viernes, 31 de julio de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 10 - Nuevas noticias

Me había despertado. Tardé un momento en darme cuanta de donde estaba, en mi colchón, en el suelo del salón, rodeado de mis amigos. Levanté el tronco y quedé sentado en el colchón. Abrí los ojos. Una luz cálida pasaba a través de la puerta del salón, y venía de la ventana de mi habitación. Estaba amaneciendo... Me volví a acostar, me tapé, y me quedé dormido, a gusto con mis amigos al lado.

El tiempo seguía transcurriendo así, perezoso. Con algunas noches sin dormir, otras tantas partidas al escondite, charlando con los amigos... Yo seguía escribiendo lo poco que pasaba. Aunque no era poco. Era todo lo que alcance tu imaginación. Montones de chistes malos (y no tan malos) por parte de Rick, y alguno más. Alguna escena como la que viví un día, mirando a Tina mientras se duchaba.... Así que, lo de que pasaba poco, es relativo. Porque pasaban tantas, tantas cosas, que me es imposible recordarlas. Simplemente, estábamos haciendo lo que nos dijeron que debíamos hacer, ser felices. No era tan difícil. Pero para un escritorcito como yo, contar estas cosas, es toda una odisea. Imaginad lo que queráis. Si el protagonista que imagines y sus amigos son felices unos días en una casa, y “solo” pasan todas esas cosas que pasan entre los amigos, es que lo has imaginado bien.

Estaba escuchando Sugar Magnolia, mirando una foto de un bosque, entre las muchas que había (y hay) pegadas a la pared de mi habitación. Era ya por la tarde. Bien metidos en Abril, la primavera a veces daba unos colores tan cálidos, que parecía que era verano. No habíamos descubierto nada más, salvo lo que yo escribí en mi diario. Se lo enseñé a los demás. Estuvimos de acuerdo, lo que simplemente hacíamos mentalmente era reflejar las ordenes que llevaban a nuestro cerebro, que era lo que nos decían que hiciéramos. Aunque nos costaban más algunas cosas que otras.
Algo nuevo. Reunión en el salón, lo antes posible. Y justo cuando acabó la canción. Me levanté, fui corriendo al salón, y me senté en un sofá.
Los demás ya habían llegado. Estábamos todos muy nerviosos, como asustados. Drake y Jane estaban de pié, delante nuestra. Esteban, estaba sentado en una silla, al lado de la mesa en la que comíamos. Era su estilo, siempre se hacía el interesante. Por supuesto, lo conseguía.
-Lo primero -comenzó Drake a decir- es tranquilizarse. No ha pasado nada malo, convocamos esta reunión para contaros que vamos a hacer ahora. -
Una vez todo el mundo estuvo más tranquilo, Jane continuó:
-Hoy mismo va a comenzar una huida. Mejor dicho, 3. Todo comenzará esta noche, en sus sueños. Porque van a soñar lo que nosotros queremos que sueñen. -Niyebe y yo nos miramos, comprendiendo.- También llegarán como algunos de vosotros, por el tren. Pero antes, por las alcantarillas. Eso sí, esta vez vienen solos, no va a ser necesario que vaya alguien a por ellos. - La cosa se ponía interesante, escuchábamos muy atentos.
-Creemos -siguió Esteban- que vosotros no tenéis por que quedaros sin saber nada. Es más, tal vez podáis ser de ayuda. Por eso, ahora mismo vamos a instalar unas cuantas pantallas en el salón. A las tres en punto de la madrugada empezará la operación, es decir, el sueño. En cada una de las tres pantallas, veréis el sueño de cada uno de los tres chicos que vamos a “rescatar”. Esos sueños, los veréis al mismo tiempo que ellos. Están hechos por ordenador, por nosotros, estos últimos días. Solamente se envían, al mismo tiempo, a las pantallas, y a sus cerebros. - Paró un momento, y Drake siguío hablando.
-Luego, por la mañana, si todo sale según lo previsto, harán lo que han visto en sueños. Alrededor de las 11:30, empezará la segunda parte. Las pantallas seguirán ahí. No mandarán lo que ven, ni mucho menos. Pero sí algunas imágenes, algunos sonidos. Y los radares y mapas, claro está, que con eso nos guiamos, nosotros y ellos. También saldrá la información que mandemos. En un texto escrito.
-Lo que habéis estado descubriendo últimamente, que es más o menos lo que pasa en la realidad, es lo que vamos a hacer. Nosotros escribimos en el ordenador lo que queremos que hagan. Hemos creado un programa que lo codifica de una manera que el cerebro humano lo entienda. Y lo enviamos. En el caso del televisor, no se codifica, así que lo podréis entender. - Explicó Jane.
-Vale. -Nil sacó sus conclusiones, y habló. - Me parece bien como habéis organizado, y creo que voy a ver la huida. Pero, ¿sabéis si ellos tienen la intención de salir de su internado? -
Esteban tardó unos segundos en responder; sabía que a Nil su huida le había afectado bastante.
-Sí. Hemos estado averiguando todo lo que hemos podido de ellos contactando con sus cerebros por Internet. Querían huir, lo habían estado hablando. Se conocen, son amigos. -
Nil se quedó sorprendido, algo contrariado. Por una parte, le parecía bien, pues era mejor para ellos. Por otra, se estaba dando cuenta de que no llevaba la razón, no a todos los demás les tenía que pasar necesariamente lo mismo que a él.
-Bueno, ¿alguna pregunta? - Preguntó Drake, sin recibir respuesta de nadie. - Pues eso, quien quiera ver el sueño, aquí a las tres. Y otra cosa. Las pantallas no se ponen solas... ¿Nos echáis un cable? -
Nadie dijo que no. El resultado fue que nos pasamos el resto de la tarde poniendo las pantallas. Estaban en unas cajas, muy al fondo del armario de la sala de ordenadores.
Tenían el polvo de varios años. Las dos pantallas eran del mismo tamaño que la que había en el salón, pero parecían más viejas. Estuvimos un buen rato limpiándolas, y, con el cachondeo, las abrimos. Por dentro tenían unos cuantos cables, algún que otro chip, y mucho, mucho polvo. Se lo quitamos con escobas, y en la otra hicimos lo mismo, por miedo a que con tanto polvo por dentro no fueran a funcionar. Luego, volvimos a buscar unas piezas aún más al fondo del armario, para encajar las dos pantallas al lado de la que ya estaba instalada en el salón, colgada del techo en una esquina. Con la ayuda de todos, lo encajamos, y subimos las pantallas entre muchas manos para dejarla encima. Y para hacer todo esto, eramos 10 personas. Cuando encajamos las pantallas, Jane y Esteban fueron a configurarlas con los controladores, y conectándolas con los ordenadores. Los demás, mientras, hicimos que el suelo fuera visible después de todo el polvo que habíamos sacado de las dos pantallas. Todo eso luego iba al ascensor, para que Mary lo tirara a la basura. El ascensor acabó con varios centímetros de polvo por el suelo. Nunca había visto tanto polvo junto. La verdad es que la tarde se pasó volando, era entretenido limpiar una máquina por dentro. A las 9 ya estaba todo listo. Nos dimos nuestras respectivas duchas (ganadas a pulso). El resto de la noche fue más o menos normal. No fue normal del todo porque vimos el video, pero lo fue, en parte, porque si lo vimos fue porque seguimos haciendo lo que nos daba la gana a una hora en la que sería lógico dormir, como siempre. Después de a ducha cenamos. Al terminar, yo escribí lo de la nueva huida. Estuve un rato con los demás, de cuarto en cuarto, charlando, jugando al cuarto oscuro (juego que se popularizó entre nosotros al poco tiempo). También hablamos de lo que acababa de pasar, de la nueva huida. Seguro que iban a ser personas interesantes de conocer. ¿Vivirían muy lejos? ¿Cómo sería su huida?
Algunos se quedaron por allí, pero otros nos fuimos a la cama sobre la una o las dos. Les dije que me despertaran a las 2:55.

-Albus, ¡despierta, corre, va a empezar!-
Abrí los ojos, medio despierto. No veía nada, había mucha luz... Había algo borroso sobre mí. No, no era algo, era alguien que me miraba. Por la voz debía de ser Niyebe.
-¡Apaga la luz! - le dije, casi sin voz.
Me hizo caso, fue entonces cuando la vi. Claro que era Niyebe. Me levanté, destrozado, casi sin haber dormido, y fui corriendo como pude al salón, que afortunadamente tenía como única luz las tres pantallas. Me hicieron un hueco en un sofá, y me senté agradecido. Se me cerraban los ojos, necesitaba dormir. Pero estaba decidido a aguantar. Apenas unos segundos después, Drake vino corriendo del cuarto de ordenadores. Se encendieron, a la vez, las tres pantallas. Eran las tres en punto. Era la hora.
En las tres se vio el mismo comedor, desde la misma mesa, por la mañana. Solo que se veían desde diferentes puntos de vista. Desde la pantalla de la izquierda, se veía a una chica muy, muy rubia, casi albina, y muy pálida, delante. Tenía los ojos azules, como el cielo al amanecer, donde acaban los tonos rojizos. A la derecha, había otro chico. No se veía muy bien, pero se veía que era rubio, aunque no tanto como ella. La pantalla de en medio debía de ser lo que veía la chica. A la izquierda veía al chico rubio, que tenía los ojos azules verdosos, como el mar en la playa. A su derecha, había otro chico, que era negro. Su pelo rizado era negro, y estaba pelado muy corto. Sus ojos eran grises. Debía de ser el que recibía las imágenes de la pantalla de la izquierda. La pantalla de la derecha era la del chico rubio. Delante estaba ella, la chica casi albina, y aprecié que tenía pecas. A su izquierda estaba el chico negro, que la miraba a ella. De repente, los tres miraron al reloj que estaba en la pared. Marcaba que eran casi las once y media. Los tres se levantaron, y salieron del comedor, hacia algún sitio. Como para que fuera más fácil de entender, el chico negro corría a la izquierda de los tres, en la pantalla izquierda. El chico rubio, en la de la derecha. Y la chica, corría entre los dos, en la del medio. Pasaron unos cuantos pasillos, y unas cuantas escaleras, y llegaron a una habitación. Se me cerraban los ojos...
Todos cogieron sus respectivas mochilas, y abrieron la ventana. ¿Qué clase de huida suicida habían pensado Drake y los demás? Probablemente habían varios cientos de metros de caída.
Desde el cielo bajaba un helicóptero. Llevaba una especie de red colgando. Bajaba lentamente. Los tres chicos saltaron, empezando por el de la izquierda, pero casi al mismo tiempo. Se habían agarrado a la red. Menos mal que las cuerdas que la hacían eran de unos dos centímetros de grosor, sino hubiera sido mucho más difícil para ellos. Subieron por ella unos cuantos metros, hasta llegar a una escotilla que entraba al helicóptero desde abajo. El helicóptero debía de ser automático, porque no había nadie dentro, menos ellos tres. Mientras se miraban los unos a los otros, y el helicóptero bajaba, se metieron dentro de unos barriles, que cerraron por dentro. Eran grandes, pero tenían que apretujarse un poco. Apenas tenían unas rendijas por las que entraba un poco de luz. Pero tenían un cristal. No tenía ni idea de por donde les llegaría el aire.
-¿Cómo pueden respirar ahí dentro? - Preguntó Ithin, cortando la pregunta que estábamos a punto de hacer los demás.
Jane respondió.
-Aunque no se vean, esos barriles tienen unos aparatos que se encargan de que entre el aire, pero no el agua.
Eso nos sorprendió más. Además, yo, que tenía la mente embotada por el sueño, no lograba pensar bien.
-¿Por qué tendría que entrar agua? -Preguntó Nil.
Jane iba a respondedle, pero se le adelantó Esteban.
-Mirad. - fue lo único que dijo.
El helicóptero debía de estar aterrizando, porque se veía que se movía menos, y se oía como aterrizaba. De todas formas, ellos en sus sueños debían de sentirlo, aparte de verlo y oírlo. De repente, todo cambió. En las tres pantallas se vio lo mismo, como el helicóptero aterrizaba sobre un barco de transportes, en uno de los numerosos canales de la ciudad. Pero no se veía como lo verían ellos, sino como desde algún punto del cielo. A veces eso se cortaba y se veía como lo veían ellos, desde las rendijas de los barriles. El resto del sueño iba a seguir siendo así. Era extraño, y no parecía tener sentido para ser lo que ve una persona por sus ojos. Pero eso era un sueño, y en los sueños las cosas no tienen mucho sentido.
El helicóptero dejó los barriles en los que estaban ellos, y alguno más. A continuación se elevó en el aire, y se fue. El barco empezó a moverse por el canal, doblando hacia otros de vez en cuando. Hubo un momento en el que en la pantalla solo salía un reloj, al que las manecillas se le movían muy rápidamente. Supuse que debía de indicar que pasaba un rato. Desde dentro de los barriles se notó que el barco paró. Desde fuera, se vio que había atracado en un recolector de aguas. Era un gran boquete en medio del suelo, rodeado de más rascacielos. La parte de arriba del boquete era un cono truncado bocabajo, que hacía que el agua de la lluvia cayera hacia abajo. Además, estaba repleto de tuberías abiertas, que por ahí expulsaban el agua de lluvia de varias zonas de la ciudad, para que cayera al recolector. El canal terminaba cerca del borde del cono truncado donde empezaba el recolector. Pero el agua del canal no iba allí, ni mucho menos, tenía un muro de hormigón que impedía que el agua cayera, y que a su vez servía de muelle. El canal no era muy profundo, lo suficiente para que pasaran barcos más bien pequeños. El que utilizarían en la huida no era más grande que un camión. Bajaron los barriles. Aún más cerca del borde del recolector, habían unas escaleras que subían un poco hasta un tobogán. Este tobogán, una vez acababa la parte del cono truncado, giraba, y se pegaba a la pared, descendiendo y dando vueltas, como una escalera de caracol sin escalones. Aunque claro, seguía quedando un enorme hueco en medio, pues el recolector tendría seguramente veinte metros o más de diámetro. Sé todo esto porque nos lo enseñaron en el internado. Aunque entonces no sabía para qué podrían servir los barriles...
Sus barriles fueron los últimos. Una vez llegaron a la parte cilíndrica del recolector, el tobogán era como un tobogán de agua, pues gran parte de toda el agua de las tuberías de más arriba caía sobre ellos. Tenían una forma especial para que los barriles no se salieran, y cayeran al fondo del recolector, rompiéndose por el impacto. Por las rendijas del barril, solo podrán ver el agua cubriéndolo, como si estuviera lloviendo. Y a medida que se iba hacia abajo, la oscuridad era creciente. Abajo se veía una pequeña luz, muy débil...
-Todo esto sería bastante divertido, sino fuera porque el recolector tenga seguramente más de doscientos metros hasta el agua, más todo lo que haya debajo de ella. -
Drake nos sorprendió a todos con ese dato.
-Yo creo que tiene que ser igualmente divertido. Además, al ser más profundo dura más tiempo. - Le dijo Rick. Yo me habría reído, pero estaba demasiado dormido para hacerlo. Además, me costaba mucho recordar las cosas que había aprendido en el internado acerca de los recolectores, y entender lo que pasaba, porque seguía estando atontado.
Pasado un poco de tiempo, llegaron abajo. Los barriles eran recogidos por una grúa, que estaba en una plataforma unos metros más arriba. Los suyos se quedaron flotando en el agua, siendo los últimos en ser recogidos. Había una compuerta, por la que pasaban los barriles por una cinta transportadora. Había más luz. Llegó a un punto en el que parte de la cinta se paro. Esa era la parte en la que estaban los tres últimos barriles. Otra grúa los cogió, y en ese pasillo en el que estaban se abrió una puerta. Dejó los barriles dentro. Era un ascensor.
Subió unos cuantos pisos, y una puerta se abrió, por el otro lado de por donde habían entrado. Una máquina los cogió, y los tiró al agua. Se cerró el ascensor. Había menos luz, y la poca que había era verdosa, por lo que tenía un aspecto fantasmagórico. No me costó mucho entenderlo.
-Aquí es donde empieza la parte de las alcantarillas, ¿verdad? - pregunté a todos en general, aún con poca voz.
-Eso parece. - Niyebe fue la que me contestó, que estaba sentada al lado mía.
En el agua, los barriles activaron unos propulsores, que les llevaron hasta el borde de la alcantarilla. Como una acera al borde de un gran lago.
-Los barriles en realidad deberían tener matarratas, para el mantenimiento de las alcantarillas. Además, limpiaban un poco toda la zona. Pero aguantarán un tiempo con ratas de más. -
Claro, a él, que no era de todo humano, no le desagradaban. Mientras, Niyebe me miró con cara de asco.
Mientras, ellos salieron de los barriles. Comenzaron a andar, giraron varios montones de veces. De repente, se oyó a Esteban hablando, pero no en la realidad, sino por las pantallas. Formaba parte del sueño. “No os vais a perder. El camino llegará a vosotros, a vuestras mentes...” No era un mensaje muy completo, ni tampoco explicaba demasiadas cosas, pero les decía que encontrarían el camino, y parte del método.
Otra vez el reloj al que se le movían las manecillas más rápido de lo normal. Llegaron al limite de la alcantarilla. Con una linterna, la chica iluminó la tapa que debían levantar para entrar en la estación. Fueron a los generadores, encendieron la luz, y cogieron el vehículo que funcionaba con pedales y batería. Y de nuevo, el reloj. Empezaba a irritarme, porque a partir de ahí conocía más o menos lo que iba a pasar, y el reloj salía cada dos por tres. Además, no podía conmigo mismo, me iba a quedar dormido en cualquier momento. Llegaron a la estación, guardaron el vehículo y fueron al ascensor. Salieron unas imágenes de la casa, y de nosotros...
Levanté la cabeza de golpe, me había quedado medio dormido. El sueño ya se había acabado. Ahora, en las pantallas, estaba un mapa en la del medio. Había dos puntos en una habitación. Uno se movió un poco. El otro fue hacia el otro punto. Los dos chicos debían de ser amigos. Y debían de dormir en la misma habitación.
-Parece que el sueño ha hecho efecto... se han despertado, están hablando. - Dijo Jane.
Los demás mirábamos atentos. Salieron por la puerta, y muy lentamente, avanzaron hacia una dirección, pegados a las paredes.
-Vale, es de noche, y no pueden hacer mucho ruido. Pero tampoco creo que sea necesario ir como espías, ¿no?
-Hay guardias. Ahora mismo mando les mandaré ondas a los alrededores para que se reflejen los guardias... Aunque también la de las demás personas. - Dicho esto, Esteban se quedó quieto unos momentos, para realizar la operación. Yo apenas había entendido lo que quería hacer, porque estaba muy atontado.
Era verdad. En las habitaciones de su alrededor había más puntos. Y también había puntos por los pasillos, andando lentamente. A veces tenían que dar rodeos, o incluso correr, para que no les vieran. Aunque claro, no veíamos eso, teníamos que deducirlo por como se movían los puntitos en el plano.
En una habitación, había un punto moviéndose, debía de ser alguien despierto. Ellos se pararon delante de la puerta. Mientras, un punto se acercaba por el pasillo. Debía de ser un guardia. Entraron en la habitación justo antes de que el guardia doblara la esquina hacia ese pasillo.
-Vaya, pues debe de haber salido todo bien, por que parece que son ellos tres y se están contando su sueño. - comentó Clara.
-Deben de estar decidiendo que hacer. - le dijo Niyebe.
-Voy a dejarles las cosas claras. - Dijo Drake. Jane, alarmada, le preguntó.
-¿Qué piensas hacer?
-Mandarles un mensaje. Les voy a decir que si de verdad quieren huir, esta es su mejor y única opción.
A todos nos pareció bien. Pero yo no entendía como se las apañaban para conseguir que todos nosotros nos escapáramos del internado. Y eso, que hemos tenido muchas dudas, como por ejemplo, todo lo que pasó con Nil. Mucha gente dice que quiere escaparse, pero no lo hace cuando tiene una oportunidad, por miedo.
En todo caso, Drake quería que tuvieran las cosas claras, se estaba preocupando de que no nos equivocásemos en el camino que cogíamos.
Fue lo último que pensé, en uno de esos momentos de lucidez que tienes antes de dormirte.

-¿Tan cómoda soy? - Me preguntó Niyebe, justo después de despertarme, antes de que yo mismo me diera cuenta de que estaba despierto. Tardé un poco en responder.
-Me he quedado dormido... sobre tu hombro. Lo siento.
-No pasa nada. - A ella también se le notaba el sueño en la voz.
Yo, que seguía con la vista desacostumbrada a la luz de la pantalla, no veía apenas nada.
-¿Qué hora es?¿Qué ha pasado mientras estaba dormido?
-Son las 4:30. Han estado hablando un rato, y como el guardia sigue afuera, curioseando, se han quedado todos dormidos hace poco en la habitación de la chica. -
En el salón ya solo quedábamos, si es que puedo incluirme, Jane, Esteban, que iba a apagar la pantalla, Nil, Ithin, Niyebe, y yo. Y nos íbamos a ir todos a dormir de un momento a otro.
-Me voy a la cama.-dije. Ellos se despidieron. Hice una parada en el cuarto de baño, y me fui a la cama, pensando en el interesante día que me quedaba por delante.

1 comentarios:

Zazish dijo...

Hay una cosa esperando en mi blog a que vayas a recogerla. Date prisa, o me enfado.