dime.
-Cuando me contaste la huida de Nil, en el interrogatorio... me dijiste que intentaste mentalmente que os dejaran en paz. ¿Qué significa eso?
-Creo que Drake, Esteban, y Jane, consiguen mantener contacto con la gente directamente a través de su cerebro. No se muy bien cómo, pero es como si fuera por internet, es algo complicado. Yo simplemente intentaba hacer lo que me decían, aunque no sé muy bien como. Creo que tenía que "reflejar" las ondas que ellos me mandaban a mi, pero no pude. Fue Nil el que lo consiguió, aunque le costó un dolor de cabeza.
-¿Es lo mismo que hacías para guiarte por las calles?
-Sí, pero entonces solo me decían " por aquí", o " a la derecha".
-Entiendo. Estoy recapitulando, a ver que son las cosas que no entiendo de las últimas cosas que nos han pasado, tal vez nos den alguna pista de los secretos que nos guardan.
-Probablemente. Creo que es una buena idea lo que haces.
-Por cierto, ¿qué crees que fue nuestro sueño del otro día?
-Puede ser que Jane y los demás conectarán nuestros cerebros, para que nos acabáramos encontrando...
-Tiene sentido. - Hubo otro silencio, que volví a romper yo: - Por cierto, ¿recuerdas que en un "arrebato" de pesimismo de Nil, ayer, dijo que él no tenía nada de especial? Pues él fue el único de vosotros dos que lo consiguió. ¿Tendrá él algo de especial, uno de esos secretos que no nos quieren contar?
-No lo sé, pero tenemos que decírselo. A lo mejor se alegra de pensar que si que tiene algo especial... y eso le vendría de maravilla. - Nos volvimos a callar otro momento, pero, esta vez, el silencio lo rompió ella.
-¿Ves ese montón de ropa que hay en la mesita? Pasamelo, por favor. -
Lo hice, con expresión interrogativa.
-¿Vas a cambiarte de ropa? No te preocupes, salgo y entro cuando te cambies.
-No, no te preocupes, ya estoy desnuda, solo voy a vestirme. -
No me habia dado cuenta de que estaba desnuda, se habia tapado bien con las sabanas. En todo caso, ¿que pensaba hacer, que no me echaba de su cuarto? La respuesta fue facil y directa, se tapó hasta la cabeza con las sábanas, y se vistió debajo. Dos minutos después, me dijo:
-Ya estoy lista. - Se levantó, con un chandal puesto. Subió la persiana, me deslumbró, mientras no me movía, solo me giraba para ver que hacía. - Voy al cuarto de baño. Esperame en el salón. -
Eso fue lo que hice. En el salón estaba Nil, algo pálido, a pesar de ser moreno, con sus ojeras y sus ojos marrones perdidos en la pared. Se le veía pequeño. Aunque la verdad, es que era más bajo que yo, tenía el pelo más corto, y estaba tanto o más delgado que yo. Caí en la cuenta de que si había un rasgo que le caracterizaba, era su nariz pequeña y redondeada, y la mirada perdida.
-Hola, Nil.
-Hola, Albus... ¿qué tal?
-Bien; he estado con Niyebe, hablando. ¿Y tú?
-Mal, he tenido pesadillas. - Suspiré. Ya lo sabía, pero quería preguntarle sobre qué.
-¿Qué pasó?
-Vi a mis amigos del internado morir en el incendio, mientras no podía hacer nada. Luego, las llamas llegaron a mi, y cuando creía que iba a morir, alguien tiró de mi y me sacó de ahí. Me quedé en el suelo, sin poder moverme, y pensando que el que me sacó de ahí me había abandonado. Entonces, el edificio se me cayó encima, y me desperté.
-¿Sabes quien te dio la mano?
-No tenía rostro.
-Era yo. Estaba dándome un paseo, y tu te estabas retorciendo entre las sábanas. Te las quite de encima, y te di la mano. - Él se irguió, sorprendido, y algo alterado.
-¿Me sacaste de las llamas para abandonarme después?
-No, solté tu mano cuando vi la tranquilidad en tu rostro, para dejarte dormir. -
Él iba a replicar algo, cuando Niyebe entró en el salón.
-Nil, no estás siendo justo. - Él se pensó la respuesta unos segundos.
-Supongo que tenéis razón. -
Cuando terminó su frase, se dejó caer en el sofá, y siguió con lo que estaba haciendo; mirar a la pared.
-Nil, no estés triste - le dije.
-No lo estoy. - No nos convenció ni a Niyebe, ni a mí. - Bueno, sí lo estoy. Pero no es esa mi intención. Haced como si no lo estuviera. -
Niyebe me miró. No supe en que estaría pensando.
-Tenemos algo que decirte. -
Hubo un pequeñisimo gesto de ilusión esperanzadora en su rostro interrogante, que conseguí percibir.
-¿Te acuerdas de cuándo ayer dijiste que no tenías nada de especial?
-Sí. -
Sus ojos, hasta entonces inexpresivos, estaban empezando a brillar.
-Pues según nuestras investigaciones, eres el más especial. -
Sus ojos brillaban más. Ya casi se percibía una sonrisa en su rostro. Esta chica era genial. Apenas habíamos hablado, pero ella ya lo había interpretado como ella quiso (de la manera correcta), y estaba escogiendo sutilmente sus palabras para conseguir quitarle de en medio esa cascara de tristeza que envolvía a Nil. Tenía que intentar seguirle el rollo.
-Todo lo sacamos simplemente de tu huida - dijo Niyebe, antes de que yo la relevara.
-Ella no pudo conseguir aturdir a los guardias. Tú lo conseguiste, habiendo intentado algo así por primera vez en tu vida. Y, por si fuera poco, aguantaste hasta el final. No te derrumbaste, a pesar de tu sufrimiento. -
Él ya estaba rojo, y con una sonrisa de oreja a oreja.
-Gracias.
-De nada. -dije yo- Para eso estan los amigos. Si estás triste, iremos a animarte.
-Y no te preocupes, que si alguna vez no lo conseguimos, ya se nos ocurrirá algún chiste con el que no puedas aguantar la risa - añadió Niyebe. Me recordó a la forma de hablar de Rick.

Desayunamos Niyebe, Nil, y yo. Mientras, apareció Rick, y poco después, Tina. Nil se iba animando poco a poco. Mientras, yo seguía esperando a Ithin, para preguntarle que demonios hizo durante nuestra huida. Se contagiaba el buen ambiente, y yo ya empezaba a preguntarme que demonios estaría soñando Ithin para no levantarse de la cama, y venir a desayunar. Era un poco agobiante eso de volver a tener objetivos. Acabé por levantarme e ir a buscarla. Estaba en su cuarto, pero despierta, y hablando con Tina. Parecían algo preocupadas, pero charlaban alegremente. Seguían en pijama, así que debía de ser eso lo que habían hecho durante todo ese rato. Tina fue la que se dio cuenta de que estaba en la puerta.
-¡Pasa, no te cortes! - me dijo - ¿qué pasa? -
Entré. Me quedé depié, y empecé a hablar.
-Quería preguntarle unas cosas a Ithin.
-Adelante, pues - me dijo ella. Tomé aire, y fui al grano.
-Durante nuestra huida, aturdiste a los guardias y manipulaste los ordenadores, casi sin inmutarte. ¿Cómo lo hiciste?
-Antes de comenzar la huida, Esteban y los demás me dijeron que me mandarian la informacion por el camino, directamente al cerebro. Hicieron eso. Los aturdí haciendo lo que me decían, aunque no lo recuerdo muy bien... es como si no tuviera claro el recuerdo.-
Me sorprendió lo que me dijo, y a Tina también. No esperaba que espedificará tanto, incluso las cosas que no veía claras. Pero me pareció bien; más información para el diario, y para nosotros.
-Gracias por la información. Venga, id a desayunar. Nil hoy está más contento, creo que va a haber una partida de escondite bastante interesante.

Había una oscuridad total en la habitación. Solo oía mi corazón desbocado, y mi respiración, que intentaba controlar para que nadie me detectara. Empecé a oir pisadas. Fui tanteando, hasta ponerme detrás de un servidor. Justo entonces, por el pasillo en el que estaba la puerta por la que entré a la habitación, alguien pasó corriendo a toda pastilla. Por su manera de coger el aire, casi como si fuera la ultima vez que lo iba a hacer, supe que era Rick. Le conocía, sabía que hacía eso al correr. Le seguía alguien más. Pero no podía saber quien. Debía de estar persiguiendole, porque no oía a nadie más. Salí al pasillo. A la izquierda, estaban las escaleras por las que yo había venido, tenuemente iluminadas por cristaleras, y bastante alejadas, al fondo del pasillo. Rick las subía, lo distinguí por su pelo rojizo. La que la seguía debía de ser Clara, por su melena entre rubia y castaña. Decidí seguirles. Fui corriendo, lenta pero silenciosamente. Cuando subí, agachado y pegado a la pared, vi como Rick entraba en una habitación, y saltaba, a unos 20 metros de mí. Me agaché aun más, hasta que no veía nada más que el escalón. Clara se había parado. Cogió aliento, y le siguió. Cuando oí el ruido que hizo al caer, subí un piso más.
Allí el silencio también era absoluto, y la oscuridad, progresiva. Distinguía las primeras puertas, pero no veía el fondo del pasillo. Me daba un poco de miedo. Fue por eso que decidi llegar al fondo del pasillo. No veía nada, salvo las escaleras en la otra parte. Oí un rocé con el suelo. Intistivamente, dirijí la mano hacia esa persona.
-¿Quién eres?
-Joder, Albus, que susto me has dado... Soy Nil. Y creo que por ahi cerca hay alguien más...
-Shhh...
En la primera puerta a la derecha. No sabía como, pero lo presentía, allí había alguien. Esperé unos segundos.
-¡Corre! - le grité a Nil, mientras yo hice lo mismo, lo más rápido que pude. A medio camino de la escalera, oía a dos personas por detrás mía... y a otras dos por delante. Rick estaba subiendo las escaleras, y Clara le seguía a toda pastilla. Rick, Nil, y yo estabamos atrapados entre Clara y la que debía de ser Ithin, pues nos seguía. Fui a la primera puerta hacia la derecha que vi, le di del tirón al interruptor de la luz. Salté sobre un servidor, de este a otro, y al siguiente, y pasé al otro "balcón" que había en la habitación. Salí por la puerta, y la cerré. Ese era otro pasillo. Fui a las escaleras, bajé un piso, y entré en la primera habitación que encontré. De ahí pasé a otra, y a otra. Así varias veces. Llegué a una habitación en la que había una ventana. Daba a un patio interior, unos pisos más abajo. Y, en él, estaba Tina, mirando a su alrededor. Pasé a otra habitación, buscando una escalera. Nada más entrar en ella, Ithin saltó sobre mí.
-Pillado.
-Esto sí que no me lo esperaba. ¿No estabas persiguiendo a Nil?
-No. Esa era Niyebe, y no os perseguía. Huisteis antes de tiempo. Yo la estaba siguiendo, pero ahora, iba a por Tina, cuando llegaste tú. Vuelve al ascensor.
A la partida no le quedaba mucho para acabar. Era solo cuestión de tiempo.

Efectivamente, terminó 10 minutos después de que yo llegara al ascensor. Se nos había pasado toda la mañana entre partida y partida, aunque yo solo recordara la última, principalmente.
Comimos. Y cuando terminamos, me fui a mi cuarto. Escribí las últimas cosas, lo releí, y me puse a pensar. Tenía que preguntarle a Drake, Jane, o Esteban que clase de contacto tenían con nosotros en las misiones. Pero, a parte de eso, recordé lo que había hecho por la mañana. Me pareció muy curioso el despertar de Niyebe... Lei un rato, y luego, fui a ver que estaban haciendo los demás. Me sorprendió que sonara música en el cuarto de los ordenadores. Y no una canción cualquiera. Yo esa la conocía. Era Sweet Home Alabama.
-¿Os gusta esta musica?
-Pues claro. Es buena de verdad - me contestó Drake.
-A mi también. Podéis subir el volumen, ¿por favor?
-Con mucho gusto. - Jane lo puso bastante más fuerte de lo que yo pensaba haber pedido.
-¿Y como que te gusta a ti? - me preguntó Drake.
-No me gusta la de ahora. Es demasiado electronica... le falta algo, y esta tiene mucha más variedad de instrumentos...
-Tal vez... - contestó Esteban, metiéndose en la conversación. Marcaba el ritmo con los pies. Me sorprendió mucho, al fin y al cabo, ¿él podía disfrutar la música, siendo un semibot, o algo así?
-¿Te gusta la música, Esteban? - le pregunté yo.
-No lo sé. Supongo que se podría decir que sí.
-¿Por qué no estás tan seguro?
-Porque no soy humano -dijo con una media sonrisa indescifrable -, o no del todo. No puedo disfrutar la música de la misma forma que vosotros. Distingo los sonidos, recreo las escalas mucho mejor que cualquier humano. Puedo ver si es más compleja o no, si las notas son las que pegan en ese momento. Se distinguir un buen rockero, del mejor guitarrista de todos los tiempos. Pero, no puedo saber si me gusta o no una canción. No tengo esa capacidad mental; es demasiado humana para mí. -
Empezaba a caerme bien Esteban. Tal vez fuera porque, aunque no fuera humano del todo, fuera menos inhumano que cualquiera de toda la humanidad.
-Tengo esta canción, y muchas más, en mi ordenador.
-Traelo, por favor - me dijo Drake, con curiosidad.
Yo fui corriendo a por él. Lo traje con altavoces incluidos.
-Qué raros son tus altavoces, Albus - me dijo Jane.
-Son pequeños, pero juntos suenan muy bien.
Estuvimos buena parte de la tarde hablando de música. Nos pasamos canciones de un ordenador a otro. Y, por supuesto, escuchamos música. Les gustaba la misma música que a mí, así que fue bastante entretenido. Esteban, que estaba escuchando atento, pues la música era algo que le fascinaba, aunque no la comprendiera como nosotros, lo intentaba. Nos sorprendió a todos cuando dijo.
-¿Por qué no hacemos una fiesta?¡Como en los viejos tiempos! -
Jane y Drake se miraron, sin saber que decir. Y yo no sabía a que se referiría Esteban con los viejos tiempos. Aún así, les dije:
-Vamos, por un poco de diversión para todo el mundo, no va a pasar nada.
-Creo que tiene razón - dijo Drake.
-Bueno, pues que se haga la fiesta. -comenzó a decir Jane - Esteban, encargale algo de comer a Mary, y cuando termines, ven a ayudarnos a nosotros.-
Esteban no se movió del sitio, ya que establecía contacto mental con Mary. Drake puso mi ordenador entre los suyos, y conectó los altavoces. En un minuto, se levantó.
-Tienes todos los altavoces a tu disposición.
Me inmersé en mi mundo. Tenía su musica y la mia a mi disposición. Creé una lista de reproducción, que llevaba muchas canciones pero de pocos grupos: Creedence Clearwater Revival, The Outlaws, Crosby, Stills and Nash, Iron Butterfly y Lynyrd Skynyrd. Duraba varias horas.
Se lo dijimos a los demás. A las 10, empezaría. Pero aún eran las 7. No iba a ser una gran fiesta, pero desde luego, todos actuabamos como si asi lo fuera. Apenas unos minutos después, las chicas se estaban preparando en la habitación de Niyebe, y en la de Clara y Tina, que estaban juntas. Simplemente llamamos a la puerta. Casi la derriban del grito que nos metieron. Nos alejamos; si seguíamos en ese territorio, no podíamos acabar muy bien, o al menos, no con los miembros en su sitio. Montamos nuestro "cuartel general" en la habitación de Rick y mía. Nil, Rick y yo nos preguntabamos como pudimos ser tan idiotas de no llamar a la puerta con auriculares y la música al tope... El armario estaba lleno de ropa de todo tipo, había variedad de ropa elegante. Después de varias horas de hacer el ridículo con los trajes más estúpidos que se nos ocurrieron (como cuando Rick se puso unas botas que hacían temblar el suelo al andar, con una falda que llegaba hasta los tobillos, y una chaqueta de cuero sin ninguna camiseta debajo, o cuando yo me puse el pantalon del pijama, calcetines gordos de invierno, y una camisa hawaiiana...), decidimos que Rick se pondría unos pantalones pirata de pana, y una camisa de cuadros (aunque estuvo a punto de ponerse la falda en el ultimo momento...) Nil se pondría unas vaqueros grises, y, muy a su pesar, una chaqueta también gris, con una corbata roja que tenía un estampado de flores carmesí, y yo no me complicaría mucho la vida, mis vaqueros azules, y una camisa blanca. Rick insistió a que nos pusieramos colonias, pero nos negamos en rotundo, con echarnos más jabón de la cuenta en la ducha, ya oleríamos divinamente. Porque, nos teníamos que duchar, y eran las 9:30. Para colmo, las chicas habían tenido la magnífica idea de ducharse las cuatro a la vez. No quedaba ningún cuarto de baño libre. Tendríamos que esperar a que salieran. Rick y Nil fueron hacia la derecha al salir de la habitación, hacia dondeestaban 3 de los cuartos de baños. Yo fui a la izquierda. Al fondo del pasillo; allí estaba el cuarto de baño. La puerta no estaba cerrada del todo... Había ropa sobre el lavabo, pero era la misma que antes. Que ingeniosas eran, irian a la ducha con la ropa que se pusieron al principio del día, para que no supieramos de ninguna forma que ropa iban a ponerse para la fiesta. Solo veía una silueta detrás del cristal traslúcido de la ducha... tarareaba algo... se parecía a la voz de Tina. Fue entonces cuando volví a la realidad. La estaba mirando mientras se duchaba. Dejé de mirar, y me apollé en la pared, preparado para morir si se había dado cuenta.
Seguí esperando a que saliera. Cuando lo hizo, me miró tranquila, pero algo enfadada, y por supuesto, roja no como un tomate, sino como un pimiento.
-¿Qué se supone que estabas haciendo?
Ella parecía esperar que le dijera alguna mentira como un castillo. La verdad, yo también lo esperaba.
-Te estaba mirando mientras te duchabas, mientras esperaba a que salieras.
Se quedó estupefacta ante mi respuesta. Desde luego, ninguno de las dos nos imaginamos que diriría algo así. Antes de que pudiera decirme algo más, le dije:
-Lo siento, se me fue la cabeza. -
Me miró un momento más.
-Que no se te vuelva a ir. -
Y se fue, algo indignada. Así, sin más. Iba a entrar en la ducha, cuando me quedé quieto. "La he mirado mientras se duchaba, y sigo vivo", pensé, casi sin poder creermelo. Entré, y me duché tranquilamente.

Cuando terminé, fui al salón. Ya era noche cerrada. Solo faltaban las chicas, la música y la comida. Ellas entraron primeras. Todo lo que habíamos hecho nosotros no valía una mierda comparado a lo de ellas. Niyebe era "la chica del vestido rojo". Le llegaba hasta la mitad de las piernas. LLevaba el pelo suelto, pero bastante peinado. Tenía los ojos ligeramente pintados de negro.
Tina llevaba el pelo suelto también, con la ralla en medio. Tenía una camiseta de tirantes, un cinturón y unos vaqueros. Se había pintado los ojos de azul. Eran como un charco en su cara morena. Ithin llevaba una blusa verde oscura. También llevaba unas especies de medias negras que le llegaban hasta las rodillas, y encima, una falda que también era muy ligera, rugosa, y con varios tonos de verde. También llevaba el pelo suelto, y no se había maquillado.
Clara también llevaba el pelo suelto, pero se le distinguían más los mechones. Llevaba una camiseta blanca con un dibujo de algo, debajo de una sudadera gris y con rayas de todos los colorines que tenía la cremallera abierta. Sus pantalones también eran unos vaqueros normales.
Luego, me fijé en Esteban, Drake y Jane. Esteban iba igual que siempre. Drake llevaba sus pantalones anchos de siempre, y una camisa roja. Jane sí se había arreglado más, llevaba un vestido negro, que marcaba algo el escote. También se había arreglado el pelo, recogido en una coleta.
Cuando la comida llegó en el ascensor y la pusimos en la mesa, le di al PLay. La fiesta había comenzado. Como comida, había cosas para picar, y bebidas de todo tipos. Al principio, comimos algo, nada más llegar la comida. Luego, bailamos, si es que puede decirse así, pues simplemente nos movíamos como nos saba la gana al ritmo de la música, y nos dejábamos llevar. Y cuando nos cansábamos, comíamos. Yo bailé con todo el mundo. Así hasta pasada la medianoche. Cerca de las dos, empezamos a sentarnos en los sofás, que antes habíamos echado para atrás, para dejar más sitio en la "pista de baile". Hablamos. Al principio, sobretodo de cachondeo, con bromas. Luego, con cosas más serias. Cada uno contaba sus cosas. Como hacen los buenos amigos. A las cuatro, la música ya se había parado. Recogimos las cosas de la mesa, y las llevamos al ascensor para que Mary las recogiera. Pero seguimos hablando un rato más, mientras algunos se quedaban dormidos. Al final, el resultado fue que el salón estaba lleno de mantas y colchones, cojines y sofás, y personas sobre ellos. Lo último que recuerdo, fue que era el último que seguía despierto, aparte de Esteban, claro. Me miraba sonriente, feliz. Y, sin darme cuenta, caí en el colchón que me había traido para mi, y quien sabe más, dormido.

***

Editado 1 vez.

lunes, 29 de junio de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 8 - El comienzo de una nueva vida

Estaba tan cansado, que no soñé nada. Apenas fue cerrar los ojos, y darse cuenta de que ya te habías dormido, y despertado. Y que por lo tanto, era una estupidez seguir con los ojos cerrados. Así que los abrí, y me deslumbré. Me sorprendió ver arriba la cama de Rick, que dormía en la litera de arriba. Por la noche no me había fijado. Me levante, y me di cuenta de que no estaba, la puerta estaba entreabierta, y la persiana levantada. Me puse unos pantalones, y antes que nada, me volví a asomar a esa ventana, esa ventana que tanto me gustaba. La abrí, para que me diera el aire. Y fue fantástico. Me dio un chorro de aire fresco en la cara, al borde del abismo. Abajo, a lo lejos, se veían los coches, los rascacielos más bajos... Y yo estaba arriba. Ya serían las 10, viendo el sol. Había aprendido a saber la hora por el sol mirando por la ventana en las clases. Era lo más entretenido que podía hacer. Casi sin darme cuenta, me pasé un cuarto de hora en la ventana, a medio vestir. Pero entonces sentí algo detrás. No, algo no, sino alguien.
Ella era de mi altura, y supuse que también de mi edad. Tenía el pelo largo, y ondulado. Y era castaña, desde un castaño claro hasta casi el negro. Tenía una cara sana, no estaba gorda pero no se le notaban los huesos. Y el resto del cuerpo igual. Tenía la tez pálida, pero se le empezaba a notar que le daba el sol. Me di cuenta de que parecía un antivirus, analizándola tanto. Aunque ella hacía lo mismo. Y no sabía si llevaba mucho tiempo allí. Yo seguía sin camiseta, tal vez por eso me mirase tanto. Me miré a mi mismo. Solo se me notaban los huesos, y los músculos, aunque algo menos. Estaba demasiado delgado. La verdad es que se me hizo normal comer menos cuando se fueron Tina y Clara, estaba depresivo. ¿Por qué tendría que importarme la comida? Dejé de mirarme, y me di cuanta de que ella era Niyebe.
-Buenos días, Niyebe, ¿no?
-Sí, Niyebe. Buenos días, Albus. Acabas de despertarte, ¿no?
-Sí. Llegué hecho polvo. Bueno, y tú también, ¿no?
-Claro. Nuestra huida fue peor que la tuya. Peor y más larga. No me hagas entrar en detalles. Yo me levanté hace un rato, supongo que antes que tú.
-¿Supones?¿Y cuanto tiempo llevabas mirando en la puerta...?
-Desde que te diste cuenta de que había alguien detrás. Tienes un buen sexto sentido.
-Ah, perdona.
-Yo habría pensado lo mismo, no te preocupes. Quería conocerte.
-Pero, si ya me conoces, ¿no? Eres la chica esa que salió en mi sueño, hace unos días – se quedó con la boca abierta.
-N-no... -se puso roja-¿Tú también soñaste eso?
-Claro. Si hablaste conmigo.
-Sí, pero pensaba que solo había un sueño mio, y resulta que nos hemos comunicado...
-Gracias por animarme a seguir.
-De nada – dijo, aún algo nerviosa.
Hubo un silencio, mientras nos observábamos el uno al otro. Entonces me acordé del otro chico.
-¿Y como está el otro chico?
-¿Nil?
-Sí, supongo que será él.
-Todavía esta cansado. Tu estabas preparado para huir, y él no. Es un buen chico. Ya le conocerás luego, ahora vamos a desayunar, me muero de hambre.
-Espera.
-¿A qué?
-Quiero seguir hablando, de nosotros.
-Vale, pero yo no sé que decirte.
-A mi me ayudó a escapar Ithin. ¿Y a ti?
-Jane. Fue una huida fácil.
-¿Más que la mía?
-Mucho más, sin duda. Ten en cuenta que, a medida que sacamos a gente, se pone más seguridad y se hace más difícil. En mi huida Jane se hizo pasar por policía, y dijo que tenía que llevarme a comisaría por razones de seguridad. Y me trajo aquí.
-Entonces, la de Nil tuvo que ser horrible...
-Sí. Lo reconozco, fue duro hasta para mí. Y estoy preocupada por él. Debe de haber pasado mucho miedo.
-Yo también pase miedo.
-Pero tu estabas preparado. Él no. A él le costó dejar atrás su vida allí. Pero al final comprendió que allí no le iba bien, solo eran ilusiones suyas, solo era su optimismo... Me da pena. Está destrozado. Tenéis que hacer migas con él. Nos necesita.
-Pero, ¿cómo fue la huida?
-Yo me infiltré en un helicóptero. Era un helicóptero que llevaba cargas para abastecer el edificio del internado. Después pasé al edificio, y llegué al piso en el que estaba Nil. Estuvieron a punto de pillarme, por lo que tiré una bomba de humo... y provoqué un incendio. Llegué a su habitación y se lo conté todo, era ahora o nunca. Al final se convenció. El pobre se tenía engañado. Saltamos por la ventana, mi mochila tenía una especie de parapente plegable, que sirvió para planear al edificio de enfrente. Corrimos, y saltamos a otro con el parapente. La policía nos rodeó, y nos llevó a comisaría en helicóptero. Nos interrogaron duramente, casi una tortura -hizo una pausa.- Durante varias horas. Se hizo de noche, incluso noche cerrada. Intenté mentalmente que dejaran de interrogarnos, pero no tengo suficiente poder. Luego hablaremos de eso. Pero Esteban mandó una intensa señal al cerebro de Nil. Le entró un fuerte dolor de cabeza, pero al final su “sonar” se activó, y dejó atontados a los guardias. Cogí la mochila, y saltamos por la ventana. La caída era de 300 m. Al parapente se le rompió un ala. Ladeo, y acabamos descendiendo muy rápido, pero conseguí llegar al otro edificio. Estaba en obras, y rompimos el techo de las escaleras que llevaban a las azoteas, y caimos un piso por las escaleras. Bajamos por el hueco del ascensor, por que era más rápido, descendiendo por la cuerda. Abajo, nos limpiamos el polvo y cogimos un taxi. Resulta que el conductor era u policía, y estaba armado. Saltamos del coche, y echamos a correr, parando toda la circulación. Pero un coche no paró, y nos subimos al techo. Se dio cuenta de que estábamos arriba tras unas manzanas, y giró bruscamente y nos tiró en una esquina. Ya era de madrugada. Echamos a correr otra vez, durante un buen rato, y como vimos que no nos seguían, seguimos andando, en dirección al piso franco, por donde me guiaban Esteban, Drake y Jane. Andamos muchas horas, muchos kilómetros. Amaneció por el camino. Al mediodía llegamos al edificio del piso franco. Pero está vigilado. Es un edificio de servidores, ¿sabes?. Nos colamos en el edificio más cercano haciéndonos pasar por el técnico del agua. Pero eso solo daba acceso para la planta baja, no podíamos subir por el ascensor. Así que subimos 50 pisos por las escaleras. Ya en la azotea, Drake y Jane bajaron a una planta del edificio de enfrente y abrieron la ventana. Nos pasaron una cuerda. Yo pasé primera. Pero Nil, pasó rompiendo el cristal del piso de abajo. Tuvimos que curarle en el ascensor. Luego dormimos. Y no he entrado en detalles...
No supe que decir. Así que cambié de tema, con una expresión fría.
-Vamos a desayunar.
-Sí.
Salimos de la habitación, hacia el salón. Se me hacía agradable esa casa, llena de vida. Siempre había alguien yendo de algún lado para otro. Era un poco raro para mí ir a desayunar así, a medio vestir. En el internado las reglas eran claras, había que ir ya vestido. Pero aquí había libertad total.
Todo el mundo iba en pijama o a medio vestir al salón. Así que me acostumbré pronto. Niyebe iba en un pijama de mangas cortas y pantalón largo, que era de motivos vegetales. Rick iba sin camiseta, como yo, y con unos pantalones cortos. Ithin llevaba una camiseta de tirantes y pantalones cortos. Drake llevaba unos pantalones anchos largos, y una camiseta corta. Jane llevaba unos shorts y una camiseta corta, que enseñaba el ombligo...
Cuando llegamos, había comida en la mesa, algunos platos estaban ya sucios, otros por utilizar. Y nos sentamos con Drake y Jane a desayunar. Los demás estaban en el sofá, viendo la televisión, y comentando la serie. La verdad es que todo parecía maravilloso, un abril de primavera en un lugar lleno de amigos, y sin obligaciones... Pero eso estaba enturbiado por que tenía dudas, muchas dudas. Dudas que, o no me podían responder, o no les podía preguntar.


-¿Vamos a la azotea o qué?- saltó Rick, de pronto.
-¡Sí!- respondió Clara casi al mismo tiempo. Yo no entendía nada.
-Pero, ¿y Nil?- dijo Niyebe.
-A mí no me importa quedarme con él- contestó Ithin.
-Pues entonces, podemos irnos, ¿no?- dijo Rick, ya preparado para moverse.
-Creo que me debéis una explicación – les dije yo.
-Tienes razón. Verás, nosotros vamos a la azotea para entrenar, para estar en forma. Aunque a veces también vamos por dentro del edificio, es hasta divertido. ¿Sino como quieres que rescatemos a la gente? Drake dice que dentro de poco no solo entrenaremos físicamente, sino también psíquicamente, pero no sé a que se refiere- Me dijo Tina como respuesta.
-Él también nos debe algunas explicaciones. Vale, vamos a la azotea. Pero luego le preguntamos.
Hubo un breve silencio, mientras íbamos al ascensor y nos separamos de Ithin. Niyebe empezó a hablarme.
-Oye, Albus, que cuando decimos entrenamiento, no es un entrenamiento tan serio. Solo nos conservamos, y hacemos lo que tenemos que hacer en las huidas.
-Entonces, ¿qué se supone que hacéis?
-Jugar al escondite- me dijo Tina.
-¿En serio?
-Sí, de verdad. -prosiguió Niyebe- al fin y al cabo, nos escondemos, corremos y huimos, e intentamos encontrar a los demás. Es parecido. No sabes la de posibilidades que hay dentro de un mismo edificio. Además, es divertido.
Me pareció algo muy raro.
Pero no me arrepentí. Fue como volver a la infancia que nunca había tenido, y supe que yo jamás hablaría de una partida al escondite en pasado. Una simple partida al escondite con tus amigos es algo demasiado bonito como para dejarlo atrás. Y ese escondite en concreto era genial. Además de algunas azoteas, como ese era un edificio de servidores, los servidores eran más grandes que armarios, te escondían mucho, y escondían a los demás. Además, algunas habitaciones ocupaban dos o tres pisos. Y las habitaciones tenían ventanas y puertas a otras, por lo que si saltabas por una ventana a otra habitación, bajabas un piso. También eran muy divertidas las escaleras. Desde entonces subo los escalones sigilosamente y de dos en dos. De tantos saltos y carreras, si que se aprendía algo para pasar por los edificios, por raro que parezca. Además, jugábamos con las luces. Procurábamos no encender ninguna, para que nadie supiera que se estaba por allí. Pero a veces no quedaba más remedio que encenderla. Además, íbamos subiendo y bajando pisos constantemente, pero no cogíamos el ascensor, porque nos detectaba. El resultado fue que a la hora de comer, estábamos todos cansados, hambrientos, y sudorosos. Tuvimos que montar en el ascensor para volver, pues habíamos bajado unas 20 plantas sin darnos cuenta.
-Es genial... una partida al escondite... ¿no?- dijo Rick, respirando aún entrecortadamente.
-Sí... sabes que yo nunca he jugado demasiado al escondite. Nunca pensé que una cosa tan tonta pudiera ser tan divertida- le respondí, mirándole a los ojos.
-En muchos libros antiguos, los protagonistas añoran este tipo de cosas... dicen que echan de menos su infancia -dijo Niyebe, y sacó una sonrisa algo tímida.- Que tontos. En vez de echarlas tanto de menos y lamentarse, deberían decirle a sus amigos que jueguen al escondite.
Nos sacó a todos una sonrisa, con mueca cansada, pero una sonrisa.


Comimos como si no lo hubiéramos hecho en varios días. Nil ya se había despertado, comió con nosotros. No habló mucho. Estaba tan triste que incluso disipó nuestra alegría. Ese chico me da pena... Ha vivido la misma situación que los demás pero... No, no estoy siendo justo. No ha sido igual. Nosotros no teníamos nada que perder, pero él intentaba aferrarse a su vida, triste y solitaria, pero su vida. Él sí había perdido a sus amigos... o a los que creía sus amigos, por que creo que se enfadó con ellos antes de su huida.
Después de comer, algunos nos duchamos. Era increíble como la tensión del escondite si iba por el desagüe... Pero no mi creciente preocupación. Seguía preocupado por Nil, e incluso por nosotros. Nos estamos metiendo de lleno en una historia, que a decir verdad, no parecía tener mucho sentido. Tenía que hablar con Drake y Jane. Y con Esteban, al que apenas conocía...


Llamé a la puerta y entré en la sala de los ordenadores, donde estaban Drake, Jane y Esteban. Los demás estaban escuchando, detrás de la puerta. Pero claro, me iban a utilizar a mí para hacer las preguntas:
-Quiero hablar. Con todos vosotros.
-Pues adelante – me respondió Drake.
-A ver... ya sé que no nos obligasteis a estar aquí. Pero tengo miedo. Tenemos miedo. No sabemos en que no hemos metido, que es lo que vamos a hacer... ahora que tenemos algo que perder... - Jane inspiró profundamente antes de contestar.
-Os estamos guardando secretos, es verdad. Pero por el momento es mejor que no los sepáis. Solo os preocuparíais, y probablemente, os meteríais en algún lió del que no pudiéramos sacaros.
-Y, entonces, ¿qué es lo que se espera de nosotros? - esta vez es Drake el que me contestó.
-Bueno, esto deberían ser unas “vacaciones” para todos, sin preocupaciones. Lo primero que tenéis que hacer es no preocuparos, queremos que seáis felices. El problema es que no estamos todos. Serán vacaciones en cuanto rescatemos a los demás. Es lo que hacemos todo el día en esta sala, buscamos y preparamos la huida. No sé si lo sabes, pero no os dejamos solos en las misiones. Niyebe se comunicaba constantemente con nosotros para la huida. Aunque claro, también cuenta su opinión en algunas cosas. Como la de cualquiera que vaya a colaborar en una huida.
-Vale, hasta ahí tenía la idea, pero, y luego, ¿qué?¿Nos vamos de vacaciones eternamente? - y, como si tuviera la respuesta preparada de antemano, me contestó Esteban.
-No, porque nos descubrirían al cabo del tiempo. Esto es una dictadura. Tienes derechos, sí, y todo podría ser peor. Pero eso no quita que sea una dictadura. No se puede cambiar en nada la forma de gobierno, incluso para algunas cosas que nos parecen injustas. El gobierno quiere que la gente crean que son libres. Pero no lo son. Nosotros luchamos para evitar eso. No sabemos cual será el siguiente paso, pero irá en esa línea. Y no te voy a mentir, correréis peligro. Pero la vuelta atrás supondría básicamente lo mismo, vivir esa vida muerta y libre a base de mentiras. Puedes salir de aquí, claro que sí. Siempre y cuando tengas en cuenta que nos perderás a todos si lo haces. Si te quedas, solo tienes ese riesgo.
Tardé en reaccionar. Es duro, pero es la verdad. De todas formas, tenían razón. Y no me va tan mal. Tal vez me esté preocupando demasiado. Aún así, se me ocurre una última pregunta:
-¿Por qué nosotros? Es decir, ¿por que no otra persona cualquiera? - Drake es el que me contestó, como con prisas.
-Una de las razones es que vosotros mismos no estabais a gusto con vuestra vida. Pero hay más. Sí, es uno de esos secretos. Solo os puedo decir que los iréis sabiendo. Pero a partir de cuando estemos todos. Y otra cosa. Si tienes dudas... Si tenéis dudas, no dudéis en preguntar. Haremos lo posible por buscaros una buena respuesta. Pero no podemos responder todas, de momento. Lo siento.-
Hubo un silencio corto, pero algo tenso. Fui yo el que lo rompió:
-Ya no me quedan más preguntas. Os dejo.
-Hasta luego – me respondieron todos, y salí de esa habitación llena de ordenadores, pantallas, y luces.
Nada más cerrar la puerta con los demás mirándome atentamente, como buitres. Antes de que me dijeran nada, les dije yo, mientras iba al sofá:
-Si os habéis quedado con dudas, vais y preguntáis vosotros. Yo de aquí no me muevo.-
Eso pareció relajarles un poco, ya no parecían buitres mirándome. Nil parecía ser de nuevo al que más le habían chocado las palabras. Creo que tenía una idea parecida en la cabeza, pero temía que fuera verdad. Los demás, o yo por lo menos, teníamos una idea tal vez más optimista, pero no nos chocó tanto lo que habíamos escuchado. En todo caso, necesitábamos comentar lo que habíamos oído.
-Estoy preocupada. Ahora son vacaciones, sí, pero, y luego, ¿qué? - pregunta Clara, a nadie en concreto.
-Tendremos que enfrentarnos al gobierno... Pero por lo que han dicho, parecen tener planes, y saber lo que hacen. Sino, no estaríamos aquí. Además, nos consultarán cuando se vaya a llevar a cabo una misión. Creo que lo mejor es hacerles caso, disfrutar de estas vacaciones. - le contestó Niyebe, con el tono tranquilizador que la caracteriza.
-¿Y cuales serán esos secretos?¿Qué tendremos nosotros de especial? - preguntó Rick, seguidamente.
-Yo no tengo nada de especial... - contestó Nil, con la mirada perdida.
Hubo otro breve silencio. Sinceramente, no entendía como este chico podía estar tan triste. Se estaba ahogando en su propia tristeza... Fue Tina la que intentó responder a la pregunta de Rick:
-No lo sabemos. Pero creo que, si descubrimos algo, si se nos ocurre algo, o tengamos cualquier duda, tenemos que decírnoslo. Tenemos que estar unidos.-
Pensé que Tina tenía razón. Pero yo necesitaba reflexionar. Y para ello, estar solo. Así que me despedí, y me fui a mi cuarto, cerré la puerta, y me tiré en la cama.
La verdad es que esa tarde, era como de verano. Los colores eran cálidos, el cielo azul, y había un ambiente mágico. Cerré los ojos, y mis pensamientos se iban desviando hacia las últimas conversaciones, mientras me quedaba en trance, medio dormido.
No pensé para nada en lo que nos depararía el futuro, pues no me serviría para nada. Pero, ¿qué secretos nos estarían guardando? La verdad es que solo nos habían dado información muy general de las cosas. Supuse que no se atrevían a entrar en detalles, cuando aún no estábamos todos, y ahora que, posiblemente, no quisiéramos continuar, nos largáramos de nuevo al internado, donde, tal vez, fuera la lengua. Todo eso era secreto. Y además, ¿qué teníamos de especial? Pensé y pensé, pero no me encontré nada, salvo que sin ningún aparato de música encendido, yo escucho la música en mi cabeza con claridad. Pero eso podía ser, simplemente que se me de bien la música y tenga buena memoria.
Tal vez, si pensaba en el pasado, lograba averiguar alguna pista. Debía recapitular. Fue entonces cuando tuve una de las mejores ideas de mi vida. Escribirlo. Abrí los ojos de golpe, encendí el ordenador, y me puse a escribir. Y poco a poco fui contando la primera parte, mientras que aprendía a escribir un poco mejor.