domingo, 1 de marzo de 2009

Historia sin nombre - Capítulo 3 - Compañía

Ahora no me acuerdo con qué soñé esa noche, pero no fue importante. Me desperté poco a poco, y me levanté al recuperar la conciencia, como hacía los fines de semana. Fui al baño, me vestí, y me pregunté qué hacer. Me respondí casi instantáneamente: ir a ver a Tina y a Clara, como habría hecho con Rick. Una vez encendido mi ordenador, miré la hora; 10:30. Me esperaba un buen día por delante, hacía sol, pero para mí eso solo suponía que el ordenador tardaría menos en cargarse (funcionaba con energía solar). Una vez guardado el pijama en el armario, me puse el ordenador bajo el brazo, y me guardé los altavoces en los bolsillos. Entonces, salí de la habitación.
Cerré y miré a mi alrededor. Todo me parecía bonito. La gente no me miraba burlonamente, sino extrañada por verme contento. Yo puse rumbo a la 514, y esta vez no estaba rojo.
Llamé a la puerta, esperando que Tina me abriera, pero no estaba, habría bajado a desayunar. Entonces se me ocurrió algo, llamar a la habitación de al lado, la 513, donde estaría Clara. Llamé suavemente a la puerta, y para mi sorpresa, me abrió Tina, que ya estaba vestida. Pensé que ella era como yo, se despertaba y tenía que ir a ver a alguien. Me invitó a pasar.
En lo primero que me fijé, fue que la habitación era casi igual a la de Tina, pero más desordenada (eso sí, la ropa estaba en su sitio). Las paredes estaban pintadas de lila. Y en la cama estaba Clara, medio dormida, en pijama, y gruñendo.
-Es una dormilona, déjala, no tiene remedio – dijo Tina, con cara sonriente
Clara dijo algo como – Tonta, déjame…
-Sí, sí, no te preocupes - y ella y yo nos miramos aguantando la risa, hasta que me susurró:
-Plan B, voy a buscar el “veneno”
-Veneno… ¿Qué…?- pero no me dio tiempo a terminar, me hizo un gesto de silencio, y buscó algo debajo de la cama. Sacó, un bulto, que después me di cuenta que eran zapatos. Olían mal.
Tina se acercó a mí - ¿Ves por qué es veneno? – susurró. Yo afirmé con la cabeza. Ella se acercó sigilosamente a la cama, se tapó la nariz, y se los puso en la cara a Clara. AL principio no reaccionó, luego se movió un poco, luego más, pero Tina le seguía poniendo el zapato en la boca. Empezamos a reírnos. Clara se levantó de un salto al fin, y nos dijo:
-¡Vale, vale, ya me levanto, pero quitad eso de ahí! –refiriéndose con eso y cara de asco a sus propios zapatos, y nosotros nos seguimos riendo - ¿Ya os vale, no? ¡A mí no me hace gracia! – Nos callamos un momento, y nos empezamos a reír más fuerte. A ella se le quitó la cara seria, y se le quedó una sonrisa.
-So guarra, podrías lavarlos de vez en cuando, ¿no? ¡Te dan asco hasta a ti!- dijo Tina, todavía entre risas.
-Bueno, está bien… - dijo Clara, y se fue al cuarto de baño a tirar los zapatos por el conducto, y a asearse un poco.
Tina y yo nos miramos, riéndonos y escuchando las cosas que se le caían a Clara en el cuarto de baño por estar medio dormida. Yo dejé mis cosas en el escritorio de Clara; con las risas se me olvidó que las llevaba encima. Nos sentamos en la cama. Y esperamos a que Clara saliera del cuarto de baño.
Cuando salió, ya estaba despierta del todo, y nos propuso:
-Bueno, tendréis hambre después de intentar despertarme, ¿verdad? Yo estoy que me caigo – Nosotros afirmamos, y ella dijo - Bueno, ¿pues a que esperamos? – abriendo la puerta. Y yo le respondí:
-A que te vistas de una vez, Clara – cerró la puerta, y nos miró sonriendo. Cogió cuatro cosas del armario, y volvió al cuarto de baño.
-Te lo dije, no tiene remedio – dijo Tina de repente, y nos miramos sonriendo.


Tuve un desayuno como el que no tenía desde hacía tiempo, preparando operaciones con Rick. Alguna vez nos colamos en la azotea por la noche, con los llamados “planes del desayuno del sábado”.
Acordamos varias cosas, como la hora de ducharnos cenar, desayunar, etc., para estar el máximo tiempo juntos. Fue muy fácil, porque ellas se adaptaron a mi horario. Lo peor era que Clara estaba en la otra clase, pero así nos contaba las cosas que le sacaba a las “princesitas”.
Nos llevamos el día juntos, hablamos mucho, de cómo se las apañaban ellas para no aburrirse, de la de cosas que hice con Rick…
-Nosotras, cuando rompimos más reglas de golpe, fue, cuando intentamos llegar a la planta número 1 a las tantas. Robamos llaves, bajamos por los conductos de ventilación y por los de la ropa cuando va a la lavandería, pero poco más…- dijo Tina, ya en la habitación de Clara por la tarde.
Yo me reí con ganas, y no por lo que me habían contado, sino por algo que había recordado.
-Albus, ¿qué diablos te ocurre? – me preguntó Clara, medio riéndose por mi risa contagiada.
-Os lo contaré, pero no me peguéis. Tenéis que prometedlo. – les dije terminando de reírme.
Se miraron con cara de “este está chalado” y dijeron al unísono: - Lo prometo.
-Vale – comencé a decir - . No hay ninguna regla que lo prohíba, lo revisamos, pero es como sí…
-¡Ve al grano, hombre! – me dijo Clara impaciente. Yo le sonreí, y conté todo.
-Vamos a ver, algunas noches, daba igual que fuera finde o no, yo estaba en la habitación de Rick, simplemente para no aburrirme. Bien, sobretodo en estos últimos tiempos, Rick y yo tuvimos la feliz idea de poner en el conducto de la ropa de su habitación una red, a la hora en que se ducha todo el mundo. Pues bien - las miré antes de decir lo más fuerte – la ropa de los chicos la dejábamos pasar, pero la de las chicas… bueno, pasaba un rato antes de dejarlo pasar… - yo ya estaba rojo como un tomate, y ellas me habían entendido perfectamente.
-¡Seréis guarros!¡A ti no te pego porque me hiciste prometerlo, pero en cuanto encontremos a Rick…! – me dijo Clara en un arrebato.
-Oye, si lo encontramos, le pego yo primero por no decirme donde pensaba irse…
-Clara tiene razón, sois unos cerdos. – me dijo Tina.
-Eso – dijo Clara firmemente. Yo me defendí diciendo:
-¿Pero yo cuando os he dicho que no lo sea?
Me dijeron que éramos unos guarros unas 9 veces, todas con sus tesis correspondientes, hasta que Clara me preguntó:
-¿Y es vedad eso que dice Tina de que el jueves te pilló mirándola después de la ducha? – en un tono jovial.
-Sí – le dije, con las mejillas algo rosadas.
A ella le hizo sacar una sonrisita, pero esa vez me defendió Tina:
-Albus, ¿sabías que ella hace lo mismo? – eso me despertó de mi vergüenza.
-¿En serio? – le pregunté a Clara, que al carecer de vergüenza alguna, no se ruborizó lo más mínimo
-Claro, ¿por qué no? Además, vosotros os tapáis menos, y nunca la parte de arriba – dijo, y sonrió aún más.
Yo me quedé un momento sin habla. Luego, le dije:
-¿Y encima soy yo el guarro?


Nos pasamos la tarde hablando, y se nos pasó rápido el tiempo. Al final, entre una cosa y otra, acabamos hablando de música. Les enseñé una muestra de mi biblioteca. Les encantó Another brick in the Wall (part 2), sobre todo por la letra. Acabamos pasando la biblioteca del ordenador de Clara y Tina al mío, y viceversa, y nos ahorramos un pastón en canciones, y acabamos hechos unos piratillas.
Les conté que conseguí toda esa biblioteca averiguando canciones que sonaban en mi mente, que sonaban siempre en el mejor momento.
-¿De verdad? – me preguntó Clara sorprendida – a mí lo más raro que me ha pasado es que a veces altero las ondas de mi alrededor, pero no tiene nada que ver. Y supongo que lo mío tendrá que ver con electricidad estática, así que...
Tina se quedó callada durante la conversación, como meditando sobre lo que yo había contado. Se había hecho de noche, y era la hora de cenar, así que fuimos a cenar. Seguimos juntos, y acompañé a Clara y Tina a su cuarto. Tocaba ducharse. Y yo pensaba que me tendría que despedir de ellas, pero no fue así, porque Tina me preguntó:
-Oye Albus, ¿te quieres quedar a dormir en nuestras habitaciones?
-¡Sí! – dije casi sin pensar.
Aquello era como en los viejos tiempos, con Rick. Quedé con Clara y Tina en la habitación de Clara a las 10:30, hora en la que supuestamente no se debía salir de la habitación, y norma que poca gente respetaba. Fui solo a mi cuarto, tiré la ropa por el conducto, me envolví en una toalla y salí en dirección a la ducha.
Una vez terminado de ducharme, salí, y me encontré con Tina y Clara. Esta última me miró con un descaro impresionante, así que nos sonreímos, y nos fuimos. Me puse en el pijama en mi habitación, y me fui algo nervioso a la habitación de Clara. Donde aún estaban mis cosas.
Ya estaban en pijama (unos pijamas que les sentaban muy bien, y que me hizo mirarlas con disimulo), y se estaban secando el pelo. Una vez terminaron de secarse el pelo, seguimos hablando, tal vez hasta pasada la medianoche.
Cuando la conversación comenzó a perder sentido, decidimos que era hora de dormir. Cogimos la cama de Tina y la pasamos por la puerta que conectaba las habitaciones, y pusimos las camas de Clara y Tina una al lado de otra, para acostarnos en ángulo recto respecto a como dormían habitualmente. Pusimos las mantas improvisadamente para que tapara toda la cama, y nos fuimos a dormir.
Clara se había quedado dormida en la parte que daba al armario. Tina se acurrucó en el otro rincón, pegada a la pared, y yo me acosté entre las dos. Estaba súper a gusto entre ellas dos, era como una mezcla de felicidad mezclada con el sopor. No duré mucho más despierto, pero dormí maravillosamente.



Todo era perfecto en ese momento. Me di cuenta de que había luz. No pensaba en nada, de momento. Me fui despertando poco a poco, hasta ser consciente de que tenía a Clara a mi izquierda y a Tina a mi derecha. Se estaba genial entre las sábanas y Tina y Clara. La luz se colaba suavemente por las persianas. Me pareció que Clara se estaba despertando. La toqué con el pie. Y se movió más, pero no debía de estar demasiado despierta porque lo que hizo fue dar media vuelta y apoyar su pecho y su cabeza en mi pecho. Yo procedí a despertarla, no quería que Tina despertara y me viera en esa posición con Clara. Se fue moviendo un poco más hasta que abrió los ojos y me miró. Fue una mirada interrogativa, y luego me pregunto.
- ¿Se puede saber qué haces debajo de mi cabeza y mis…? – le corté antes de que terminara de decir la frase y le respondí.
-Oye, has sido tú la que te has abrazado a mí. ¿Con qué soñabas?
-Ah, yo soñaba que abrazaba a… - se dio cuenta de lo que iba a decir – oye, eso a ti no te importa – y se calló.
Se quedó mirando a Tina diez segundos hasta que le pregunté:
-¿Oye, no era a ti a la que le molestaba que te despertaras conmigo debajo?
-¿A mí? No, eres bastante cómodo.
-Ah… - Me quedé riéndome un rato por dentro, a mí sí que no me importaba tener a una chica guapa con su pecho y su cabeza encima de mí.
-A mí, no me molestas, pero quiero ir al baño…
-Bueno… - Y se quitó de encima. Fui al baño, y me aseé un poco.
Al salir del cuarto de baño, Tina ya estaba despierta. Hablamos un poco medio dormidos y decidimos ir a vestirnos. Tina empezó a echarme de la habitación.
-Pero es que me da vergüenza salir en pijama… - les dije.
-Nosotras salimos cada dos por tres y no nos pasa nada, Albus – me respondió Tina
-Ya, pero vosotras sois chicas y salís por la zona de las chicas. Yo soy un chico, para vuestra información – les saqué una sonrisa, y Clara me contestó:
-Pues mejor, ¿no? Así se te quedaran mirando – me dijo Clara, con esa sonrisita que se le ponía.
-Hay que ver como eres, Clara…- dije, y salí de la habitación.
Todas me miraron algunas con más o menos disimulo, incluidas las ”princesitas”. Después de salir de la que decidí llamar “Zona zero”, fui a mi habitación, me vestí, y volví a la de Clara, donde ellas ya estaban vestidas. Pasé un día parecido al anterior. Las siguientes semanas pasé todo el tiempo que pude con ellas. Como teníamos más tarea, la hacíamos juntos, sobre todo en los cuartos de Tina y Clara. A veces también dormíamos juntos entre semana. Pero desde luego, vivíamos solo para el fin de semana.

1 comentarios:

Zazish dijo...

Jajajajaaajja, sí que me he reído xD

Lo de estar zombi por las mañanas me recuerda a algo...

Sigue, quiero leer ese cuarto capítulo del que tanto hablas.