domingo, 22 de noviembre de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 12 - La noche de las 3 estrellas.

Nos habíamos pasado el día hablando con los nuevos. Les contamos un poco todas nuestras vidas. Fue entonces cuando me enteré de que Ithin y Niyebe habían estado en el mismo internado, y que llegaron a la vez que Rick. Me parece una estupidez no habérselo preguntado antes, pero es lo que pasa cuando uno tiene tantas preguntas por hacer.

Ellos nos contaron que eran los mejores amigos, los unos de los otros. En su internado siempre estaban juntos, y también estaban en desacuerdo con todo el sistema. Opinaban que cuando terminaran los estudios, todo lo que les ocurriría, su trabajo, e incluso tal vez su familia, estuviera ya programado, hecho de antemano, por el gobierno. Se sentían acosados, no sabían que hacer. Yo, sin embargo, me he metido en la boca del lobo arrastrado por los demás, sin estar del todo convencido. Yo no me había planteado todas esas cosas hasta entonces. ¿Cómo demonios se me iba a ocurrir todo eso?

Estábamos en el cuarto de Niyebe... y bueno, también de Gael, porque lo compartían. Y después de hablar de todo eso, salimos a otra parte del edificio, mientras les contábamos como jugábamos nosotros al escondite. Manau lo aceptó todo con una sonrisa, al parecer de acuerdo. Eudora se mostraba sorprendida, pero impaciente por empezar. A Gael fue al que más le impresionó que jugáramos al escondite. Al principio puso alguna pega, pero acabó jugando. El resultado fue que, a la hora de comer, o mejor dicho, a las cuatro, cuando al fin comimos, todos estábamos satisfechos después de varias intensas partidas al escondite. Gael, Nil y Eudora estaban muy sorprendidos, entre la partida que tanto les había acabado por gustar, y toda la comida de la mesa. A mí también me causó gran impresión cuando llegué por primera vez. No es que la comida que nos dieran antes fuera poca, o mala, sino que esta era mejor, esta no estaba pensada como alimento de miles de niños.

Me di cuenta de que estábamos todos muy contentos, casi felices. Y escribo todos refiriéndome a que no había nadie más por esperar. Ya estábamos siendo felices, o más o menos, ¿no? Me pregunté, una vez más, que vendría después.


Cuando terminamos de comer, todos nos revoleamos por los sofás; padecíamos la insuperable flojera de después de comer. Pero mientras, Drake salió al pasillo. Yo decidí seguirle, quería preguntarle una cosa.

-Eh, Drake, espera.

-¿Qué pasa, Albus? - por un momento le noté preocupado, pero no por algo desconocido, sino por mí. Supongo que yo era el que más preguntas le hacía.

-Sigo preocupado. Nunca pensé que llegaría a decir esto, pero... cuando terminemos, o incluso durante lo que sea que tengamos que hacer, ¿no me harán falta los estudios que me estoy perdiendo? - Drake sonrió.

-No puedo saberlo a ciencia cierta, Albus, pero es muy probable. Verás, no pienses que no hemos pensado en esto, y hemos dejado que si queréis estudiar, lo hagáis por vuestra cuenta. Simplemente hemos pensado que, para que estudiéis mejor y seáis más felices, debéis llegar antes a la conclusión de que queréis seguir estudiando. ¿Has llegado a esa conclusión?

-Sí. Mejor prevenir que curar, ¿no?

-Bueno, cuando quieras empezamos. Aquí el sistema que tenemos pensado para que aprendáis es mucho más fácil y rápido. No hacemos tantas actividades, ni exámenes. Pero tomamos la lección continuamente. En serio, seguro que sois unos chicos listos. Sois 10 alumnos, y somos 3 profesores. Nos podemos centrar mejor en lo que no entendáis, y una vez lo entendáis bien, seguimos avanzando, pero repasando lo aprendido. Con tres horas o menos al día, seguramente recuperareis lo que os habéis perdido y avanzaremos más que en el internado en unas semanas.

-Pero, ¿no nos vamos a... “algún lugar lejano”?

-Sí, -me contestó sonriendo más- pero en ese lugar lejano podéis seguir estudiando, y cuando terminéis lo que teníais que estudiar en este curso, empiezan las vacaciones. Así que el comienzo de las vacaciones dependen de vosotros. Aunque claro, tú de momento estás de vacaciones, hasta que empieces a estudiar.

-Pues entonces, cuanto antes empecemos, mejor. Por lo que dices, en ese lugar, ¿las vacaciones deben de ser estupendas, no?

-No voy a contarte nada del lugar, Albus, pero yo diría que sí. Y estoy de acuerdo, cuanto antes te quites todo eso de encima, mejor.

-Otra cosa. ¿Cuándo nos vamos? - Él sonrió aún más.

-En cuanto todo esté preparado para ir. Y no me refiero al equipaje, eso es lo de menos. Me refiero al viaje. Como comprenderás, no nos vamos a mover por métodos... legales. Dudo que adonde vamos esté permitido ir, pero, ¿qué mas da? Tu deberías estar en tu internado estudiando, y resulta que estás aquí, mucho mejor, y vas a estudiar igual. Esta noche, durante la cena, lo hablaremos todos. Podemos empezar mañana mismo a prepararlo – Y esta vez sonreí yo.

-Bueno, ¿empezamos ahora a estudiar?

-Vale, trae tu cuaderno electrónico y tu ordenador. Pero por favor, déjame ir de una vez al cuarto de baño.

-De acuerdo – le dije riendo.


En cuanto cogí mis cosas, y el salió del cuarto de baño, nos pusimos a estudiar, en el escritorio de mi cuarto. Tardamos sobretodo en matemáticas, y en ciencias, aunque igualmente lo hicimos más rápido que en clase. Pero, como predijo, en un par de horas o tres, ya habíamos terminado con todas las asignaturas. Habíamos repasado lo que había dado en los últimos tiempos, y aprendido lo nuevo. Así, en esas dos o tres horas, avancé hasta mas o menos lo que debería de estar dando en el internado.

El truco era que las actividades eran normalmente orales y cortas. Además, el no se descentraba, y evitaba que también lo hiciera yo.

Les conté a los demás lo que había estado haciendo. Los que tenían la conciencia más torturada, como Nil, Tina, y Eudora, decidieron que mañana mismo empezarían a seguir con sus estudios. El resto, a los que el Pepito Grillo de los demás les hacía gracia porque a ellos les dejaba en paz, no tenían tanta prisa.

Ya eran las siete. Volví al escritorio de mi cuarto, y escribí lo que había pasado últimamente. Tardé alrededor de una hora y media. Estaba yendo a la ducha, cuando...

-Albus, ¿Cómo pasas el tiempo aquí? Tantas horas... deben de hacerse eternas – Me dijo Gael, en mitad del pasillo.

-Sí... ahora me estoy acostumbrando a una vida más lenta. En el internado, siempre estaba que me faltaba el tiempo. Ahora, escribo lo que nos pasa. Y parece una historia interesante, ¿no? Aparte de eso, hasta ahora, me pongo en el ordenador, escucho música, y estoy con los demás... pero sí, es poca cosa. Aunque, a partir de hoy, retomo las clases.

-Yo, en cambio -me dijo en un tono más bajo, más preocupado- no hago más que comerme el coco, pensando en canto tiempo estaré encerrado aquí, que haré que será de nosotros...

-Lo sé, a mí también me pasa, Intento olvidarlo, pero es imposible. De todas formas, creo que dentro de poco vamos a salir de aquí. Me lo dijo Drake, durante la cena vamos a hablarlo.

-Espero que durante la conversación se resuelvan muchas de las dudas que me invaden la cabeza, y no me dejan pensar en otra cosa.

-Me muero de curiosidad, quiero saber donde vamos a ir... ¡o llegar ya! Qué impaciencia...

-Saber a donde vamos a ir... esa pregunta no se marcha de mi cabeza ni a mamporros.

-Espero que no lo hayas comprobado, ¿verdad? -le dije riéndome.

-Demasiado tarde, de eso ya se ha encargado Eudora.

-Con lo tímida que parece...

-Sí, como bien has dicho... “parece”. Pero tiene la mano ligerita, no veas como zurra, es mejor no sacarla mucho de quicio.

-Lo tendré en cuenta. Esta información militar me será muy útil, seguramente, en algún plan de asalto...

-Yo lo tendría en cuenta, desde luego. Pero es que no sé, me encanta sacarla de quicio, es una de las pocas cosas que más me divierten de este lugar.

-Pues apúntate a dar clases también con nosotros, así te aburrirás menos. Apenas llevas un día aquí y ya te estás desesperando... Aunque a lo mejor te viene bien un descansito después de tantas clases.

-A dar clases... supongo que eso es mejor que nada, me vendrá bien distraerme un rato, acepto.

-Pues mañana mismo empiezas, con los demás. Aunque Drake dijo que mañana también podemos empezar a preparar el viaje... Tengo la sensación de que no vas a volver a aburrirte en un buen tiempo.

-Bien, me alegra oír eso. Bueno, ¿qué hay de cenar? Tengo tanta hambre como los mismísimos cocodrilos del Nilo al comenzar el día. -Me reí ante su ocurrencia.

-No sé... Mary es la que cocina, la robot, pero es impredecible. De todas formas, va a estar buenísimo igualmente. Yo me voy a la ducha, que ya es hora.


…Y todos los instrumentos del grupo sonaban, mientras yo tocaba el mejor solo de guitarra-bajo que se haya tocado jamás. Una gloriosa improvisación de Rock n' Roll. El agua de la ducha caía sobre mi mientras el tiempo pasaba perezosamente. Y cuando le puse un final a la canción, recuperé la conciencia, y empecé a secarme. De repente, alguien llamó a la puerta. Era Ithin, diciéndome que cerrara ya el pico, y que me saliera, porque ella aún se tenía que duchar. Riéndome por dentro, me sequé lo más rápido que pude, y cuando me puse los pantalones, y la camiseta del pijama, salí.

Casi todos estábamos listos, la noticia de que hoy íbamos a hablar del viaje en la cena se había extendido como la pólvora. Me senté en el sofá, con los demás, mirando sin ver la tele. Esperando el comienzo de la cena. En apenas cinco minutos todos estábamos ya preparados, y cuando Esteban y los demás entraron en el salón, aumentó nuestro nerviosismo, mientras ellos se reían por ello.

-Bueno, no os vamos a hacer esperar más. ¿Cenamos? -dijo Drake.

-Sí – respondimos todos a la vez.

Pusimos todas las cosas en la mesa más rápido de lo normal, y nos sentamos, sin que se nos pasara por la cabeza empezar a comer.

-¿Cómo vamos a salir de aquí? -dije, sin pensármelo dos veces.

-Ya no tiene sentido esperar más a decíroslo. Vamos a salir por donde hemos entrado; por el antiguo metro -comenzó a decir Drake.

-Creemos que a unos cinco kilómetros de aquí, siguiendo la vía de la estación sobre la que estamos, la vía pasa cerca de una vía aún más antigua que esta. La distancia es de decenas de metros, si cavamos un túnel, podemos llegar hasta allí. Esta vía, en su época, servía para entrar y salir de la ciudad. Y nosotros vamos a salir.

-En primer lugar, nos hace falta cavar ese túnel, y en segundo, una especie de tren, con todo el equipaje y para llevaros a nosotros. Además, no sabemos exactamente donde podemos acabar, tenemos que estar preparados.

-Pero eso llevará mucho tiempo, y hará falta mucha mano de obra – dijo Gael.

-No, apenas unas semanas. Mañana mismo podemos hacer una especie de tuneladora, y poner un sistema de alumbrado en la zona donde vamos a empezar a cavar el túnel. La tuneladora no es muy grande, y sabemos como montarla. Si nos ayudáis, en unas horas está hecha. Además, siempre se puede cavar a la antigua, a pico y pala -le contestó y argumentó Drake.

-Así de paso me pondré cachas, porque con tanto pico y pala... -le contestó Gael, que alivió un poco la tensión que había en el ambiente.

-Bueno, siempre es mejor ser positivo. Aún así, podríamos dividirnos en dos. Algunos que se queden ayudando a la tuneladora a hacer el túnel, siguiendo su trayectoria, ensanchando su túnel y quitando escombros. Los demás, pueden montar el “tren”, organizar que llevarnos, y preparar todo eso – dijo Esteban. Parecía que había pensado toda la preparación del viaje de antemano.

-Parece que todo está muy preparado, ¿pero tenéis una idea de como hacer la tuneladora y el “tren”? -dijo Manau, con su voz grave, que hasta ahora no había apenas oído.

-Sí, y tenemos algo aún mejor; los planos. O al menos de la tuneladora, quedan por hacer los del tren. -le contestó Jane.

-¿Y como hacemos el plano? -continuó Manau.

-Eso es lo de menos. En cinco minutos lo tengo listo, si queréis -dijo Esteban. Claro, si es mitad máquina, lo podría hacer perfectamente y en muy poco tiempo.

-Adelante, Esteban - le dije yo.

-Veamos, será una especie de coche alargado, que cabrá en las vías del tren. Aunque las ruedas es lo ultimo que vamos a ponerle, porque no sabremos el ancho de la vía que vamos a utilizar hasta que lleguemos a ella. Funcionaría a pedales. Sí, no me miréis raro. Aparte de proporcionar energía de movimiento, a través de una dinamo conseguiremos almacenarlas en unas baterías. También vamos a llevar placas solares, que pueden funcionar durante el viaje. Y toda esta electricidad la utilizaremos para la comida, y para ir más rápido. Veamos, tenemos una máquina que a partir de materia, con energía, puede hacer casi cualquier alimento. A vosotros ni se os ocurriría una máquina así, y menos su funcionamiento, porque seguís teniendo la mentalidad que el gobierno quiere que tengáis, la del siglo 21. Pero no cambiemos de tema. Combinando la energía almacenada con la de los pedales, iríamos a una media de 30 km/h. Eso significa que, si pedaleamos 9 o 10 horas al día, llegaremos en una semana o menos. Ya sé que parece mucho, pero creo que podemos hacerlo, si tenemos 14 horas para descansar, comer y dormir.

-Vale, acepto lo que has dicho, no lo voy ha discutir. Pero aún así, hay que hacer el plano -dijo Niyebe. Y Esteban le contestó, sonriente.

-No te preocupes, lo he hecho mientras hablaba. Mirad – la serie que estábamos viendo se cortó, y aparecieron dos planos, uno eléctrico y otro mecánico. - No se pueden entender de un simple vistazo, pero son perfectos para ir haciendo el tren poco a poco. Os explicaré que significan las cosas, y como montarlo.

-¿Cuándo empezamos? -dijo Rick, entusiasmado.

-Mañana, a las once de la mañana, en la estación – Le respondió Drake.

Ahí comenzó la cena, y seguimos hablando, pero no recuerdo bien esa conversación. Como todos, estaba emocionado, pensando en el viaje a quien sabe donde.


Sería cerca de la medianoche. Recordé mi intención de volver a la azotea. Yo estaba en pijama, pantalones largos y camiseta de mangas cortas. Cogí una sudadera y me la puse encima, y me fui a la azotea en zapatillas sin preocuparme para nada por mis pintas. Apenas abrir la puerta de la azotea, el frío aire de la noche me azotó en la cara y me devolvió a la realidad. Me acerqué al borde.

Ahí estaba el abismo, cientos de metros mas abajo. Las luces se extendían infinitamente hasta el horizonte, llenándolo todo de colores, y dejando el cielo mas negro de lo normal. Yo estaba sobre la cumbre de a ciudad, en la azotea. Todos los edificios de alrededor eran más bajos, los más altos estaban a lo lejos, como torres de luz que partieran el cielo. Y era bonito. Me quedé un rato allí, curioseando las formas de los edificios. La azotea se veía en total oscuridad, negra, y yo andaba sobre ese vacío. Hasta que se me ocurrió que alguien entrara por la puerta y nos pusiéramos a mirar las estrellas. No, claro que alguien no, una chica. Y una en concreto; quería que viniese Tina. Y así, mirando la ciudad y las estrellas, (además de la puerta, de reojo) me quedé esperando a que viniera.

Probablemente pasaría cerca de una hora. Pensé que me gustaría quedarme allí toda la noche, y que Tina viniese, pero me resigné a lo que parecía más lógico. Entré en el ascensor, algo deprimido, cuando Mary me preguntó si no querría pasar la noche arriba. Le dije que sí. Me dejó de nuevo en la azotea, y a los pocos minutos, el ascensor se abrió con un colchón y unas mantas.

Puse el colchón pegado al borde de la azotea, donde había una baranda para evitar que alguien cayera. Me acosté. Estaba muy a gusto con las mantas. Entonces me puse más contento. Y hasta que me quedé dormido, imaginaba que Tina venía conmigo, triste por que no viera, sin darme cuenta de que era casi feliz solo con imaginar que venía y pasaba la noche en la azotea, bajo la luz de 3 estrellas, la ciudad infinita, y la Luna, que salió mientras me dormía.

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