viernes, 31 de julio de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 10 - Nuevas noticias

Me había despertado. Tardé un momento en darme cuanta de donde estaba, en mi colchón, en el suelo del salón, rodeado de mis amigos. Levanté el tronco y quedé sentado en el colchón. Abrí los ojos. Una luz cálida pasaba a través de la puerta del salón, y venía de la ventana de mi habitación. Estaba amaneciendo... Me volví a acostar, me tapé, y me quedé dormido, a gusto con mis amigos al lado.

El tiempo seguía transcurriendo así, perezoso. Con algunas noches sin dormir, otras tantas partidas al escondite, charlando con los amigos... Yo seguía escribiendo lo poco que pasaba. Aunque no era poco. Era todo lo que alcance tu imaginación. Montones de chistes malos (y no tan malos) por parte de Rick, y alguno más. Alguna escena como la que viví un día, mirando a Tina mientras se duchaba.... Así que, lo de que pasaba poco, es relativo. Porque pasaban tantas, tantas cosas, que me es imposible recordarlas. Simplemente, estábamos haciendo lo que nos dijeron que debíamos hacer, ser felices. No era tan difícil. Pero para un escritorcito como yo, contar estas cosas, es toda una odisea. Imaginad lo que queráis. Si el protagonista que imagines y sus amigos son felices unos días en una casa, y “solo” pasan todas esas cosas que pasan entre los amigos, es que lo has imaginado bien.

Estaba escuchando Sugar Magnolia, mirando una foto de un bosque, entre las muchas que había (y hay) pegadas a la pared de mi habitación. Era ya por la tarde. Bien metidos en Abril, la primavera a veces daba unos colores tan cálidos, que parecía que era verano. No habíamos descubierto nada más, salvo lo que yo escribí en mi diario. Se lo enseñé a los demás. Estuvimos de acuerdo, lo que simplemente hacíamos mentalmente era reflejar las ordenes que llevaban a nuestro cerebro, que era lo que nos decían que hiciéramos. Aunque nos costaban más algunas cosas que otras.
Algo nuevo. Reunión en el salón, lo antes posible. Y justo cuando acabó la canción. Me levanté, fui corriendo al salón, y me senté en un sofá.
Los demás ya habían llegado. Estábamos todos muy nerviosos, como asustados. Drake y Jane estaban de pié, delante nuestra. Esteban, estaba sentado en una silla, al lado de la mesa en la que comíamos. Era su estilo, siempre se hacía el interesante. Por supuesto, lo conseguía.
-Lo primero -comenzó Drake a decir- es tranquilizarse. No ha pasado nada malo, convocamos esta reunión para contaros que vamos a hacer ahora. -
Una vez todo el mundo estuvo más tranquilo, Jane continuó:
-Hoy mismo va a comenzar una huida. Mejor dicho, 3. Todo comenzará esta noche, en sus sueños. Porque van a soñar lo que nosotros queremos que sueñen. -Niyebe y yo nos miramos, comprendiendo.- También llegarán como algunos de vosotros, por el tren. Pero antes, por las alcantarillas. Eso sí, esta vez vienen solos, no va a ser necesario que vaya alguien a por ellos. - La cosa se ponía interesante, escuchábamos muy atentos.
-Creemos -siguió Esteban- que vosotros no tenéis por que quedaros sin saber nada. Es más, tal vez podáis ser de ayuda. Por eso, ahora mismo vamos a instalar unas cuantas pantallas en el salón. A las tres en punto de la madrugada empezará la operación, es decir, el sueño. En cada una de las tres pantallas, veréis el sueño de cada uno de los tres chicos que vamos a “rescatar”. Esos sueños, los veréis al mismo tiempo que ellos. Están hechos por ordenador, por nosotros, estos últimos días. Solamente se envían, al mismo tiempo, a las pantallas, y a sus cerebros. - Paró un momento, y Drake siguío hablando.
-Luego, por la mañana, si todo sale según lo previsto, harán lo que han visto en sueños. Alrededor de las 11:30, empezará la segunda parte. Las pantallas seguirán ahí. No mandarán lo que ven, ni mucho menos. Pero sí algunas imágenes, algunos sonidos. Y los radares y mapas, claro está, que con eso nos guiamos, nosotros y ellos. También saldrá la información que mandemos. En un texto escrito.
-Lo que habéis estado descubriendo últimamente, que es más o menos lo que pasa en la realidad, es lo que vamos a hacer. Nosotros escribimos en el ordenador lo que queremos que hagan. Hemos creado un programa que lo codifica de una manera que el cerebro humano lo entienda. Y lo enviamos. En el caso del televisor, no se codifica, así que lo podréis entender. - Explicó Jane.
-Vale. -Nil sacó sus conclusiones, y habló. - Me parece bien como habéis organizado, y creo que voy a ver la huida. Pero, ¿sabéis si ellos tienen la intención de salir de su internado? -
Esteban tardó unos segundos en responder; sabía que a Nil su huida le había afectado bastante.
-Sí. Hemos estado averiguando todo lo que hemos podido de ellos contactando con sus cerebros por Internet. Querían huir, lo habían estado hablando. Se conocen, son amigos. -
Nil se quedó sorprendido, algo contrariado. Por una parte, le parecía bien, pues era mejor para ellos. Por otra, se estaba dando cuenta de que no llevaba la razón, no a todos los demás les tenía que pasar necesariamente lo mismo que a él.
-Bueno, ¿alguna pregunta? - Preguntó Drake, sin recibir respuesta de nadie. - Pues eso, quien quiera ver el sueño, aquí a las tres. Y otra cosa. Las pantallas no se ponen solas... ¿Nos echáis un cable? -
Nadie dijo que no. El resultado fue que nos pasamos el resto de la tarde poniendo las pantallas. Estaban en unas cajas, muy al fondo del armario de la sala de ordenadores.
Tenían el polvo de varios años. Las dos pantallas eran del mismo tamaño que la que había en el salón, pero parecían más viejas. Estuvimos un buen rato limpiándolas, y, con el cachondeo, las abrimos. Por dentro tenían unos cuantos cables, algún que otro chip, y mucho, mucho polvo. Se lo quitamos con escobas, y en la otra hicimos lo mismo, por miedo a que con tanto polvo por dentro no fueran a funcionar. Luego, volvimos a buscar unas piezas aún más al fondo del armario, para encajar las dos pantallas al lado de la que ya estaba instalada en el salón, colgada del techo en una esquina. Con la ayuda de todos, lo encajamos, y subimos las pantallas entre muchas manos para dejarla encima. Y para hacer todo esto, eramos 10 personas. Cuando encajamos las pantallas, Jane y Esteban fueron a configurarlas con los controladores, y conectándolas con los ordenadores. Los demás, mientras, hicimos que el suelo fuera visible después de todo el polvo que habíamos sacado de las dos pantallas. Todo eso luego iba al ascensor, para que Mary lo tirara a la basura. El ascensor acabó con varios centímetros de polvo por el suelo. Nunca había visto tanto polvo junto. La verdad es que la tarde se pasó volando, era entretenido limpiar una máquina por dentro. A las 9 ya estaba todo listo. Nos dimos nuestras respectivas duchas (ganadas a pulso). El resto de la noche fue más o menos normal. No fue normal del todo porque vimos el video, pero lo fue, en parte, porque si lo vimos fue porque seguimos haciendo lo que nos daba la gana a una hora en la que sería lógico dormir, como siempre. Después de a ducha cenamos. Al terminar, yo escribí lo de la nueva huida. Estuve un rato con los demás, de cuarto en cuarto, charlando, jugando al cuarto oscuro (juego que se popularizó entre nosotros al poco tiempo). También hablamos de lo que acababa de pasar, de la nueva huida. Seguro que iban a ser personas interesantes de conocer. ¿Vivirían muy lejos? ¿Cómo sería su huida?
Algunos se quedaron por allí, pero otros nos fuimos a la cama sobre la una o las dos. Les dije que me despertaran a las 2:55.

-Albus, ¡despierta, corre, va a empezar!-
Abrí los ojos, medio despierto. No veía nada, había mucha luz... Había algo borroso sobre mí. No, no era algo, era alguien que me miraba. Por la voz debía de ser Niyebe.
-¡Apaga la luz! - le dije, casi sin voz.
Me hizo caso, fue entonces cuando la vi. Claro que era Niyebe. Me levanté, destrozado, casi sin haber dormido, y fui corriendo como pude al salón, que afortunadamente tenía como única luz las tres pantallas. Me hicieron un hueco en un sofá, y me senté agradecido. Se me cerraban los ojos, necesitaba dormir. Pero estaba decidido a aguantar. Apenas unos segundos después, Drake vino corriendo del cuarto de ordenadores. Se encendieron, a la vez, las tres pantallas. Eran las tres en punto. Era la hora.
En las tres se vio el mismo comedor, desde la misma mesa, por la mañana. Solo que se veían desde diferentes puntos de vista. Desde la pantalla de la izquierda, se veía a una chica muy, muy rubia, casi albina, y muy pálida, delante. Tenía los ojos azules, como el cielo al amanecer, donde acaban los tonos rojizos. A la derecha, había otro chico. No se veía muy bien, pero se veía que era rubio, aunque no tanto como ella. La pantalla de en medio debía de ser lo que veía la chica. A la izquierda veía al chico rubio, que tenía los ojos azules verdosos, como el mar en la playa. A su derecha, había otro chico, que era negro. Su pelo rizado era negro, y estaba pelado muy corto. Sus ojos eran grises. Debía de ser el que recibía las imágenes de la pantalla de la izquierda. La pantalla de la derecha era la del chico rubio. Delante estaba ella, la chica casi albina, y aprecié que tenía pecas. A su izquierda estaba el chico negro, que la miraba a ella. De repente, los tres miraron al reloj que estaba en la pared. Marcaba que eran casi las once y media. Los tres se levantaron, y salieron del comedor, hacia algún sitio. Como para que fuera más fácil de entender, el chico negro corría a la izquierda de los tres, en la pantalla izquierda. El chico rubio, en la de la derecha. Y la chica, corría entre los dos, en la del medio. Pasaron unos cuantos pasillos, y unas cuantas escaleras, y llegaron a una habitación. Se me cerraban los ojos...
Todos cogieron sus respectivas mochilas, y abrieron la ventana. ¿Qué clase de huida suicida habían pensado Drake y los demás? Probablemente habían varios cientos de metros de caída.
Desde el cielo bajaba un helicóptero. Llevaba una especie de red colgando. Bajaba lentamente. Los tres chicos saltaron, empezando por el de la izquierda, pero casi al mismo tiempo. Se habían agarrado a la red. Menos mal que las cuerdas que la hacían eran de unos dos centímetros de grosor, sino hubiera sido mucho más difícil para ellos. Subieron por ella unos cuantos metros, hasta llegar a una escotilla que entraba al helicóptero desde abajo. El helicóptero debía de ser automático, porque no había nadie dentro, menos ellos tres. Mientras se miraban los unos a los otros, y el helicóptero bajaba, se metieron dentro de unos barriles, que cerraron por dentro. Eran grandes, pero tenían que apretujarse un poco. Apenas tenían unas rendijas por las que entraba un poco de luz. Pero tenían un cristal. No tenía ni idea de por donde les llegaría el aire.
-¿Cómo pueden respirar ahí dentro? - Preguntó Ithin, cortando la pregunta que estábamos a punto de hacer los demás.
Jane respondió.
-Aunque no se vean, esos barriles tienen unos aparatos que se encargan de que entre el aire, pero no el agua.
Eso nos sorprendió más. Además, yo, que tenía la mente embotada por el sueño, no lograba pensar bien.
-¿Por qué tendría que entrar agua? -Preguntó Nil.
Jane iba a respondedle, pero se le adelantó Esteban.
-Mirad. - fue lo único que dijo.
El helicóptero debía de estar aterrizando, porque se veía que se movía menos, y se oía como aterrizaba. De todas formas, ellos en sus sueños debían de sentirlo, aparte de verlo y oírlo. De repente, todo cambió. En las tres pantallas se vio lo mismo, como el helicóptero aterrizaba sobre un barco de transportes, en uno de los numerosos canales de la ciudad. Pero no se veía como lo verían ellos, sino como desde algún punto del cielo. A veces eso se cortaba y se veía como lo veían ellos, desde las rendijas de los barriles. El resto del sueño iba a seguir siendo así. Era extraño, y no parecía tener sentido para ser lo que ve una persona por sus ojos. Pero eso era un sueño, y en los sueños las cosas no tienen mucho sentido.
El helicóptero dejó los barriles en los que estaban ellos, y alguno más. A continuación se elevó en el aire, y se fue. El barco empezó a moverse por el canal, doblando hacia otros de vez en cuando. Hubo un momento en el que en la pantalla solo salía un reloj, al que las manecillas se le movían muy rápidamente. Supuse que debía de indicar que pasaba un rato. Desde dentro de los barriles se notó que el barco paró. Desde fuera, se vio que había atracado en un recolector de aguas. Era un gran boquete en medio del suelo, rodeado de más rascacielos. La parte de arriba del boquete era un cono truncado bocabajo, que hacía que el agua de la lluvia cayera hacia abajo. Además, estaba repleto de tuberías abiertas, que por ahí expulsaban el agua de lluvia de varias zonas de la ciudad, para que cayera al recolector. El canal terminaba cerca del borde del cono truncado donde empezaba el recolector. Pero el agua del canal no iba allí, ni mucho menos, tenía un muro de hormigón que impedía que el agua cayera, y que a su vez servía de muelle. El canal no era muy profundo, lo suficiente para que pasaran barcos más bien pequeños. El que utilizarían en la huida no era más grande que un camión. Bajaron los barriles. Aún más cerca del borde del recolector, habían unas escaleras que subían un poco hasta un tobogán. Este tobogán, una vez acababa la parte del cono truncado, giraba, y se pegaba a la pared, descendiendo y dando vueltas, como una escalera de caracol sin escalones. Aunque claro, seguía quedando un enorme hueco en medio, pues el recolector tendría seguramente veinte metros o más de diámetro. Sé todo esto porque nos lo enseñaron en el internado. Aunque entonces no sabía para qué podrían servir los barriles...
Sus barriles fueron los últimos. Una vez llegaron a la parte cilíndrica del recolector, el tobogán era como un tobogán de agua, pues gran parte de toda el agua de las tuberías de más arriba caía sobre ellos. Tenían una forma especial para que los barriles no se salieran, y cayeran al fondo del recolector, rompiéndose por el impacto. Por las rendijas del barril, solo podrán ver el agua cubriéndolo, como si estuviera lloviendo. Y a medida que se iba hacia abajo, la oscuridad era creciente. Abajo se veía una pequeña luz, muy débil...
-Todo esto sería bastante divertido, sino fuera porque el recolector tenga seguramente más de doscientos metros hasta el agua, más todo lo que haya debajo de ella. -
Drake nos sorprendió a todos con ese dato.
-Yo creo que tiene que ser igualmente divertido. Además, al ser más profundo dura más tiempo. - Le dijo Rick. Yo me habría reído, pero estaba demasiado dormido para hacerlo. Además, me costaba mucho recordar las cosas que había aprendido en el internado acerca de los recolectores, y entender lo que pasaba, porque seguía estando atontado.
Pasado un poco de tiempo, llegaron abajo. Los barriles eran recogidos por una grúa, que estaba en una plataforma unos metros más arriba. Los suyos se quedaron flotando en el agua, siendo los últimos en ser recogidos. Había una compuerta, por la que pasaban los barriles por una cinta transportadora. Había más luz. Llegó a un punto en el que parte de la cinta se paro. Esa era la parte en la que estaban los tres últimos barriles. Otra grúa los cogió, y en ese pasillo en el que estaban se abrió una puerta. Dejó los barriles dentro. Era un ascensor.
Subió unos cuantos pisos, y una puerta se abrió, por el otro lado de por donde habían entrado. Una máquina los cogió, y los tiró al agua. Se cerró el ascensor. Había menos luz, y la poca que había era verdosa, por lo que tenía un aspecto fantasmagórico. No me costó mucho entenderlo.
-Aquí es donde empieza la parte de las alcantarillas, ¿verdad? - pregunté a todos en general, aún con poca voz.
-Eso parece. - Niyebe fue la que me contestó, que estaba sentada al lado mía.
En el agua, los barriles activaron unos propulsores, que les llevaron hasta el borde de la alcantarilla. Como una acera al borde de un gran lago.
-Los barriles en realidad deberían tener matarratas, para el mantenimiento de las alcantarillas. Además, limpiaban un poco toda la zona. Pero aguantarán un tiempo con ratas de más. -
Claro, a él, que no era de todo humano, no le desagradaban. Mientras, Niyebe me miró con cara de asco.
Mientras, ellos salieron de los barriles. Comenzaron a andar, giraron varios montones de veces. De repente, se oyó a Esteban hablando, pero no en la realidad, sino por las pantallas. Formaba parte del sueño. “No os vais a perder. El camino llegará a vosotros, a vuestras mentes...” No era un mensaje muy completo, ni tampoco explicaba demasiadas cosas, pero les decía que encontrarían el camino, y parte del método.
Otra vez el reloj al que se le movían las manecillas más rápido de lo normal. Llegaron al limite de la alcantarilla. Con una linterna, la chica iluminó la tapa que debían levantar para entrar en la estación. Fueron a los generadores, encendieron la luz, y cogieron el vehículo que funcionaba con pedales y batería. Y de nuevo, el reloj. Empezaba a irritarme, porque a partir de ahí conocía más o menos lo que iba a pasar, y el reloj salía cada dos por tres. Además, no podía conmigo mismo, me iba a quedar dormido en cualquier momento. Llegaron a la estación, guardaron el vehículo y fueron al ascensor. Salieron unas imágenes de la casa, y de nosotros...
Levanté la cabeza de golpe, me había quedado medio dormido. El sueño ya se había acabado. Ahora, en las pantallas, estaba un mapa en la del medio. Había dos puntos en una habitación. Uno se movió un poco. El otro fue hacia el otro punto. Los dos chicos debían de ser amigos. Y debían de dormir en la misma habitación.
-Parece que el sueño ha hecho efecto... se han despertado, están hablando. - Dijo Jane.
Los demás mirábamos atentos. Salieron por la puerta, y muy lentamente, avanzaron hacia una dirección, pegados a las paredes.
-Vale, es de noche, y no pueden hacer mucho ruido. Pero tampoco creo que sea necesario ir como espías, ¿no?
-Hay guardias. Ahora mismo mando les mandaré ondas a los alrededores para que se reflejen los guardias... Aunque también la de las demás personas. - Dicho esto, Esteban se quedó quieto unos momentos, para realizar la operación. Yo apenas había entendido lo que quería hacer, porque estaba muy atontado.
Era verdad. En las habitaciones de su alrededor había más puntos. Y también había puntos por los pasillos, andando lentamente. A veces tenían que dar rodeos, o incluso correr, para que no les vieran. Aunque claro, no veíamos eso, teníamos que deducirlo por como se movían los puntitos en el plano.
En una habitación, había un punto moviéndose, debía de ser alguien despierto. Ellos se pararon delante de la puerta. Mientras, un punto se acercaba por el pasillo. Debía de ser un guardia. Entraron en la habitación justo antes de que el guardia doblara la esquina hacia ese pasillo.
-Vaya, pues debe de haber salido todo bien, por que parece que son ellos tres y se están contando su sueño. - comentó Clara.
-Deben de estar decidiendo que hacer. - le dijo Niyebe.
-Voy a dejarles las cosas claras. - Dijo Drake. Jane, alarmada, le preguntó.
-¿Qué piensas hacer?
-Mandarles un mensaje. Les voy a decir que si de verdad quieren huir, esta es su mejor y única opción.
A todos nos pareció bien. Pero yo no entendía como se las apañaban para conseguir que todos nosotros nos escapáramos del internado. Y eso, que hemos tenido muchas dudas, como por ejemplo, todo lo que pasó con Nil. Mucha gente dice que quiere escaparse, pero no lo hace cuando tiene una oportunidad, por miedo.
En todo caso, Drake quería que tuvieran las cosas claras, se estaba preocupando de que no nos equivocásemos en el camino que cogíamos.
Fue lo último que pensé, en uno de esos momentos de lucidez que tienes antes de dormirte.

-¿Tan cómoda soy? - Me preguntó Niyebe, justo después de despertarme, antes de que yo mismo me diera cuenta de que estaba despierto. Tardé un poco en responder.
-Me he quedado dormido... sobre tu hombro. Lo siento.
-No pasa nada. - A ella también se le notaba el sueño en la voz.
Yo, que seguía con la vista desacostumbrada a la luz de la pantalla, no veía apenas nada.
-¿Qué hora es?¿Qué ha pasado mientras estaba dormido?
-Son las 4:30. Han estado hablando un rato, y como el guardia sigue afuera, curioseando, se han quedado todos dormidos hace poco en la habitación de la chica. -
En el salón ya solo quedábamos, si es que puedo incluirme, Jane, Esteban, que iba a apagar la pantalla, Nil, Ithin, Niyebe, y yo. Y nos íbamos a ir todos a dormir de un momento a otro.
-Me voy a la cama.-dije. Ellos se despidieron. Hice una parada en el cuarto de baño, y me fui a la cama, pensando en el interesante día que me quedaba por delante.

martes, 21 de julio de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 9 - Un día más, un día menos

Debía de haberme quedado dormido mientras escribía. Me dolia el cuello, la mesa no era muy comoda. Debían ser las 3 de la madrugada, Rick estaba ya en la cama, y el ordenador se habia apagado solo, guardando los archivos abiertos antes de nada. Yo estaba tapado con una manta. Nada más ver la manta, encontre la nota que Rick me habia dejado, y que me costó leer entre el haberme acabado de despertar, y la oscuridad. Ponía "tapadito, por cortesía de mamá Rick". Me hizo sonreir mientras me metía en la cama, agradecido a mamá Rick.

Me volvi a despertar. Debia de hacer un rato que habia amanecido. Tarde un poco en levantarme; Rick seguía durmiendo, y no queria hacer ruido y despertarle. Cogí el ordenador, y me fui al salon, que estaba en penumbra, pero más iluminado. Eran las 8:30, segun el ordenador, que podia equivocarse unas décimas de segundo, pues tenia la hora por internet. Escribí las partes que me quedaban por contar, que eran los últimos días. Mientras, Esteban entró en el salón.
-¿Qué haces?- me preguntó.
-Escribo - le respondí sin levantar la mirada del ordenador.
-Eso ya lo veo, pero, ¿qué escribes? - fue entonces cuando levanté la mirada.
-Mi historia hasta ahora mismo - le respondí.
-Interesante... ¿quieres encontrar pistas sobre lo que ha pasado, y lo que pueda pasar?
-Sí.
-Me parece bien. Pero ten en cuenta, que vais a tener las explicaciones, solo hay que esperar.
-Sí, pero no se cuanto, tenemos curiosidad, y creo que derecho a saber todo eso.
-¿Sabes que en realidad, no tienes ese derecho? El gobierno escribió bien las leyes para su beneficio... 4 o 5 meses. Algo así. No creo que sea tan horrible pasar el mejor verano de tu vida esperando un poco, ¿no?
-Es como en los libros, los veranos que guardan un misterio por descubrir.
-Tal vez. Haz lo que quieras. Pero tened en cuenta que las respuestas llegarán. -
Iba a irse, pero no lo dejé, se me acababa de ocurrir otra pregunta.
-Espera, quiero preguntarte una cosa. Jane y Drake... ¿Son novios, o algo así? - la pregunta le sacó una sonrisa, pero no le sorprendió.
-¿Sabes?, eres el último en preguntarme. Los demás han sido más cotillas - Eso me hizo sacar una media sonrisa - Bueno, son algo así, pero no sé si tú los considerarías novios - No entendí a que se refería entonces.
-Explícate, no se a que te refieres.
-Veras, entre una cosa y otra, llevan toda la vida juntos. Nunca se han declarado novios, ni nada asi. Pero al fin y al cabo, los enamorados de verdad, acaban compartiendo su vida, ¿no? Bueno, creo que los dos no han distinguido el enamoramiento de lo normal. Han acabado compartiendo su vida, pero en ningún momento se les ha ocurrido que estén enamorados, o que sean novios.
-Creo que lo entiendo. Pero, ¿tú cómo sabes todo eso? - Su sonrisa se amplió, pero, como todas las sonrisas de Esteban, me parecían que no eran sinceras del todo. No era como una sonrisa normal, de esas que simplemente son agradables y te dan más ganas de sonreir. No, era como mi media sonrisa llevada a lo más alto de su explendor. Era una sonrisa inhumana. Pero es curioso, porque Esteban era bastante humano. No lo digo refiriendome a ser de mi especie, no. Lo digo referiendome a lo contrario de lo que son muchos de mi especie, inhumano.
-También llevo una parte considerable de mi "vida" con ellos dos - No hice más preguntas.
Así que, dicho esto, se fue, mientras lo veia entrar en el cuarto de los ordenadores.
Cuando terminé de escribir, ya sobre las 10, me releí la historia. Corregí las faltas, se me pasaron las faltas... lo normal. En parte, me gustó como había escrito algunas cosas, tenían algo de estilo. Pero eché en falta las descripciones de los personajes, su personalidad... tendría que esforzarme en eso. Por otra parte, las dudas estaban claras, pero, con todo lo que pasaba a mi alrededor, era dificil recordarlas cuando quieres responderlas. Decidí apuntarlas, y dedicar esa mañana, y el tiempo que hiciera falta, a resolverlas, mientras, a la vez, describía más decentemente a los personajes.
Principalmente, encontré cualidades "mentales" de mis amigos:
  • Niyebe me dijo que intentó que pararan el interrogatorio mentalmente, y que después siguió por las calles que le guiaban Esteban, Jane, y Drake. Pero, ¿cómo? Además, ¿eso tendría que ver con lo de mi sueño?
  • También me dijo que Esteban mandó una señal intensa al cerebro de Nil, que activó su "sonar" y aturdió a los guardias. Bastante extraño.
  • Ithin también acabó aturdiendo a los guargias en nuestra huida, y ese manejo con los ordenadores no es normal.
Mientras se me ocurría algo, tendría que esperar, pues aún no se habían levantado ninguno de ellos. Niyebe dormía sola, tenía un cuarto entero para ella. Ithin también debía de dormir sola antes, pero ahora, duerme en el mismo cuarto que Nil. Tal vez sería mejor despertar primero a Niyebe, ya que no corría el riesgo de despertar a nadie más. Aunque claro, también podía esperar. Decidí explorar, ver quien estaba dormido, y quien no.
Fui primero a mi cuarto; Rick seguía dormido como un tronco (o bien, como había hecho a lo largo de toda su vida). Pasando al cuarto de al lado por la puerta lateral, Tina también seguía dormida, con expresión dulce en su cara morena. Como se suele decir, parecía un angel mientras dormía. Clara también seguía dormida, pero antes de que pudiera observar nada más, movió el brazo, dio un manotazo a la pared, y gruñó. Salí de la habitación aguantando la risa.
En la habitacion de Ithin y Nil, ambos dormían. Ella acurrucadita en la pared, parecía tan menudita... Nil, en cambio, se revolvia entre las sábanas, sudoroso, debía de tener pesadillas. Decidí ayudarle, el pobre estaba sufriendo mucho esos últimos días. Subí parte de la escalera, le desenrredé de las sábanas, y las aparté de él. Seguía moviendose, pero no tanto. Le di la mano. Entonces, se quedó quieto. Su rostro se liberó de la tensión. Quedó tranquilo, bocaarriba, en la cama, y salí de la habitación, pensando que, era como si se hubiera estado debatiendo entre la vida y la muerte, hubiera perdido las fuerzas y... la muerte le dio la mano, dejandole reposar en su lecho...
Casi sin darme cuenta, llegué al cuarto de Niyebe. Estaba tapada hsata el cuello. Tenía la mano izquierda sobre su pecho, la derecha entre las sábanas. Las rendijas de la persiana dejaban un poco de luz sobre su cara, también grisacea por la luz, totalmente tranquila. Me senté al lado de sus pies. Estaba tan guapa dormida... De repente abrió los ojos. La miel que había dentro de ellos, miraba en dirección a los olivos que había en el prado de los mios.
-Buenos días, Niyebe.
-Hola, Albus.
-Hoy me tocaba a mi mientras mirarte no te dabas cuenta - ella sonrió, moviendo sutilmente sus labios carnosos, en esa luz grisácea.
- Me estaba haciendo la dormida.
Me entraron ganas de abrazarla, sin razón aparente. Me contuve.
-¿Qué has soñado hoy? - le pregunté
-Creo que fue justo antes de despertarme. Había un chico mirando por las rendijas de la ventana. Parecía un angel. Se dio la vuelta. Y entonces, tú te sentaste en mi cama.
-Es curioso. ¿Qué crees que significará?
-No lo sé. Pero prefiero quedarme sin saberlo. -
Mantuve el silencio unos segundos.
-Oye, Niyebe.
-Dime.
-Cuando me contaste la huida de Nil, en el interrogatorio... me dijiste que intentaste mentalmente que os dejaran en paz. ¿Qué significa eso?
-Creo que Drake, Esteban, y Jane, consiguen mantener contacto con la gente directamente a través de su cerebro. No se muy bien cómo, pero es como si fuera por internet, es algo complicado. Yo simplemente intentaba hacer lo que me decían, aunque no sé muy bien como. Creo que tenía que "reflejar" las ondas que ellos me mandaban a mi, pero no pude. Fue Nil el que lo consiguió, aunque le costó un dolor de cabeza.
-¿Es lo mismo que hacías para guiarte por las calles?
-Sí, pero entonces solo me decían " por aquí", o " a la derecha".
-Entiendo. Estoy recapitulando, a ver que son las cosas que no entiendo de las últimas cosas que nos han pasado, tal vez nos den alguna pista de los secretos que nos guardan.
-Probablemente. Creo que es una buena idea lo que haces.
-Por cierto, ¿qué crees que fue nuestro sueño del otro día?
-Puede ser que Jane y los demás conectarán nuestros cerebros, para que nos acabáramos encontrando...
-Tiene sentido. - Hubo otro silencio, que volví a romper yo: - Por cierto, ¿recuerdas que en un "arrebato" de pesimismo de Nil, ayer, dijo que él no tenía nada de especial? Pues él fue el único de vosotros dos que lo consiguió. ¿Tendrá él algo de especial, uno de esos secretos que no nos quieren contar?
-No lo sé, pero tenemos que decírselo. A lo mejor se alegra de pensar que si que tiene algo especial... y eso le vendría de maravilla. - Nos volvimos a callar otro momento, pero, esta vez, el silencio lo rompió ella.
-¿Ves ese montón de ropa que hay en la mesita? Pasamelo, por favor. -
Lo hice, con expresión interrogativa.
-¿Vas a cambiarte de ropa? No te preocupes, salgo y entro cuando te cambies.
-No, no te preocupes, ya estoy desnuda, solo voy a vestirme. -
No me habia dado cuenta de que estaba desnuda, se habia tapado bien con las sabanas. En todo caso, ¿que pensaba hacer, que no me echaba de su cuarto? La respuesta fue facil y directa, se tapó hasta la cabeza con las sábanas, y se vistió debajo. Dos minutos después, me dijo:
-Ya estoy lista. - Se levantó, con un chandal puesto. Subió la persiana, me deslumbró, mientras no me movía, solo me giraba para ver que hacía. - Voy al cuarto de baño. Esperame en el salón. -
Eso fue lo que hice. En el salón estaba Nil, algo pálido, a pesar de ser moreno, con sus ojeras y sus ojos marrones perdidos en la pared. Se le veía pequeño. Aunque la verdad, es que era más bajo que yo, tenía el pelo más corto, y estaba tanto o más delgado que yo. Caí en la cuenta de que si había un rasgo que le caracterizaba, era su nariz pequeña y redondeada, y la mirada perdida.
-Hola, Nil.
-Hola, Albus... ¿qué tal?
-Bien; he estado con Niyebe, hablando. ¿Y tú?
-Mal, he tenido pesadillas. - Suspiré. Ya lo sabía, pero quería preguntarle sobre qué.
-¿Qué pasó?
-Vi a mis amigos del internado morir en el incendio, mientras no podía hacer nada. Luego, las llamas llegaron a mi, y cuando creía que iba a morir, alguien tiró de mi y me sacó de ahí. Me quedé en el suelo, sin poder moverme, y pensando que el que me sacó de ahí me había abandonado. Entonces, el edificio se me cayó encima, y me desperté.
-¿Sabes quien te dio la mano?
-No tenía rostro.
-Era yo. Estaba dándome un paseo, y tu te estabas retorciendo entre las sábanas. Te las quite de encima, y te di la mano. - Él se irguió, sorprendido, y algo alterado.
-¿Me sacaste de las llamas para abandonarme después?
-No, solté tu mano cuando vi la tranquilidad en tu rostro, para dejarte dormir. -
Él iba a replicar algo, cuando Niyebe entró en el salón.
-Nil, no estás siendo justo. - Él se pensó la respuesta unos segundos.
-Supongo que tenéis razón. -
Cuando terminó su frase, se dejó caer en el sofá, y siguió con lo que estaba haciendo; mirar a la pared.
-Nil, no estés triste - le dije.
-No lo estoy. - No nos convenció ni a Niyebe, ni a mí. - Bueno, sí lo estoy. Pero no es esa mi intención. Haced como si no lo estuviera. -
Niyebe me miró. No supe en que estaría pensando.
-Tenemos algo que decirte. -
Hubo un pequeñisimo gesto de ilusión esperanzadora en su rostro interrogante, que conseguí percibir.
-¿Te acuerdas de cuándo ayer dijiste que no tenías nada de especial?
-Sí. -
Sus ojos, hasta entonces inexpresivos, estaban empezando a brillar.
-Pues según nuestras investigaciones, eres el más especial. -
Sus ojos brillaban más. Ya casi se percibía una sonrisa en su rostro. Esta chica era genial. Apenas habíamos hablado, pero ella ya lo había interpretado como ella quiso (de la manera correcta), y estaba escogiendo sutilmente sus palabras para conseguir quitarle de en medio esa cascara de tristeza que envolvía a Nil. Tenía que intentar seguirle el rollo.
-Todo lo sacamos simplemente de tu huida - dijo Niyebe, antes de que yo la relevara.
-Ella no pudo conseguir aturdir a los guardias. Tú lo conseguiste, habiendo intentado algo así por primera vez en tu vida. Y, por si fuera poco, aguantaste hasta el final. No te derrumbaste, a pesar de tu sufrimiento. -
Él ya estaba rojo, y con una sonrisa de oreja a oreja.
-Gracias.
-De nada. -dije yo- Para eso estan los amigos. Si estás triste, iremos a animarte.
-Y no te preocupes, que si alguna vez no lo conseguimos, ya se nos ocurrirá algún chiste con el que no puedas aguantar la risa - añadió Niyebe. Me recordó a la forma de hablar de Rick.

Desayunamos Niyebe, Nil, y yo. Mientras, apareció Rick, y poco después, Tina. Nil se iba animando poco a poco. Mientras, yo seguía esperando a Ithin, para preguntarle que demonios hizo durante nuestra huida. Se contagiaba el buen ambiente, y yo ya empezaba a preguntarme que demonios estaría soñando Ithin para no levantarse de la cama, y venir a desayunar. Era un poco agobiante eso de volver a tener objetivos. Acabé por levantarme e ir a buscarla. Estaba en su cuarto, pero despierta, y hablando con Tina. Parecían algo preocupadas, pero charlaban alegremente. Seguían en pijama, así que debía de ser eso lo que habían hecho durante todo ese rato. Tina fue la que se dio cuenta de que estaba en la puerta.
-¡Pasa, no te cortes! - me dijo - ¿qué pasa? -
Entré. Me quedé depié, y empecé a hablar.
-Quería preguntarle unas cosas a Ithin.
-Adelante, pues - me dijo ella. Tomé aire, y fui al grano.
-Durante nuestra huida, aturdiste a los guardias y manipulaste los ordenadores, casi sin inmutarte. ¿Cómo lo hiciste?
-Antes de comenzar la huida, Esteban y los demás me dijeron que me mandarian la informacion por el camino, directamente al cerebro. Hicieron eso. Los aturdí haciendo lo que me decían, aunque no lo recuerdo muy bien... es como si no tuviera claro el recuerdo.-
Me sorprendió lo que me dijo, y a Tina también. No esperaba que espedificará tanto, incluso las cosas que no veía claras. Pero me pareció bien; más información para el diario, y para nosotros.
-Gracias por la información. Venga, id a desayunar. Nil hoy está más contento, creo que va a haber una partida de escondite bastante interesante.

Había una oscuridad total en la habitación. Solo oía mi corazón desbocado, y mi respiración, que intentaba controlar para que nadie me detectara. Empecé a oir pisadas. Fui tanteando, hasta ponerme detrás de un servidor. Justo entonces, por el pasillo en el que estaba la puerta por la que entré a la habitación, alguien pasó corriendo a toda pastilla. Por su manera de coger el aire, casi como si fuera la ultima vez que lo iba a hacer, supe que era Rick. Le conocía, sabía que hacía eso al correr. Le seguía alguien más. Pero no podía saber quien. Debía de estar persiguiendole, porque no oía a nadie más. Salí al pasillo. A la izquierda, estaban las escaleras por las que yo había venido, tenuemente iluminadas por cristaleras, y bastante alejadas, al fondo del pasillo. Rick las subía, lo distinguí por su pelo rojizo. La que la seguía debía de ser Clara, por su melena entre rubia y castaña. Decidí seguirles. Fui corriendo, lenta pero silenciosamente. Cuando subí, agachado y pegado a la pared, vi como Rick entraba en una habitación, y saltaba, a unos 20 metros de mí. Me agaché aun más, hasta que no veía nada más que el escalón. Clara se había parado. Cogió aliento, y le siguió. Cuando oí el ruido que hizo al caer, subí un piso más.
Allí el silencio también era absoluto, y la oscuridad, progresiva. Distinguía las primeras puertas, pero no veía el fondo del pasillo. Me daba un poco de miedo. Fue por eso que decidi llegar al fondo del pasillo. No veía nada, salvo las escaleras en la otra parte. Oí un rocé con el suelo. Intistivamente, dirijí la mano hacia esa persona.
-¿Quién eres?
-Joder, Albus, que susto me has dado... Soy Nil. Y creo que por ahi cerca hay alguien más...
-Shhh...
En la primera puerta a la derecha. No sabía como, pero lo presentía, allí había alguien. Esperé unos segundos.
-¡Corre! - le grité a Nil, mientras yo hice lo mismo, lo más rápido que pude. A medio camino de la escalera, oía a dos personas por detrás mía... y a otras dos por delante. Rick estaba subiendo las escaleras, y Clara le seguía a toda pastilla. Rick, Nil, y yo estabamos atrapados entre Clara y la que debía de ser Ithin, pues nos seguía. Fui a la primera puerta hacia la derecha que vi, le di del tirón al interruptor de la luz. Salté sobre un servidor, de este a otro, y al siguiente, y pasé al otro "balcón" que había en la habitación. Salí por la puerta, y la cerré. Ese era otro pasillo. Fui a las escaleras, bajé un piso, y entré en la primera habitación que encontré. De ahí pasé a otra, y a otra. Así varias veces. Llegué a una habitación en la que había una ventana. Daba a un patio interior, unos pisos más abajo. Y, en él, estaba Tina, mirando a su alrededor. Pasé a otra habitación, buscando una escalera. Nada más entrar en ella, Ithin saltó sobre mí.
-Pillado.
-Esto sí que no me lo esperaba. ¿No estabas persiguiendo a Nil?
-No. Esa era Niyebe, y no os perseguía. Huisteis antes de tiempo. Yo la estaba siguiendo, pero ahora, iba a por Tina, cuando llegaste tú. Vuelve al ascensor.
A la partida no le quedaba mucho para acabar. Era solo cuestión de tiempo.

Efectivamente, terminó 10 minutos después de que yo llegara al ascensor. Se nos había pasado toda la mañana entre partida y partida, aunque yo solo recordara la última, principalmente.
Comimos. Y cuando terminamos, me fui a mi cuarto. Escribí las últimas cosas, lo releí, y me puse a pensar. Tenía que preguntarle a Drake, Jane, o Esteban que clase de contacto tenían con nosotros en las misiones. Pero, a parte de eso, recordé lo que había hecho por la mañana. Me pareció muy curioso el despertar de Niyebe... Lei un rato, y luego, fui a ver que estaban haciendo los demás. Me sorprendió que sonara música en el cuarto de los ordenadores. Y no una canción cualquiera. Yo esa la conocía. Era Sweet Home Alabama.
-¿Os gusta esta musica?
-Pues claro. Es buena de verdad - me contestó Drake.
-A mi también. Podéis subir el volumen, ¿por favor?
-Con mucho gusto. - Jane lo puso bastante más fuerte de lo que yo pensaba haber pedido.
-¿Y como que te gusta a ti? - me preguntó Drake.
-No me gusta la de ahora. Es demasiado electronica... le falta algo, y esta tiene mucha más variedad de instrumentos...
-Tal vez... - contestó Esteban, metiéndose en la conversación. Marcaba el ritmo con los pies. Me sorprendió mucho, al fin y al cabo, ¿él podía disfrutar la música, siendo un semibot, o algo así?
-¿Te gusta la música, Esteban? - le pregunté yo.
-No lo sé. Supongo que se podría decir que sí.
-¿Por qué no estás tan seguro?
-Porque no soy humano -dijo con una media sonrisa indescifrable -, o no del todo. No puedo disfrutar la música de la misma forma que vosotros. Distingo los sonidos, recreo las escalas mucho mejor que cualquier humano. Puedo ver si es más compleja o no, si las notas son las que pegan en ese momento. Se distinguir un buen rockero, del mejor guitarrista de todos los tiempos. Pero, no puedo saber si me gusta o no una canción. No tengo esa capacidad mental; es demasiado humana para mí. -
Empezaba a caerme bien Esteban. Tal vez fuera porque, aunque no fuera humano del todo, fuera menos inhumano que cualquiera de toda la humanidad.
-Tengo esta canción, y muchas más, en mi ordenador.
-Traelo, por favor - me dijo Drake, con curiosidad.
Yo fui corriendo a por él. Lo traje con altavoces incluidos.
-Qué raros son tus altavoces, Albus - me dijo Jane.
-Son pequeños, pero juntos suenan muy bien.
Estuvimos buena parte de la tarde hablando de música. Nos pasamos canciones de un ordenador a otro. Y, por supuesto, escuchamos música. Les gustaba la misma música que a mí, así que fue bastante entretenido. Esteban, que estaba escuchando atento, pues la música era algo que le fascinaba, aunque no la comprendiera como nosotros, lo intentaba. Nos sorprendió a todos cuando dijo.
-¿Por qué no hacemos una fiesta?¡Como en los viejos tiempos! -
Jane y Drake se miraron, sin saber que decir. Y yo no sabía a que se referiría Esteban con los viejos tiempos. Aún así, les dije:
-Vamos, por un poco de diversión para todo el mundo, no va a pasar nada.
-Creo que tiene razón - dijo Drake.
-Bueno, pues que se haga la fiesta. -comenzó a decir Jane - Esteban, encargale algo de comer a Mary, y cuando termines, ven a ayudarnos a nosotros.-
Esteban no se movió del sitio, ya que establecía contacto mental con Mary. Drake puso mi ordenador entre los suyos, y conectó los altavoces. En un minuto, se levantó.
-Tienes todos los altavoces a tu disposición.
Me inmersé en mi mundo. Tenía su musica y la mia a mi disposición. Creé una lista de reproducción, que llevaba muchas canciones pero de pocos grupos: Creedence Clearwater Revival, The Outlaws, Crosby, Stills and Nash, Iron Butterfly y Lynyrd Skynyrd. Duraba varias horas.
Se lo dijimos a los demás. A las 10, empezaría. Pero aún eran las 7. No iba a ser una gran fiesta, pero desde luego, todos actuabamos como si asi lo fuera. Apenas unos minutos después, las chicas se estaban preparando en la habitación de Niyebe, y en la de Clara y Tina, que estaban juntas. Simplemente llamamos a la puerta. Casi la derriban del grito que nos metieron. Nos alejamos; si seguíamos en ese territorio, no podíamos acabar muy bien, o al menos, no con los miembros en su sitio. Montamos nuestro "cuartel general" en la habitación de Rick y mía. Nil, Rick y yo nos preguntabamos como pudimos ser tan idiotas de no llamar a la puerta con auriculares y la música al tope... El armario estaba lleno de ropa de todo tipo, había variedad de ropa elegante. Después de varias horas de hacer el ridículo con los trajes más estúpidos que se nos ocurrieron (como cuando Rick se puso unas botas que hacían temblar el suelo al andar, con una falda que llegaba hasta los tobillos, y una chaqueta de cuero sin ninguna camiseta debajo, o cuando yo me puse el pantalon del pijama, calcetines gordos de invierno, y una camisa hawaiiana...), decidimos que Rick se pondría unos pantalones pirata de pana, y una camisa de cuadros (aunque estuvo a punto de ponerse la falda en el ultimo momento...) Nil se pondría unas vaqueros grises, y, muy a su pesar, una chaqueta también gris, con una corbata roja que tenía un estampado de flores carmesí, y yo no me complicaría mucho la vida, mis vaqueros azules, y una camisa blanca. Rick insistió a que nos pusieramos colonias, pero nos negamos en rotundo, con echarnos más jabón de la cuenta en la ducha, ya oleríamos divinamente. Porque, nos teníamos que duchar, y eran las 9:30. Para colmo, las chicas habían tenido la magnífica idea de ducharse las cuatro a la vez. No quedaba ningún cuarto de baño libre. Tendríamos que esperar a que salieran. Rick y Nil fueron hacia la derecha al salir de la habitación, hacia dondeestaban 3 de los cuartos de baños. Yo fui a la izquierda. Al fondo del pasillo; allí estaba el cuarto de baño. La puerta no estaba cerrada del todo... Había ropa sobre el lavabo, pero era la misma que antes. Que ingeniosas eran, irian a la ducha con la ropa que se pusieron al principio del día, para que no supieramos de ninguna forma que ropa iban a ponerse para la fiesta. Solo veía una silueta detrás del cristal traslúcido de la ducha... tarareaba algo... se parecía a la voz de Tina. Fue entonces cuando volví a la realidad. La estaba mirando mientras se duchaba. Dejé de mirar, y me apollé en la pared, preparado para morir si se había dado cuenta.
Seguí esperando a que saliera. Cuando lo hizo, me miró tranquila, pero algo enfadada, y por supuesto, roja no como un tomate, sino como un pimiento.
-¿Qué se supone que estabas haciendo?
Ella parecía esperar que le dijera alguna mentira como un castillo. La verdad, yo también lo esperaba.
-Te estaba mirando mientras te duchabas, mientras esperaba a que salieras.
Se quedó estupefacta ante mi respuesta. Desde luego, ninguno de las dos nos imaginamos que diriría algo así. Antes de que pudiera decirme algo más, le dije:
-Lo siento, se me fue la cabeza. -
Me miró un momento más.
-Que no se te vuelva a ir. -
Y se fue, algo indignada. Así, sin más. Iba a entrar en la ducha, cuando me quedé quieto. "La he mirado mientras se duchaba, y sigo vivo", pensé, casi sin poder creermelo. Entré, y me duché tranquilamente.

Cuando terminé, fui al salón. Ya era noche cerrada. Solo faltaban las chicas, la música y la comida. Ellas entraron primeras. Todo lo que habíamos hecho nosotros no valía una mierda comparado a lo de ellas. Niyebe era "la chica del vestido rojo". Le llegaba hasta la mitad de las piernas. LLevaba el pelo suelto, pero bastante peinado. Tenía los ojos ligeramente pintados de negro.
Tina llevaba el pelo suelto también, con la ralla en medio. Tenía una camiseta de tirantes, un cinturón y unos vaqueros. Se había pintado los ojos de azul. Eran como un charco en su cara morena. Ithin llevaba una blusa verde oscura. También llevaba unas especies de medias negras que le llegaban hasta las rodillas, y encima, una falda que también era muy ligera, rugosa, y con varios tonos de verde. También llevaba el pelo suelto, y no se había maquillado.
Clara también llevaba el pelo suelto, pero se le distinguían más los mechones. Llevaba una camiseta blanca con un dibujo de algo, debajo de una sudadera gris y con rayas de todos los colorines que tenía la cremallera abierta. Sus pantalones también eran unos vaqueros normales.
Luego, me fijé en Esteban, Drake y Jane. Esteban iba igual que siempre. Drake llevaba sus pantalones anchos de siempre, y una camisa roja. Jane sí se había arreglado más, llevaba un vestido negro, que marcaba algo el escote. También se había arreglado el pelo, recogido en una coleta.
Cuando la comida llegó en el ascensor y la pusimos en la mesa, le di al PLay. La fiesta había comenzado. Como comida, había cosas para picar, y bebidas de todo tipos. Al principio, comimos algo, nada más llegar la comida. Luego, bailamos, si es que puede decirse así, pues simplemente nos movíamos como nos saba la gana al ritmo de la música, y nos dejábamos llevar. Y cuando nos cansábamos, comíamos. Yo bailé con todo el mundo. Así hasta pasada la medianoche. Cerca de las dos, empezamos a sentarnos en los sofás, que antes habíamos echado para atrás, para dejar más sitio en la "pista de baile". Hablamos. Al principio, sobretodo de cachondeo, con bromas. Luego, con cosas más serias. Cada uno contaba sus cosas. Como hacen los buenos amigos. A las cuatro, la música ya se había parado. Recogimos las cosas de la mesa, y las llevamos al ascensor para que Mary las recogiera. Pero seguimos hablando un rato más, mientras algunos se quedaban dormidos. Al final, el resultado fue que el salón estaba lleno de mantas y colchones, cojines y sofás, y personas sobre ellos. Lo último que recuerdo, fue que era el último que seguía despierto, aparte de Esteban, claro. Me miraba sonriente, feliz. Y, sin darme cuenta, caí en el colchón que me había traido para mi, y quien sabe más, dormido.

***

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